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—¿MinHyuk?, ¿me estás escuchando? —una voz le llamó por tercera vez, buscando captar su atención, a lo cual MinHyuk finalmente apartó la vista de la ventana para enfocarla en el bajito chico que con cierto fastidio le observaba, y quien no hizo más que rodar la vista mientras se cruzaba de brazos, y pasaba una de sus piernas sobre la otra—. ¿Por cuánto tiempo planeas dedicarte a acosarlo?
—¿Qué?, no sé de qué hablas, yo no acoso a nadie —repuso el rubio casi al instante, apartándose de la ventana al caminar hacia el sofá individual frente al cual KiHyun se encontraba, y quien no dejaba de mirarle con esa expresión que a MinHyuk sacaba de quicio, esa expresión de "Ya lo sé todo, no intentes engañarme".
—Claro, ¿y entonces quién es ese al que te la pasas dibujando?, tienes tu cuaderno de bocetos lleno de retratos del mismo hombre, ¿me dirás que salió de tu imaginación?
MinHyuk se sintió acorralado. Sabía que mentirle a KiHyun era casi imposible, el chico era su amigo desde hacía diez años, lo conocía incluso mejor de lo que MinHyuk se conocía a sí mismo. Se sabía al derecho y al revés cada historia sobre cada uno de los amores platónicos del rubio pintor, y conocía bastante bien esa mirada que MinHyuk tenía al estar viendo por la ventana, la había visto cientos de veces. Esa mirada soñadora y llena de ilusión.
MinHyuk entonces suspiró. Se rindió. No podía tratar de mentirle, ni siquiera tenía sentido intentar hacerlo.
—No hemos hablado nunca..., bueno, no hablar formalmente —comenzó a explicarle, mientras jugaba con sus dedos nerviosamente—, una vez choqué con él por accidente, y... no sé qué pasó, sólo sé que desde entonces no he podido sacármelo de la cabeza.
—¿Y por qué no lo abordas un día de estos?, el chico siempre está ahí frente al edificio, deberías aprovechar las oportunidades que se te presentan antes de que sea muy tarde.Esas palabras indudablemente hicieron eco en la cabeza de MinHyuk. ¿Por qué no lo abordaba?, esa era una buena pregunta. Ni siquiera necesitaba una excusa demasiado elaborada, y el chico parecía bastante amigable. ¿Por qué, entonces, sus piernas temblaban, sus manos sudaban y el corazón se le quería salir del pecho ante la simple idea de acercarse casualmente a saludarlo?
«Tal vez porque no todos son gays como tú» se recordó. Y tenía sentido. Tras incontables rechazos porque su gaydar parecía estar averiado y terminaba siempre fijándose en chicos totalmente heteros, MinHyuk, a esas alturas de su vida, ya temía acercarse a cualquier chico porque él mismo sabía que sería un fracaso. Se había dado por vencido, ya ni siquiera le apetecía intentarlo más.
Constantemente KiHyun y él bromeaban al respecto, diciendo que Min tenía alguna maldición y necesitaba ir con un chamán o brujo para que le hicieran una limpia, una barrida, o algo, cualquier cosa que pudiese ayudar al pobre miserable. Aunque al final todo aquello no eran más que meras bromas entre ellos porque, ¿qué más podía hacer Lee MinHyuk sino intentar ver al menos el lado divertido de su desgraciada situación?—¿Y qué pasa si lo intento, y el resultado es el mismo de siempre? —le preguntó MinHyuk a su amigo luego de haber soltado un suspiro tan largo que KiHyun temió el alma se le hubiera ido en él.
—¿Y qué pasa si lo intentas, y el resultado es diferente esta vez? —intentó animarle—, nada pierdes con intentarlo, Min..., si terminan juntos, genial, si no, ¿cuál es el problema?, total, despegados ya estaban.
MinHyuk no pudo evitar reír ante las elocuencias de KiHyun, y así se mantuvieron por un largo rato más, conversando sobre todo un poco, hasta que el chico de coloridos cabellos color salmón decidió que era momento de marcharse. Se despidieron con la promesa de que MinHyuk iría a la exposición fotográfica de KiHyun la semana próxima, y éste finalmente se marchó mientras MinHyuk le miraba desde la entrada principal del edificio; y mientras le miraba caminar con rumbo a su auto, su vista casualmente se desvió hacia cierta botarga de oso que simpáticamente interactuaba con un par de niños que reían divertidos ante los bailes graciosos que aquella mascota realizaba, y MinHyuk no pudo evitar sonreír bobamente.
Quizás KiHyun tenía razón..., ¿y si el resultado esa vez era diferente?, ¿y si su racha de mala suerte de una buena vez por todas llegaba a su fin?Con ese simple pensamiento en mente que pareció motivarle más de la cuenta, MinHyuk revisó en sus bolsillos si llevaba su billetera, y al notar que, en efecto, ahí se hallaba, supo que era una señal divina, una invitación a dejar atrás sus miedos y acercarse al chico de las bonitas mejillas con adorables hoyuelos, así que reuniendo todo el valor posible, caminó hacia el otro lado de la calle, hacia la tienda de conveniencia para la cual el chico trabajaba, y entró, pasando de largo de la botarga para ir directo hacia el área de refrigeradores de donde sacó una botella de agua, la cual posteriormente llevaría hacia el mostrador para pagar por esta.
Bien, había avanzado un 90% en su plan, ahora sólo restaba, entregarle dicha bebida al chico de la botarga de oso.—Vamos, MinHyuk, tú puedes hacerlo, no es tan difícil —se decía a sí mismo, mientras esperaba frente al mostrador por el cambio del billete con el cual había pagado; pero todo dentro de sí pareció colapsar, todos los ánimos que intentó darse, ese 10% restante se fueron por la coladera en el momento en que cierto chico castaño entró a la tienda, sin la cabeza de oso, con la carita sudorosa pero con esa sonrisa que resaltaba esos hoyuelos que a MinHyuk hacían suspirar. El chico se acercó al mostrador, MinHyuk sabía que estaba diciendo algo al chico tras el mostrador, pero no sabía exactamente de qué hablaban, era como si todo el mundo se hubiera detenido, como si el mundo corriera en una de esas viejas películas sin sonido alguno.
Quiso, de verdad quiso entregarle aquella botella de agua que había comprado, pero cuando el chico volvió la vista hacia él, MinHyuk no pudo hacer más que huir de ahí, salió a prisa, ignorando los gritos de los dos chicos que le avisaban que se había dejado el agua, y asimismo el cambio.
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[mx] Honey drops; joohyuk.
FanfictionMinHyuk adoraba ver a aquel chico de adorables mejillas con hoyuelos desde la ventana de su estudio, aunque, irónicamente, pocas veces había logrado verle sin ese traje de oso que usaba al repartir volantes en la acera de enfrente. Aún así, ese par...