Une touche de magie

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—¿Hacer tu..., disfraz? —repitió Marinette, preguntándose si había escuchado bien.

—Diseñarlo, más bien —dijo Adrien, sonriéndole con un poco de vergüenza—.Los amigos de mi padre celebran una fiesta para reunirse todos, es algo que repiten todos los años y la organización varía según a quien le toque. El año pasado fue el turno de mi padre, que organizó una fiesta de...

—Una fiesta de blanco y negro— Se adelantó Marinette.

—Sí, ¿cómo lo sabías?

—Bueno... —comenzó a decir Marinette con duda, entrelazando sus manos en un gesto nervioso—. Sé de qué fiesta me hablas, cada año sale en todos los medios y webs especializados en moda.

Marinette no dijo que tenía en su habitación copias de algunas de las fotografías que los fotógrafos le habían sacado a Adrien en el evento, vistiendo un frac totalmente blanco que había diseñado su padre para él. La larga levita blanca con solapas de seda y el chaleco marfil perlado habían sido todo un sueño de la moda para Marinette, pero sabía que esa no era la razón por la que guardaba con tanto apego las fotos.

—Sí, es una fiesta que se llena de medios de comunicación. En realidad es una gala, pero... En fin, que este año la organiza Celastiel y se ha empeñado en que el tema sea una fiesta de disfraces, quizás porque cae en Halloween y siempre se había quejado de que nadie aprovechara la fecha para eso... A mi padre ya parece que le está dando suficientes quebraderos de cabeza pensar en el diseño que llevará el mismo, así que pensé en buscar mi disfraz por mi cuenta. Pero soy terriblemente malo en esto así que pensé en ti.

—Yo..., yo no sé qué decir... Yo jamás he diseñado nada para algo tan grande.

—Pero no hay nadie más ideal que tú para pedirle este favor, ¡me encantan tus diseños!

Marinette lo observó de hito en hito, con los ojos abiertos muy abiertos, totalmente pasmada. Poco le faltó para empezar a boquear como un pez, aunque casi lo había hecho al hablar tan torpemente antes.

—¿No me crees?

¡¿Cómo hacerlo?!, quiso preguntarle Marinette. Adrien vivía rodeado de las mayores figuras en la industria del diseño y la moda.

—Me gusta el enfoque casi mágico que les das a todos tus trabajos, todos parecen brillar con luz propia. Me gusta como tomas todas las inspiraciones que te llevan a un diseño y las llevas hasta a ti tan profundamente que se convierten en algo totalmente tuyo. Pones el corazón en cada trabajo y eso es lo que me gusta. Solo quiero llevarme una pizca de tu corazón conmigo.

Y el cerebro de Marinette se desconectó. Simplemente. Se quedó sin señal, emitiendo solo un pitido molesto que llenaba tensamente el vacío mientras ella lo miraba sin emitir una palabra.

—¿Marinette? —la llamó Adrien—. ¿Estás bien?

—Yo... Sí... Yo estoy...

En su cabeza, Marinette casi pudo escuchar las bromas que Anya podría hacer a su costa con esa situación: Por supuesto, ¿lo quieres poco hecho o en su punto? Ya lo tienes enterito para ti.

—Estoy bien, estoy bien, es solo que no esperaba que tuvieras tan buena impresión de mí.

—Claro que la tengo —dijo Adrien, ampliando su sonrisa—, y sé lo que me digo. He estado rodeado de toda clase de personajes del mundo de la moda y cuando hay alguien con talento, se nota.

Marinette inspiró hondo, aunque la respiración se le atoró un par de veces, sintiendo un peso cálido colocarse sobre sus hombros. Esas palabras, ese reconocimiento, valían mucho, no solo por ser Adrien, sino por ser una persona que había nacido y crecido en una industria a la que ella anhelaba entrar. Con su propio pie, sus propios pasos.

—De acuerdo, haré tu disfraz. Dime sobre qué lo quieres, también necesitaría tus medidas y la fecha límite...

—¡Es estupendo! Muchísimas gracias, Marinette. Te recompensaré por esto.

—¡Oh, no es necesario! Lo haré como un favor a un amigo.

Adrien sonrió al ver que Marinette se refería a él como su amigo. Cada vez que la escuchaba decir esas cosas, sentía que la barrera que extrañamente existía entre los dos se reducía un poco. Pasitos de bebé, se dijo él.

—No, no, es un trabajo muy duro y ese empeño merece un pago.

—Me sentiría rara recibiendo un pago de un compañero de instituto, Adrien.

—Mmm... ¿Y si la recompensa no es monetaria?

—¿A qué te refieres?

—¿Y si vienes conmigo a la fiesta?

—¿¡Yo!? Reunida con todos esos..., esos genios... Me moriría de la vergüenza, creo que me cederían las piernas.

—Solo tendrás que tomar mi brazo para sostenerte. No voy a dejarte caer.

K.O. Perfect. Marinette casi pudo ver los letreros de Game Over por encima de su cabeza. Lo de su corazón había sido un combo en toda regla destinado a estrujar su adolescente corazón y convertirlo en un manojo de nervios, pero eso... Sintió toda su cara enrojecer como una cereza y apenas pudo taparse la cara con las manos, temiendo cometer o decir alguna estupidez.

—¿Marinette? —la llamó Adrien con duda, temiendo haberla ofendido—. ¿Estás bien?

Marinette asintió, sin destaparse la cara. Apartó los dedos de sus ojos solo cuando percibió la preocupada y penetrante mirada de Adrien sobre ella.

—Sí —dijo Marinette, llevándose las manos a las mejillas y comprobando que aún estaban calientes—. Iré contigo.

La mueca preocupada de Adrien desapareció y volvió a sonreír.

—Es estupendo. Será la primera vez que asiste alguien de mi edad para variar, si obviamos a Chloé, así que será divertido.

—¿Y de qué planeas ir?

—Mmm... No lo sé, ¿qué podría ser? Solo quiero que sea algo con tu toque de magia.

FIN

Miércoles, 31 de octubre de 2018

Miércoles, 31 de octubre de 2018

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