Capítulo 4:

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Había pasado casi un mes de que estamos juntos. Un mes completamente maravilloso para mí, no sé si Jimin pensará lo mismo.

–Jimin

–¿Sí, Hyung?

–¿Te gusta estar conmigo?

No hemos tenido ningún acercamiento, la tensión y ganas de hacerlo mío son cada vez más grandes, no creo poder soportarlo por mucho más tiempo, necesito hacerlo mío.

–Me agrada Hyung. Es amable conmigo, y no me ha tratado mal. Hyung, me he portado bien desde que llegué, ¿podría quitarme las esposas?

Tomé las llaves que siempre tengo en el pantalón y liberé su mano. De todos modos, la puerta está cerrada con las llaves que nunca me separo y no hay ventanas por las cuales escapar.

–Gracias, Hyung.

–Te lo ganaste Jiminie.

Me abrazó una vez estando libre. Es la primera vez que él tiene la iniciativa y eso despertó una ilusión en mí. Lo besé. Él siguió el beso, lento y nervioso, entreabrí los ojos para verlo y sí, él tenía sus ojos cerrados. Mi corazón se sacudió y me permití saborear sus labios, tan suaves y esponjosos; se volvieron mi adicción. Sus labios se movían al mismo paso que los míos, lento, me aproximé a introducir mi lengua en su boca y Jimin se estremeció y jadeó un poco; mi miembro comenzó a despertar.

Jimin se sentó sobre mis piernas, rozó con su trasero mi miembro haciéndome gruñir. Mis manos comenzaron a viajar por su cuerpo y dirigí mis besos a sus mejillas, ojos, su nariz y finalmente su cuello.

–Hyung...- gimoteó, tomó en su puño la tela de mi playera, tenía miedo.

–¿Quieres que me detenga?- me detuve pero no salí del hueco de su cuello.

–Tengo miedo. Hyung, nunca... he e-estado con nadie así.

Seré el primero en su vida.

–¿Quieres hacerlo?- lo miré a los ojos donde encontré sus miedos y dudas.

–¿Me... va a doler?-

–Trataré ser cuidadoso, amor. Seré suave, lo prometo- por favor, permíteme entrar en ti.

–Q-quiero hacerlo, Hyung- el sonrojo que tanto me encanta volvió aparecer. Besé ambas mejillas.

Lo bajé de mis piernas y lo puse con cuidado en la cama, me puse sobre él y comencé a besar su cuello. Con una mano me apoyaba sobre la cama y con la otra acariciaba su cuerpo, me alegro de haberle dado solo pantalones cortos y playeras de manga larga ya que puedo ver su piel.
Su hermosa y blanquecina piel, tan suave al tacto. Me concentré en besar su cuello y clavículas, inhalando lo más posible su aroma, tan dulce sin llegar a ser empalagoso, simplemente delicioso; sentirlo debajo de mí, retorciéndose por las nuevas sensaciones que empieza a experimentar, algo completamente nuevo y delicioso que haré que disfrute.

-H-hyung...- escucharlo gimotear en mí oído , su cálido aliento chocar con mi cuello.

-¿Sí, Jiminnie?- no me pidas detenerme, por favor.

-Me... duele- lo miré a la cara y sus ojos estaban cerrados por la vergüenza. Oh, mi niño, tan inocente...

-Déjame ayudarte con esto- toqué su bulto, apretado en la tela del apretado short que usa, el cual hace resaltar su trasero.

Lo desabroché y se lo quité, seguí acariciando suavemente su miembro sobre la tela de su bóxer. Sus agudos y leves gemidos encendían mi fiera interior que lo único que quería era penetrarlo con fuerza hasta hacerlo llorar de placer. Deslicé el bóxer con lentitud y su miembro salió disparado, necesitando ser estimulado; lo tomé y comencé hacerle un pequeño masaje en la punta con mi pulgar en movimientos circulares, después rodeé su miembro con mi mano y empecé a masturbarlo con una lentitud tortuosa; cada movimiento que hacía no quitaba la mirada de su rostro, maravillándome con cada expresión que hacía: soltar pequeños gimoteos por sus entreabiertos y húmedos labios, apretar sus ojos ocasionalmente cuando cambio la velocidad de los movimientos y cambiarla a una de sorpresa cuando descubría que le gustaba sentirlo, morder su labio inferior cuando trataba de no gemir demasiado fuerte, a lo que yo respondía abriendo su boca para escucharlo.

–H-hyung... hmm...- su respiración haciéndose cada vez más acelerada.

–¿Quieres más, amor?- detenía o ralentizada mis movimientos cuando respondía a sus llamados sólo para desesperarlo.

–Deme más, hyung- escucharlo pedir ser follado era como el canto de los ángeles al llegar al cielo.

Dejé su miembro para con el líquido preseminal estimular su entrada, se encogió en sí mismo y puso sus manos en mis hombros, estaba nervioso. Entonces solo masajeé su entrada esperando a que se relajara para comenzar a introducir uno de mis dedos, él se pegaba a mi torso buscando protección, me acomodé para besar su cuello y jugar con el lóbulo de su oreja con mi lengua; cada que lo escuchaba soltar gimoteos introducía más mi dedo medio en su entrada, tan estrecha y palpitante. Gruñí con el sólo pensamiento de tener mi miembro  dentro de él, necesitaba hacerlo pero no quería lastimarlo.

–H-hyung... me-meta otro- oh, Jiminnie, no sabes cómo me pone que me pidas eso.

–Tus deseos son órdenes amor- introduje otro dedo de golpe, se quejó así que lo besé con todo el deseo de poseerlo que llevo aguantando hace meses.

Simulé embestidas suaves con los dedos y el volumen de sus gemidos se dispararon a sobremanera, aumenté la fuerza y la velocidad. Éste niño es muy fuerte, sólo quiere y pide más... Quiero estar dentro.

–H-hyung... más, por favor. Deme más~- y fue cuando saqué los dedos de él para apresurarme a desabrochar mi pantalón (que lleva un muy buen rato lastimándome), liberé mi miembro y Jimin pareció asombrarse por el tamaño de éste. Vi en su rostro cómo quería tocarlo así que tomé su mano y la puse en mi miembro, eso le dio la confianza que necesitaba, se puso en cuatro en la cama y empezó a lamer mi miembro. Delicioso. Éste niño en serio sabe lo que hace a pesar de su aparente inocencia, su lengua saboreaba toda la extensión de mi miembro y lo metió todo de golpe a su boca, autopenetrándose cada vez más rápido, yo soltaba bajos gruñidos mientras Jimin jugaba con mi miembro con su boca y su lengua.

Sentía que me correría, lo tomé de la nuca y moví mis caderas penetrando con fuerza y rapidez su boca, sentí ese hormigueo en mi abdomen que indicaba que estaba cerca del orgasmo; lo agarré con ambas manos olvidándome por completo de tratarlo con cuidado. Finalmente me corrí en su boca, saqué mi miembro y sin que dijera nada tragó todo mi semen, incluso limpió las gotas que escurrieron por el largo de mi pene con pequeñas lamidas.

–Eres tan buen niño- se sorprendió por lo ronca que sonaba mi voz y lo agitado de mi respiración, lo tomé de las mejillas para que se irguiera y besarlo con lujuria y dulzura. Nuestras lenguas jugaban y bailaban dentro de su boca.

–H-Hyung- se separó de mi rostro, se dio vuelta dándome la espalda y volvió a ponerse en cuatro, eso sólo significaba una cosa:

Quiere que entre.

–Oh, Jiminnie~.

–Entre, hyung, por favor.

Sus suaves palabras en forma de pequeños gimoteos y la vista en primer plano del trasero de mi Jiminnie reanimó a mi amiguito, primero me puse a apretar su trasero y darle pequeñas pero fuertes nalgadas, ver la marca de mi mano en su pálido y gran trasero comenzó a volverse una adicción. En serio tenía tantas ganas de hacer esto con mi Jiminnie.

Le quité toda su ropa dejándolo desnudo ante mí, apoyé la punta de mi miembro en su entrada, sentía cómo empezaba a temblar, me acerqué a su rostro y besé su mejilla, dejando un largo recorridos de besos por su cuello, hombros y gran parte de su espalda. Me levanté, le di la vuelta para tenerlo cara a cara, su rostro estaba rojo y sus labios temblaban, lo besé y acaricié todo su cuerpo, jugué con sus pezones entre mis dedos, los besé y mordisqueé hasta que Jimin no pudo resistir más.

–¡Hyung, por favor, entre en mí!- ya estaba desesperado por ese anhelado contacto, complací a mi amado y comencé abrirme paso en su interior.
Enterró sus dedos y uñas en mi espalda por el dolor que sentía, ya que aunque lo hiciera despacio y con cuidado, aún así le dolería.

Me detuve un momento para que descansara, no quería agotarlo tan rápido; sólo le di unos segundos antes de introducirme de golpe por completo.

–¡Hyung!- lloriqueó, y no es para menos, creo que rompí su culo.

–Perdóname Jiminnie- era lo mejor, le dolería más si lo hacía despacio.

Empecé a moverme lentamente, después de largos segundos pudo empezar a disfrutarlo, gimoteando débilmente. Volví a besar su cuello y hombros, incluso una parte de sus clavículas mientras recorría su cadera, trasero y muslos con mis manos. Estaba muy apretado, incluso me dolía a mí así que traté de relajarlo, que se soltara y no se tensara.

–Relájate Jiminnie- lo susurré en su oído y con el calor de mi aliento y lo ronco de mi voz se estremeció por completo.

–Lo... lo siento, Hyung.-

Estaba apenado, podía asegurarlo por la manera en la que hablaba y cómo se negaba a abrir los ojos. Quiero ver esos hermosos ocelos marrones que se oscurecen por la lujuria y el placer que incrementaba en su cuerpo. Necesito hacerlo entrar en confianza.

–Oh, Jiminnie... eres tan hermoso...- si mi voz no temblara tanto por los espasmos de placer brindados por este ángel pudiera entenderme mejor.

–Hyung...-

–Dime amor-.

–Más rápido~- demonios, me matará de placer.

No hizo falta responderle con palabras, solo acaté a su pedido, pedido que realmente necesitaba realizar. La sensación de las paredes de su interior apretando mi miembro y la palpitación de éstas solo me hacía querer más de él, sentir lo más profundo de su interior, escuchar sus gemidos con claridad y sin miedo, sentir sus manos recorrer mi espalda con su tacto tan dulce y peligroso.
Peligroso porque me hace enloquecer.

Todo lo que he estado haciendo es un pecado, un pecado que cometería una y otra vez: el pecado del deseo, el pecado de la lujuria, el pecado del amor. Mi pecado capital.

–¡Hyung!- ver su rostro de este modo es algo celestial: su boca entreabierta que dejaba salir sus dulces gemidos en aumento presuroso, su mirada en la mía, sus labios tan gruesos y húmedos, labios que quiero poseer por la eternidad.

Lo besé con la mayor dulzura y deseo posibles, aumenté la fuerza y velocidad de mis caderas, tratando de llegar lo más profundo de él, tocar ese punto que lo haga gritar, ese punto tan dulce que lo haga sentir tan maravillosamente que sólo lo haga pedirme más, más hasta que nuestros cuerpos no necesiten de nada más que del contacto del otro.

Mi dulce Jiminnie se removía de placer debajo de mí, enterraba sus dedos en mi espalda, sentía su entrada apretarse y palpitar con fiereza. Subió sus manos a mis hombros, tratando de encontrar firmeza de dónde sostenerse.

–¡Hyung!- un último gemido, más fuerte que todos los demás de ese día, intenso y agudo. Sus piernas temblaron y apretó el agarre sobre mis hombros y se soltó por completo sobre la cama. Se corrió, manchando nuestros pechos con su semen.
Yo aún no terminaba, necesita correrme así que, olvidándome de ser gentil con él, comencé a embestirlo con fuerza y velocidad. Jimin se quejaba y yo hacía oídos sordos buscando mi propio orgasmo; lo siento tanto, pero lo necesito.

–¡Hyung! ¡Ah!- Jimin se volvió a correr encajando sus uñas en mi nuca y estirando mi cabello, a mi me faltaba poco para llegar, me agarré de la cabecera de la cama para poder hacerlo con más fuerza.

–Ah... Jimin...- de nuevo ese delicioso hormigueo en mi abdomen y por fin me corrí, dentro de él, llenando su interior con mi semen. Dejé salir un último gemido antes de dejar caer mi cabeza sobre su hombro, tratando de recuperar el aire que me hacía falta.
Las piernas me temblaban, estaba exhausto. Mientras esperaba tener las suficientes fuerzas como para acomodarme a su lado besé su cuello dejando pequeñas marcas de mordidas en él, no me importaba si se hacían notorias ya que nadie más que yo las vería.

–Hyung... duele- succionaba su cuello con fuerza, con toda la intención de marcarlo por completo, que se diera cuenta de que me pertenece, que es sólo mío.

–Ya casi termino amor- volteé su cabeza para continuar marcando el otro lado de su cuello, pero ver las marcas oscuras en su piel no me era suficiente, quería más...

Abrí la boca y lo mordí, Jimin lloriqueaba y trataba de alejarme, sujeté sus muñecas a cada lado de su cabeza y continué encajando mis dientes entre su cuello y hombro.

–¡HYUNG! ¡BASTA, ME DUELE!- sus gritos en súplicas extrañamente me excitaban, apreté más mi mandíbula anhelando seguir escuchándolo; me preocupé cuando sentí el sabor de su sangre en mi boca. Finalmente lo solté y saqué mi miembro de él; miré su rostro, estaba rojo y lleno de lágrimas.

Me acerqué a sus labios intentando besarlo pero corrió el rostro, me negó. Me sentí mal, no lo niego.

–¿Qué pasa amor?-

–Me lastimó...- su voz se cortó y volvió a sollozar.

–Oh, Jiminnie. Lo hice por amor, todo lo que he hecho todo este tiempo ha sido porque te amo.

Acaricié su mejilla y volví a intentar besarlo, esta vez no se negó y me besó con la misma dulzura que lo hice. Subió su mano a mi nuca y el suave tacto de sus dedos en esa zona me fascina, un hormigueo de relajación anestesió mi cabeza, me encanta.
Me alejé de su rostro y besé la mordida sangrante de su hombro, limpié las gotas que caían con mi lengua y descubrí algo: me encanta el sabor de su sangre. Mi Jiminnie es perfecto en todo, miré sus ojos y hasta la fecha no puedo descifrar qué fue lo que vi dentro de ellos. Acaricié su mejilla y me acosté a su lado, sobre uno de mis costados para poder seguir apreciando su belleza, acariciando toda su silueta y besando su rostro, cuello y hombros a lo que él respondía con pequeños jadeos.

Con mi rostro en su cuello, respirando su esencia natural, bajé mi mano a su trasero y lo apreté con fuerza, se quejó levemente y sentí mi semen saliendo de él. Limpié un poco mi mano con la sábana bajo nosotros.

–¿Hyung?- lo miré a los ojos esperando a que me dijera algo, asentí indicando con ese gesto que continuara- ¿podría decirme su nombre?-

Esa en serio no la vi venir, nunca esperé que pidiera saber mi nombre.

–¿Por qué quieres saber eso, amor?- me extrañaba demasiado, desde el principio, como mantuve mi anonimato hacia él se refería a mí como señor hasta que le aclaré que teníamos caso la misma edad, entonces comenzó a llamarme Hyung.

–Quisiera saber... con quien perdí mi virginidad- bajó su rostro mientras este se volvía rojo.

–Bueno... mis compañeros de baloncesto me llamaban ShooGua, era el tiro protector.-

–Pero, ¿cuál es su nombre? Dígamelo Hyung, por favor- me suplicaba con la mirada y la verdad estaba a punto de ceder, pero logré controlarme y pude decirle que no.

–Sólo dime Suga- no pienso decirle mi nombre, no quiero que me tenga miedo.

–¿Suga?- estaba confundido- ¿por qué no me quiere decir su nombre?- se sentó en la cama, dejando al descubierto sus abdominales bien marcadas y su pecho fornido.

–Tengo un pasado, pasado del que no quiero que temas. Jimin créeme, es mejor que dejes eso así, no te diré mi nombre.-

–Está bien- se dio la vuelta y volvió acostarse, dándome la espalda. Estaba enojado, lo sé, pero prefiero que esté enojado por un tiempo a que me mire con miedo por siempre.

Besé su cabeza antes de levantarme, tomé mi ropa, solo me puse mi bóxer y caminé hasta la ducha.

Mi Pecado Capital (YoonMin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora