Fui con mi madre a mirar vestidos y zapatos a la tienda que hay en la esquina de nuestra casa para el baile del instituto. La tienda siempre tenía vestidos bastante elegantes y mi madre veía mejor ir allí a mirar primero antes que ir a otras tiendas ya que esta nos pillaba muy cerca de casa. El baile me hacía mucha ilusión, y no solo porque era mi primer baile de instituto, sino también porque a mis amigas y a mi nos costó mucho convencer al director, el cual también es nuestro tutor, para que cediera a prestarnos el gimnasio del instituto para hacer un baile ya que él decía que podía descontrolarse mucho, pero al final cedió poniendo algunos profesores como carabinas para que no pasara nada. Yo soy muy indecisa hasta que encuentro la ropa perfecta. Así que nos pasamos un buen rato mirando y probando vestidos.
-Este es muy bonito ¿verdad? - me dijo mi madre enseñándome un vestido rosa con flores por el escote.
-No me gustan esas flores... - respondí - ¿Qué te parece este? Es sencillo pero muy bonito - le decía mientras le enseñaba un precioso vestido azul eléctrico con unos finos tirantes que llegaba hasta un poco más alto de las rodillas.
-Es perfecto para ti, ves a probártelo.
De camino hacia el probador estaban los zapatos a juego con los vestidos que había en la tienda. Busqué unos negros para que pegaran con el fino cinturón del vestido y cuando encontré unos perfectos para mí entré en el probador de la cortina rosa. El vestido me iba perfecto, era como si estuviera hecho para mí: el escote marcaba el poco pecho que tenía realzándolo todo lo posible, los tacones y la falda me hacían unas piernas perfectamente pulidas. El color de los tacones pegaba con el color del cinturón, y también con el color de mi pelo (aunque mi pelo era más bien castaño oscuro). Abrí la cortina rosa para poder enseñarle a mi madre cómo me quedaba y que me diera su opinión, pero al encontrarla con la mirada me di cuenta de que se había encontrado en la tienda con una amiga suya que hacía tiempo que no veía, así que dejé que conversaran tranquilamente y yo me entretuve mirándome en el espejo que había fuera del probador. Me fascinaba la idea de ir al baile así de guapa, pero tenía un problema: aún no tenía pareja. Era la única de mis amigas que no había conseguido pareja para el baile a día de hoy, lo que me ha provocado estar algunas noches en vela pensando en ello, aunque yo estaba segura de que iría al baile con o sin pareja a ese baile que iba a ser magnífico. Además, aun quedan unas tres semanas para el baile. Si todas mis amigas habían encontrado pareja ¿por qué yo no?
-Te queda muy bien - me dijo alguien haciendo que volviera a la realidad. Me giré sobresaltada hacia el chico que se reflejaba en el espejo y que, raramente, me había halagado. Era un chico alto, como mucho con un año más que yo, con el pelo ligeramente rizado, rubio y con ojos azules como el mar. Nada más mirarlo tuve la sensación de haberlo visto en algún sitio antes, pero no lograba recordar dónde.
-Oh... gracias. Es para el baile del instituto - dije mientras me perdía en sus ojos.
-¿Hacéis bailes en el instituto? Vaya... eso me recuerda a un baile con una vieja amiga - dijo mientras recordaba algo que solo él podía ver en su mente.
-Perdona, pero... me suena tu cara ¿nos hemos visto antes?
-Sí, muchas veces. Pero has cambiado. Bueno... hemos cambiado los dos - dijo sonriéndome.
-¿Cómo te llamas? - pregunté un poco avergonzada al no poder recordarlo.
-Ya lo descubrirás - dijo sonriéndome de nuevo y, acto seguido, se fue. Extrañamente lo eché de menos en cuanto dejé de verlo.
Me quedé atónita pensando en lo último que me había dicho. ¿Qué quería decir con que ya lo descubriría? ¿Se cree que soy adivina o algo? Y lo más importante... ¿De dónde me suena tanto ese chico?