«Los pecados de los padres son pagados por los hijos».
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Yehudiel D'Angelus ha sido señalado, humillado, juzgado y condenado por los actos del pasado en los que su padre fue partícipe. A diferencia de sus hermanos, él se ha negado a hacer oídos sordos y creció con el corazón lleno de odio peligrosamente mezclado con rencor hacia su padre, su raza y, sobre todo, hacia el incompetente monarca del reino de Luz y Cristal; quien, por eones, permitió que los otros ángeles tomaran a los D'Angelus como la broma de cada día sin la mínima intención de imponerles reprimendas, castigos o freno alguno.
Fueron siglos de arduo estudio, templanza y astucia para descifrar el error que frustró la revuelta históricamente trascendental que condujo a Lucifer a su exilio, sin embargo, su inverosímil persistencia por encontrar el punto más vulnerable del rey rindió fructíferas recompensas.
Con el más preciado bien del, a sus ojos, hipócritamente benigno monarca, Yehudiel ha decidido darles bases sólidas a todas las criaturas del reino de Luz y Cristal para hablar de él.
Desatando el infierno en la adorada creación de Dios, Yehudiel desafiará el aparentemente apacible carácter del rey; sin importar a cuantas de las criaturas que alberga dicho tesoro deba destruir en el proceso.
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"Porque mi nombre han de recordar, a fuego se ha de grabar" —Yehudiel D'Angelus.
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