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Estar enamorado es terrible.
Busco ya sólo estar cerca de él, no duermo bien, me tiembla el cuerpo cuando estamos cerca, me enoja que mire a alguien más que no sea yo, todo el rato me arreglo el cabello cuando estamos juntos. Una pesadilla, pues.

Y las cosas no han mejorado, todo el tiempo se la pasa con Diego y a mí me ha dejado de lado, no sé si debería insistir. Así que dejo que hablen cuando están juntos porque sé que se conocen de más tiempo y tienen que ponerse al día. Nunca será lo mismo hablar con alguien por videollamada que hacerlo en persona.

A Diego se le dan las palabras, habla hasta por los codos y nunca se calla lo que piensa, yo nunca he sido bueno hablando y lo comprobé cuando intenté decirle a Temo que lo quería y sólo me temblaba la voz. La mejor idea que se me ha ocurrido es escribirle un carta.

Tomo una hoja y una pluma, escribo Temo. Y me bloqueo totalmente ¿Cómo empiezo? ¿qué se supone que debo decirle?. Escribo pero tacho, reescribo y vuelvo a tachar, así nunca voy a terminar.

¿Y qué le diré cuando la termine? No puedo dársela así como cualquier cosa e irme. ¿Se la debo de leer yo?.

Trato de no pensar en nada y dejo que mi mano escriba por sí sola y así sólo puedo escribir palabra por palabra hasta llegar al final. La releo y sólo le hago unos cambios. Doblo la hoja en cuatro y mi corazón se acelera de una forma horrible y me cuesta respirar. Me doy cuenta que ya no queda nada más por hacer, sólo debo leérsela y ya está. 

Miro mi celular y me percaté que era hora de tomar mis pastillas. Me levanto de mi silla, voy por un vaso de agua a la cocina y me encuentro con Temo en la sala de la casa.

—Tu mamá me dejó pasar — sonrió y yo intenté comportarme tranquilo pero juro que era imposible, todo me ponía nervioso — me dijo que te avisara que salió.

—¿Sí? — fue lo que alcancé a decir, últimamente ya no prestaba atención a nada — hace mucho ya no vienes...

Sólo sonrió, era yo quien no iba a su casa desde que Diego llegó.
Yo siempre huía de mi casa para ir a la suya, porque sentía más hogar a su lado que aquí.

—Tú no me has invitado.

—Pero sabes que puedes venir cuando quieras. — Ambos sabemos que es verdad, desde que Audifaz ya no vive aquí todo se volvió más ameno y más tranquilo.

—Gracias — dice asintiendo.

Desvío la mirada y de pronto recuerdo por qué había ido a la sala y voy de nuevo por el vaso de agua, le ofrezco a Temo y él dice que no. No me queda otra alternativa y tomo mis antidepresivos frente a él.

—¿Estás enfermo? — se acercó a mí y tocó mi frente para confirmar si no tenía fiebre, me rio por su acción y después se me borra la sonrisa de golpe, le tengo que explicar por qué tomo medicamento.

—Algo así — respondo y sigo tomando agua para evitar responder

—¿Por qué?

—No sé cómo contarte.

—¿Te pasa algo? ¿te sientes mal?

—No — siempre se ha preocupado mucho por mí — tengo depresión — evito hacer contacto visual cuando se lo digo, no sé qué vaya hacer o decir, así que sólo espero lo peor.

—¿Por qué no me habías contado? — se acerca a abrazarme — dijimos que seríamos amigos otra vez, puedes contarme lo que sea.

Me cala la palabra amigos. Le devuelvo el abrazo y cuando menos me doy cuenta ya estoy llorando en su hombro.

—Porque me daba miedo tu reacción.

—¿Por qué miedo?

—Es una enfermedad Temo, sólo que no se cura — hago una pausa y de paso nos separamos del abrazo —  sólo se controla y me da miedo aceptar que siempre será parte de mí, no puedo controlar los bajones que me dan, no quiero que pienses que soy raro o que sólo quiero llamar la atención, tampoco sé si lo entiendes del todo.

—Nunca pensaría eso de ti. No sé mucho del tema pero aquí estoy para ti, puedes explicarme para entender mejor lo que te pasa ¿sí? — asiento con la cabeza y le sonrío.

Nos hacíamos bien el uno al otro. Los dos nos hacíamos falta y no teníamos que decirlo en voz alta para confirmarlo. Hace ya tiempo que no teníamos éste tipo de cercanía. Nos quedamos hablando un rato más y cuando sentí que era el momento de darle la carta le digo:

—¿Puedes esperar aquí? — le digo.

—Sí

—Pero no me sigas, ni voltees.

Me levanto del sillón y voy corriendo a mi cuarto en busca de la carta. La tomo entre mis manos y la miro un rato, ya la había terminado.

La escondo cuando voy con él y me mira sonriendo.

—Hace mucho quiero hablar contigo… Pero no sabía qué decirte así que mejor lo escribí. — me mira confundido y yo saco la carta de mi bolsillo trasero, desdoblo la hoja y empiezo a leerla.

"No sé cómo empezar esta carta, sobretodo porque nunca sé cómo expresar mis sentimientos. Es algo que me enseñó mi papá, nunca me dejó llorar cuando algo me afectaba. Sé que tuviste una vida difícil en Toluca y yo también la tuve cuando no estabas tú aquí.

Ojalá te hubiera conocido antes.
Ojalá nos hubiésemos tenido el uno al otro cuando más nos hacíamos falta.

Pero nos encontramos en el momento adecuado. Donde yo trataba de huir sobre las burlas que hacían sobre mis calificaciones, el rechazo de mi papá y tratando de encontrar desesperadamente una salida a todo eso. Tú salías de tu vida pasada, huyendo de la homofobia, empezando una nueva vida en otro lugar, siempre has sido valiente.

Has estado para mí siempre.

Porque tú me salvaste, yo te salvé, nos salvamos los dos.

No puedo enumerar la cantidad de cosas que me enseñas, lo fuerte que me haces sentir, ni lo libre y protegido que me encuentro siempre a tu lado.

Y ojalá hubiese estado a tu lado en aquellas tardes en las que estuviste solo en casa. Te prometo que te hubiera dado la mano y te hubiera dicho que nos tenemos el uno al otro.

Pero no puedo hacerlo, porque forman parte de nuestro pasado y eso nos llevó a conocernos. Pero algo sí puedo hacer. Puedo decirte hoy lo mucho que significas para mí, lo mucho que has cambiado mi vida y te agradezco por tenerme paciencia en todo éste proceso. Y hoy por fin lo tengo claro Temo. Puedo decirte con certeza que también te amo.

Termino de leer y lo miro, esperando una respuesta con el corazón acelerado, tiene la cara inexpresiva y a mí me dan ganas de salir corriendo.

—No sé qué decir Ari...

Nos quedamos en silencio unos minutos que para mí fueron horas.

—No sé si creerte… — tenía la mirada enfocada en sus manos, no quería mirarme a los ojos — hace apena unos días me dijiste que no eras gay.

—Temo…

—Déjame pensarlo ¿sí?

Asentí y a mí se me acumuló agua en los ojos.

Se fue por la puerta.

Y yo le mandé un mensaje cuando se fue.

No te apresures
No hay presión.

Fun fact: me inspiré con la canción "no pressure" de justin por si quieren oírla jeje.

Sin presión ; AristemoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora