1 - Fractura.

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La noche era demasiado fría, mi vestido no protegía a mi cuerpo del erizante frío que hacía. Los zapatos rojos que me había regalado mi esposo estaban tan justos que ya me habían sacado ampollas.
No podía creer que después de 4 años de matrimonio  y un hijo él aún no supiera que talla de zapatos usaba, pero era demasiado lógico, él no ponía ni la más mínima atención en mí, era como algo que le pertenecía, con quién podía tener sexo gratis los días que quisiera, una sirvienta, cocinera, mucama y una niñera de tiempo completo, solo que sin derecho a vacaciones, prestaciones de ley, seguro médico o un salario semanal, quincenal o mensual. 

¿Es qué para eso servía el matrimonio hoy en día? Estaba tan harta de vivir así todos los días, que la única manera que tenía ahora mismo en frente, era alejarme de su lado, llevarme mi pequeño hijo conmigo y salir adelante. 

— Raquel — Escuché la voz del hombre del hombre al que una vez amé hablarme. — Raquel por favor detente.

No, no me detendría, porque él no se había detenido en ningún momento a preguntarme si me sentía bien o esque pasaba por algo ¿Porqué tendría que prestarle atención ahora cuando él no me la prestó antes?

— Raquel, hablemos. — volvió a decir a mis espaldas. 

Yo era fuerte, ya había tomado una decisión y no la cambiaría. Iba a fingir que nada de lo que estaba sucediendo me dolía; no me dolía. Seguí caminando con la cara levantada, no pensaba ni siquiera mirarlo.
Sus pisadas a mi espaldas aún se escuchaban pero ya no seguía hablando.
A la mente y en tiempo récord se me venían todos los recuerdos que tenía con él; todos tan pobres y misterios que dolía más la inexistencia de ellos. 
Mi ojos de llenaron de lágrimas al recordar lo mucho que había luchando para que este momento no llegara, pero no sé puede detener la corriente de un río con solo dos mano, eso solo causaría un deterioro. 

— Raquel. — volvió a hablar el sujeto que venía atrás de mí, pero está vez me tomó de la mano.  Lo miré a la cara; tenía las mejillas humedad por el llanto, los ojos rojos hasta el tope al igual que la nariz. — No te vallas de la casa por favor. Te amo, y no quiero perderte, no quiero que desaparezcas de mi vida, te necesitado en ella.

Miré a otro lado para no caer, tenía que mantenerme fuerte.

— ¿cuándo? — Pregunté.

— ¿Cuándo qué? — Preguntó el de vuelta.

—¿Cuándo te diste cuenta de que me amabas? — Pregunté con la cobardía inundando mis emoción. — Porque siempre me has necesitado, siempre has necesitado de alguien que limpie por tí, cocine para tí. Dime, ¿Cuándo te percastaste de mi existencia?¿Ahora? ¿Cuando ya tomé una decisión?¿Es sólo ahora que me notas? 

— Mi vida, no lo hagas por mí, hazlo por nuestro hijo.

Al mencionar a mi hijo la furia invadió mi cuerpo y me gire devorándolo con la mirada. ¿Cómo se atrevía a usar a mi hijo?

— A Benito no lo mentas en esto.

—¿Entonces nos vas a abandonar a Benito y a mi?

Jale mi mano con coraje para que no siguiera tocándome.

— No, te estoy abandonado a tí, no a mi hijo. Por la mañana iré por él a tu casa. 

Me di la vuelta y comencé a caminar vencida por el dolor, me dolía el pecho, el corazón y el alma. Me dolía estar haciendo esto porque en un momento de mi vida creí que esto iba a durar para siempre, que iba a tener un matrimonio de ensueño con un hombre que me amaría para el resto de mi vida; creí que todo apartir de decir "sí" en el altar sería hermoso y color de rosa, que equivocada estaba.
Y me dolía más saber que todo eso era una mentira y ser tan estúpida para recién descubrirla. 
Y tal vez el amor y matrimonio no era un asco, solo no había sabido elegir a la persona adecuada, pero ¿Cómo saber cuál es la adecuada? Si se actúa de una manera cuando están de novios y otra cuando están casados.

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⏰ Última actualización: Dec 12, 2018 ⏰

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Caleb© [L2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora