El espejo

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David no solía ser tan insolente o insensible, pero su cambio fue repentino, pareciera que siempre fue así, pero no, el solio ser como los demás pero una imponente presencia  le dio un giro a su vida, le hizo ver todo diferente.

¿Pero como sucedió tal cambio? 

Tres meses atrás dieron que pensar al pequeño niño, que el mundo no es tan verde como imaginaba y que donde rebosa la vida, hay muerte escondida, que nada era lo que creía, es que su inocencia no dejaba verlo, solo estaba centrado en jugar y en su día a día, pero cuando lo dejaron de comprender,  quedo solo, le llamaron loco y brotaron sus lagrimas . . .

Tres meses atrás el pequeño explorador se adentro a un bosque que nunca antes había visto, nadie lo había visto excepto él, tenia miedo y se le notaba intranquilo, pero le negaron compañía, así que solo se adentro, no era cociente de tantas cosas, nada le impedía llegar a donde el quisiera. ¿pero solo?

Así fue,  el niño se extravió y perdió su juicio, se desespero hasta que diviso una choza, media derruida, pero allí estaba, sus paredes de madera podridas a medias, sus ventanas anticuadas y sus puertas abiertas, como brindando seguridad a aquel niño desesperado que sabia que buen tiempo pasaría allí.

Sus padres siempre tan ocupados que varias veces se olvidan de él y su existencia, y su hermano ya hace mucho que se fue de su casa, mas allá de donde sale el sol, mucho mas allá del poco conocimiento del mapa de David, a por nuevos horizontes y metas.

El niño se adentra a la choza y siente frió y dolor, como si lo tiraran hacia atrás  para que no entre, una fuerza que no es suficiente, una fuerza que se da por vencida tras el empeño del niño, no pudo detenerlo y la briza que lo atravesó no hizo mas que asustar al pequeño David, al que le pareció extraño ver que estaba prendida la chimenea, pero todos los mueves verdes de moho tapados con mantas como si algún día fueron preparados para llegar a un destino distinto a este lúgubre recinto.

El suelo estaba húmedo y frió, pero el fuego era tan acogedor, que luego de calentarse, David se digno en husmear los muebles, a ver si algo raro aparecía pero todo hasta el momento parecía perdidos en el tiempo, la choza estaba rodeada por una laguna que no hizo mas llenar de humedad toda madera que se encontrara a su alcance, los arboles no se veían rebosantes de gloria, sino decaídos faltos de motivación, como si existiera un dolor que los carcomiera y busca derribarlos, todo con la compañía de una niebla que solo busca la desorientación.

El niño repleto de curiosidad escucha una voz, que viene de arriba, de una habitación que no vio, no reviso y se lanza en su búsqueda hasta hallar un armario, sin llave, pero con ropa en su interior podrida y hecha a menos, pero los agujeros de las prendas dejaba ver algo mas allá, un espejo olvidado.

Las Mil Caras del EspejoWhere stories live. Discover now