Last Goodbye

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Abrace mis piernas mientras más y más lágrimas salían de mis ojos, sin ninguna intención de detenerse. No me explicaba cómo había llegado a esa situación. Sentada junto al balcón de mi habitación, en medio de un mar de lágrimas, cuando él, seguramente estaba en alguna fiesta con sus amigos. Escondí mi rostro entre mis rodillas, llorando un poco más fuerte. Hacía ya varios días que era lo único que hacía, llorar. Unas veces despacio, otras más fuerte, que solo era interrumpido por el teléfono, el cual había desconectado o cuando el sueño finalmente me vencía. No tenía ánimos de hablar con nadie, ya sabía lo que dirían “No vale la pena que estés triste por él”, o el clásico, “Él no merece tus lágrimas, además hay muchos peces en el mar”. Pero, ellos simplemente no entienden lo que sé que siente que la persona que más quieres te deje de un día para otro. El olor de su perfume, aun impregnado en su camisa, que hacía días que no me quitaba, y las gotas de lluvia que golpeaban mi ventana, hacían que varios recuerdos llenaran mi mente.

—Pasajeros, favor de abrochar sus cinturones, estamos por aterrizar. Agradecemos su preferencia y esperamos que su vuelo allá sido placentero. —escuche la voz del piloto por los altavoces.

Acate la orden, y dedique el reste del tiempo a mirar a través de la ventana. Observe las nubes grises amontonarse en el cielo, amenazando con derramar todo su contenido, al tiempo que la silueta del aeropuerto se comenzaba a distinguir.

Al bajar del avión, pequeñas gotas comenzaron a caer en mi rostro, pero mi vista estaba centrada en el hombre que se encontraba frente a mí. Una sonrisa apareció involuntariamente en mi rostro, al tiempo que corría a su encuentro. Prácticamente salte sobre Joe, quien me recibió con los brazos abiertos y esa hermosa sonrisa que hacía que mis piernas flaquearan. Nos besamos dulcemente, sin importar la lluvia ni las miradas de las personas a nuestro alrededor.

—Te extrañe, preciosa —dijo, separándose unos milímetros de mis labios—. No te vuelvas a alejar tanto tiempo de mi lado. —volvió a besarme.

—Solo fue una semana —dije riendo después de haber tomado mi maleta y caminando al auto.

—La semana más larga de mi vida —comento, abriendo la puerta del copiloto. Volví a reír, mientras subía y le entregaba mi maleta.

El sonido de mi celular me saco de mis recuerdos, haciendo que me sobresaltara. Limpie las lágrimas que mojaban mis mejillas, al tiempo que me levantaba y dirigía mis pasos hacia la cama. Al tomar el celular, la foto de Kevin apareció en la pantalla. Dude pero al final decidí ignorar la llamada. Lo último que deseaba era escuchar sus reproches al oír mi ronca voz. Apague el aparato y lo avente a la cama, golpeando el álbum de fotos. Algo insegura, lo tome mientras me sentaba al pie de la cama. Al abrir el álbum la primera foto que apareció fue de nosotros en el cumpleaños de John. Estaba sentada en su regazo, mientras sus brazos rodeaban mi cintura sin ánimos de soltarme y nuestras relucían como anuncio de pasta dental. Reí sin ganas, mientras lágrimas y recuerdos llegaban a mi mente.

—Déjame ver la foto. —estiro la mano Joe a su hermano, para ver la foto que recién nos había tomado—. En definitiva, tengo la novia más hermosa del mundo —volteo a verme, besando cortamente mis labios.

—Y yo al novio más guapo y ciego de todos. —carcajeo levemente, volviendo a mis labios.

Una canción movida empezó a sonar y los ojos de Joe brillaron con picardía. Lo observe extrañada por unos segundos, hasta que nos levantó y comenzó a conducirme a la pista de baile.

—No, Joe —empecé a quejarme, estirándome en dirección contraria—. Sabes que no se me da el baile.

—Pamplinas. —dijo, jalándome con un poco más de fuerza.

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