Del odio al amor. (Serena y Darien) Completa✓ [Editando]

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Al día siguiente.

Estaba soñando tan bonito estaba en el mundo del paraíso de algodón,cuando siento que un bulto cae arriba de mi.

—Basta Shingo. —dice Darien aventándolo.

—No,no,no ahora se aguanta.—se estaban pegando almohadazos.

Pero sentía que el aire me faltaba.

—Quitate maldito marrano pesas.—grité con desesperación.

Me movía pero estos solamente me ignoraban hasta que sentí que estos se movieron a otro lugar para seguir jugando.

—Idiotas.—les grité.

Los dos voltearon.

—Idiota tu cola.—me dijo Darien.

Me reí.

—Oigo una mosca que habla.—miraba a todos lados.

—Hazte mensa.—me dijo Darien.

Miraba a todos lados.

—La mosca se insulta no puede ser,que idiota.—me río.

Veo que se acerca,me tapó con una almohada,oía sus pasos acercase,Shingo solamente se reía.

En eso oigo que la puerta se abre.

—Niños a desayunar,deje se de juegos y bajen ahora.—dijo la abuela.

—Haya vamos abuela.—le decíamos abuela de cariño ya que la conocíamos desde pequeños.

Darien se regresó a su cama y dejó la almohada.

Yo me levante y como pude me salí de la habitación,cierro la puerta sin que se den cuenta.

Darien.

—Serena se fue.—dijo Shingo.

Volteó  a verlo.

—Vamos detrás de ella.—dije con una sonrisa.

—Vamos.—dijo y corrimos hacia la puerta.

Vimos que iba muy campante por el pasillo,hasta que nos vio y corre.

—Vamos por ella.—gritamos.

Ella se ríe y corre con todas sus fuerzas.

Parecíamos niños chiquitos. 

Llegamos al comedor,no la pudimos alcanzar,la rubia bien que corre.

Se esconde detrás de Haruka.

—Que tiene pequeña. —dijo removiendo su cabello,ya que lo traía suelto.

—Esos dos idiotas me vienen correteando.—nos apunta.

Veo que la abraza.

—Dejen a mi pequeña tontos.—nos mira con una mirada fea.

—Deja de abrazar a mi pequeña idiota.—oh no que acabo de decir.

Todos voltearon a verme y el papá de Serena escupió lo que estaba comiendo.

Mis padres se quedaron sorprendidos y la abuela estaba sonriendo al igual mis primas y el único molestó era Haruka.

—Ya ya ya sigan comiendo son juego de niños.—dijo mi abuela metiéndose.

Serena se le había dibujado una sonrisa.