Tras varios minutos de estar corriendo y de explotar cuanto objeto sospechoso viera (ósea cualquier cosa), Gokudera por fin se detiene a tomar un respiro y analizar su situación.
Durante la persecución, él y la niña sacada de la película del aro habían perdido de vista al décimo capo de los vongola. Y al haber perdido el objeto de su enojo por su despertar brusco dirigió toda su atención al pobre desgraciado de las dinamitas. Gokudera no está seguro pero cree haber lanzado miles de explosivos que serían capaces de estallar el sol, eso sí, las paredes se mantuvieron intactas... maldita sea. Sin mencionar que hizo suficiente cardio para una vida, pero por fortuna logró perder a la jodida cría.
Jadea exhausto, contempla el amplio pasillo con cuadros oscuros en el que terminó parado y suelta una maldición por lo bajo. Lo peor no es que se encuentren varados en un sitio desconocido y absolutamente peligroso, sino que en un momento como ese, en el que probablemente su preciado jefe se encuentre confuso, aterrado y necesite demasiado a su mano derecha, él esté perdido y probablemente muy lejos.
Gokudera bufa con una mezcla de frustración y enojo, casi dándose una bofetada mental por estar recriminándose a sí mismo cuando debería pensar en qué dirección tomar para empezar a buscar a su décimo. Suelta un último suspiro regresando a su respiración normal, listo para volver al cardio que el mismo sonic diría que es duro, pero entonces divisa un movimiento extraño por el rabillo del ojo.
Su rostro gira hacia un cuadro grande, de una joven en ropa de colegiala y sonrisa estúpida de picardía mientras le hacía seña de saludo y luego apuntaba a un lado con su dedo índice. De antemano él no se lleva bien con las chicas, y la cosa empeora si está metida en un cuadro y sonreía de forma sospechosa.
—¿Qué mierdas quieres? No tengo tiempo para juegos, debo buscar al décimo—Dice brusco, con ese tono despectivo que usa para golpear a la escoria (Los cuales suelen ser maleantes y a veces cierta vaca estúpida). La imagen de la chica asintió eufóricamente empecinándose a apuntar a esa dirección que señalaba.
Parpadea con la expresión ceñuda.
—¿Me estás diciendo que está por allí?—Interroga, a lo que ella asiente numerosas veces como respuesta. Gokudera es consciente que le está hablando a una jodida pintura, pero oye que todo aquí es muy loco y probablemente el mismo esté enloqueciendo, de lo que está seguro es que toda pista es válida para buscar a su décimo—si me estás mintiendo volveré y te explotaré en pedazos.
La chica alza la mano derecha mientras que con la otra se hace una cruz en el pecho, todo con un rostro de seriedad absoluta como si le estuviera jurando lealtad a la bandera. Gonkudera sólo chasquea la lengua mientras camina hacia la puerta con cautela.
Tras la puerta se encontró con unas escaleras que iban en espiral hacia arriba, Gokudera volvió a mirar con desconfianza el cuadro de la chica y ésta le sonrió ampliamente con confianza. Sólo volvió a chasquear la lengua antes de empezar a subir escalones.
El sitio era angosto tenuemente iluminando por lámparas, su mano se apoyaba en la pared rocosa mientras subía con precaución.
—Hace frío...—Murmuró, notando el cambio de ambiente. Al seguir avanzando se percata de la caída de unos pequeños cristales fríos—¿Copos?—dice algo incrédulo, lo último que le faltaba a este sitio era que nevara.
Pero cuando alzó la cabeza se encontró con que la parte de arriba de la espiral estaba congelada. Se sobresalta, no parecía algo hecho a posta, con dificulta por lo resbaladizo que era ese sector de las escaleras logró llegar a una base que llevaba a un pasillo con una puerta entreabierta congelada. Es una suerte, porque de haber estado cerrada hubiera sido bastante difícil abrirla sin una dinamita de por medio.
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Prueba de Valor: Humor negro.
FanfictionUna carta en un sobre de cuero, un bosque en penumbras, la típica mansión que da mala espina, con un anfitrión con más aburrimiento que tu maestro de matemática ¿Quiénes se anima a jugar un juego?