IV

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CYNDI

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"Para mí lo usual es inusual"

-Cyndi Lauper.


Una chica enojada con la vida y hambrienta de rebeldía caminaba con paso decidido por la calle Moore. Poco importaba que la lluvia mojara su ropa y arruinara su cabello y maquillaje, poco importaba el olor fétido proveniente de las alcantarillas. Eso a ella no le molestaba, no mientras la luna estuviese en lo alto del cielo nocturno y la iluminara como la super estrella que era. La calle era su escenario y ella sería la mejor de las divas.

Aún podía sentir la emoción de haber escuchado en carne propia a los Velvet Underground, y de haber tocado al guapísimo de Lou Reed. Se sentía de maravilla cantar al unísono con un montón de extraños reunidos por una causa común: la buena música. No olvidaría esa noche en mucho tiempo, y menos ahora que había conseguido una camiseta autografiada por cada uno de ellos.

Casi al llegar al parque que todos conocían pero que nadie se atrevía a cruzar sintió una punzada en el estómago: se moría de hambre. Justo en frente pudo observar una suerte de cafetería que rezaba, La caffetteria della vita, y la promesa de una buena comida y unas horas fuera de la lluvia la convenció para entrar.

El tintineo de las campanas la recibió en el establecimiento, todo el lugar parecía a punto de desmantelarse. Al entrar pudo observar a un curioso anciano que se le quedó mirando hasta que ella tomó asiento en una de las mesas que se encontraban cerca de un gran ventanal. Ya le era normal que las miradas la siguieran a donde quiera que iba, tenía que acostumbrarse. Hizo una seña para que la mesera se acercara a su mesa, era una mujer guapa y con un cabello de estrella de cine. La mesera se le acercó y sacó una libretita para apuntar su pedido.

—¿Qué vas a querer, cariño? — Le dijo con un acento muy marcado y una sonrisa deslumbrante.

—¿Tienes algo con alcohol?

—Mi niña, eres muy pequeña para eso, ¿te apetece una taza de café?

—Amm... creo que está bien. -dijo con cierta decepción.

La verdad era que Cyndi odiaba que la trataran como a una niña, ella había dejado de serlo hace mucho tiempo. Incluso se había acostado con un par de chicos e incluso una mujer, pero al parecer su rostro infantil aún la perseguiría por un buen tiempo.

De su mochila comenzó a sacar una serie de paquetes: entre ellos "The Velvet Underground & Nico" con la icónica portada hecha por Andy Warhol, y la camiseta de los velvet autografiada por ellos mismos. No podía reprimir su sonrisa, había sido la mejor de las noches. Escuchar el sonido de la batería, la guitarra, la voz claustrofóbica del buen Lou; no podía ser un mejor día. Aunque tal vez el concierto de David Bowie que sucedería la semana que viene le daría más de que hablar. Recientemente había decidido escucharlo, tenía muy buenas canciones, además de su apariencia de extraterrestre proveniente de marte. Sin duda sería una experiencia interesante.

La mesera le trajo su taza de café negro, sin nada de azúcar

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La mesera le trajo su taza de café negro, sin nada de azúcar. Justo como le gustaba. Dio un pequeño sorbo mientras recordaba la ultima pelea que había tenido con sus padres. Era bastante obvio que no volvería con ellos, estaba mejor en el nuevo departamento que había conseguido, incluso tenía un trabajo decente en una tienda de comics. Podía estar sola, sin sus padres y amigos, pero al menos tenía música. Eso era suficiente.

Escuchó el tintineo de las campanas y vio como un hombre adulto con una chaqueta de cuero entraba y tomaba asiento en una de las mesas cercanas al baño. Se preguntó qué lo habría traído aquí. Su aspecto misterioso realzaba su atractivo. Posó su mirada en el sucio techo, una cucaracha paseaba por ahí y se escabullía por un agujero. La luz mortecina de las lámparas titilaba a cada tanto, y el ambiente se respiraba sombrío y acabado. Sin duda esa cafetería era todo un personaje en sí misma.

Ya por la madrugada vio como una mujer y su hijo llegaban empapados y pálidos a sentarse en una de las mesas de la entrada. Al observarla por un momento supo que tenían más en común de lo que parecía, pero trato de que no le afectara. En vez de eso se dedicó a admirar su camiseta autografiada, no volvería a tener tanta suerte en la vida.

Se tomó de un trago lo que quedaba del café, ahora frío, y tarareó "Pale blue eyes" con la dulzura de un viejo amor. Saboreó las palabras en sus labios, visualizándolas en su mente. La canción era simplemente perfecta. Tan buena como el café caliente en una noche lluviosa. Y tan solitaria como la vida misma, como esa cafetería.

Cyndi se preguntó que le depararía el futuro, mentiría si dijese que no tenía miedo. Lo tenía. Era una niña jugando juegos de adultos sin un manual que le dijera que hacer. La vida no es fácil, se dijo mientras observaba al viejo que bebía cerveza. Al menos el ya sabía cómo hacer las cosas, ahora le tocaba a ella descubrir todo. Enseñarse a vivir la vida.

Meneó la cabeza en una señal reprobatoria, no podía pensar en esas cosas tan deprimentes. Viviría el día a día al máximo, no importaba que cometiera errores, se levantaría. Permanecería autentica a ella misma, lo juraba por su mano izquierda.

Y con una sonrisa en los labios continuó imaginándose un futuro prometedor, ignorando los berridos del niño acompañados de los de su madre. 

La cafetería de la calle MooreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora