Yewon nunca iba a olvidar esa escena en la que su maquillaje estaba todo corrido, sus pies se torcían al dar cada paso y caminaba apoyándose sobre ese hombre, mientras que todos los flashes la inundaban, a punto de quedarse casi ciega, a pesar de tener toda su cara cubierta por su larguísimo cabello. No estaba en sus cinco sentidos y claramente se podía notar. Su vestimenta, su rostro, sus movimientos la delataban pero a su compañero no le importó en ese momento, él también estaba en su misma condición, inclusive mejor se podría decir.
Su garage lucía demasiado glamouroso como para ser uno, ni los pantalones que él traía puestos tenían esa pinta. ¿Qué significado debería darle a eso? No estuvo segura. Solo supo que después de eso, quiso conocerlo más, parecía una persona interesante.
Lo próximo que recordaba era despertar en esa casa, sola en la cama y alguien esperándola en la cocina, con una gran sonrisa y buen humor, que se le hizo algo sumamente raro. No es una forma usual de relacionarse con alguien después de una noche de borrachera que casi te deja inconsciente y con una extraña en tu propio hogar. Ahí, exactamente, fue cuando cayó en que estaba interesado en ella. Y ahí, exactamente, fue cuando ella se dio cuenta que tenía una oportunidad de conocer a una gran persona.
Fue emocionante como entablaron una buena relación en tan poco tiempo. Le encantaba como admiraba con pasión las pinturas cuando iban a exhibiciones, le mostró todos los libros que ha leído y le interesaba leer, las rimas que escribía en su pequeño cuaderno, las melodías que componía y tenía guardadas en su equipo de grabación, porque claro, a eso de dedicaba él. Al arte.
Cada cosa que le contaba era un dato nuevo que le hacía nunca querer alejarse, y hasta le hacía pensar que era una persona inútil, sin dones, sin nada que contar, ni nada que dar. Se sentía inservible a su lado, sin embargo, Namjoon rápidamente le explicó que cada uno tiene un don y que si todavía no lo encontraba, ya lo iba a hacer. Esto nada más hizo que cayera por él, más de lo que ya había caído.
Tuvo la oportunidad de ir a todos los conciertos que podía. Nunca entre la multitud, siempre tras bastidores. No era la misma emoción pero sin duda estaba para brindar su apoyo. Allí en ese lugar se enteró del mal hábito que tenía, fumar. El humo del cigarrillo solía terminar mezclado con toda la ropa y maquillajes de los bailarines, y en su pelo también. Sabía que era algo negativo, no le importaba, porque su percepción de todo cambió al momento de que él le mostró cosas que ni a sus compañeros de trabajo les había mostrado. Se sentía afortunada y privilegiada sin duda.
Las cosas se volvieron serias, Namjoon no la miraba de la misma manera.
Y Yewon tampoco.
El brillo de los ojos de ambos no era el mismo, algo cambió, y eso eran sus intenciones. Namjoon quería más que una amistad, y Yewon también, entonces lo hicieron, dieron el próximo paso pero solo con una condición.
No podían hacer su relación pública.
Tantos meses estando juntos sin ninguna restricción, sin ningún secreto, sin ningún filtro, para llegar a esto. Dos semanas pasaron desde que iniciaron su noviazgo, y ya no pudo aguantar nada más. Se había quedado demasiado cansada de tanto maquillarse para cubrir todo el sufrimiento que lo único que salía de sus ojos eran lágrimas color púrpura, seguido de decepción.
Su percepción sobre él cambio totalmente, otra vez.
Si había algo de lo que estaba segura era de acabar con todo, de manera literal. Lo haría sola, porque no necesitaría apoyo, no necesitaría ayuda, sería empezar una nueva vida, ganarse amigos y enemigos, sería empezar una guerra, en la cual ella sería anfitriona.
Namjoon se encontraba de viaje, eso hacia la ocasión más perfecta que nunca. La lluvia y el cielo oscuro eran acompañantes de la sonrisa cínica que llevaba en su cara luego de planificar todo, no tenía en mente quitarla por más que el tiempo cambiara su rumbo de repente. Se encontraba feliz, eso era lo único importante.
Su casa siempre fue un lugar acogedor, pensar que allí fue donde comenzó todo le daba nostalgia y algo de lástima, tanto tiempo estando correteando por estos pasillos se estarán yendo por el caño, lo extrañaría, sinceramente, o tal vez, no tanto.
Su estudio le gustó desde un primer momento, los diversos aparatos que servían para crear melodías y ritmos, el micrófono para grabar su voz, todo era desconocido y el serlo lo hacía mas admirable aún. Nunca entendió nada, Namjoon le enseñó un par de cosas pero no supo aplicarlas siquiera, ahora es su momento.
Con una de las tres computadoras que tenía, pasó todas las pistas que tenía terminadas a su memoria, y las subió a la red sin pensarlo dos veces. Lo odiaba tanto ahora, que todas las canciones que hablaban sobre superación y aceptación personal, críticas a la sociedad y respeto al otro le parecían de lo más absurdo. Él es estúpido, verdaderamente ¿no sé daba cuenta que la igualdad entre toda la población no se iba a dar? ¿no se daba cuenta de que usaba demasiadas metáforas que solo eran entendibles para él y que los demás sólo iban a escuchar su música por la melodía? Todas esas preguntas que tenía, se las podría haber dicho, lastimosamente, la ocasión no se dio. Le podría dejar una carta, pero de aquí a que Namjoon la lea luego de este desastre, era casi imposible que lo hiciera. Muchas veces le dijeron a Yewon que era pesimista, ella no pensaba lo mismo, decía que era la pura realidad, ya que así como está lo bueno, está lo malo, la parte negativa. Todos tienen pensamientos propios y eso provoca enfrentamientos.
Con delicadeza dejó de lado eso y se plantó frente a la habitación por última vez, una lenta vuelta sobre su propio eje bastó para que con cada centímetro que iba girando, aumentara su odio a todo.
Y entonces lo hizo.
El bate que llevó consigo todo el tiempo, terminó primero en el monitor principal, la pantalla negra se llenó de grandes grietas que no le fueron suficientes, entonces dio otro golpe. Se estaba tomando su tiempo aunque la ira fue mucho más fuerte que Yewon, que en menos de cinco minutos, todo estaba destrozado.
La silla quemada, los monitores reventados, los teclados partidos, los cables cortados, su alma destrozada y la pasión de Namjoon, podrida.
El nivel de euforia que estaba experimentando era inexplicable, nunca se había sentido tan bien de hacer un regalo. Y como premio y recuerdo, buscó la primera foto que se tomaron juntos, o más bien, que les tomaron juntos, esa noche, saliendo de ese bar en no tan buenas condiciones.
Seguramente se iban a enterar de todo esto, y una ola de odio la iba a ahogar pero eso era lo que Yewon buscaba. Nunca le dijo a Namjoon que verdaderamente tenía un don, el de la mentira. Se le hacía muy fácil mentir, y la cara de cada uno al ver como le creían le daba mucha satisfacción. Su deseo era ser reconocida, no importa si para bien o para mal, quería serlo, y encontrarse casualmente a un famoso esa noche fue una oportunidad grandísima, no la desaprovechó y cumplió su objetivo, ahora habría que esperar el resultado, pensar que estarían buscándola para entrevistarla, siguiéndola a todos lados queriendo hablar con ella, gritándole insultos, apoyándola en redes sociales hacía que quisiese llorar de felicidad. Estaba orgullosa de sí misma.
Sin embargo, ese deseo de ser famosa se interpuso entre su sueño de ser novia de su ídolo.
Ahora sabemos cuál ganó.