Letters of love.

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Romance.
ꐑFluff.

𝐂𝐚𝐫𝐭𝐚 𝐈.

La relación entre Yoongi y Hoseok era un tanto extraña, ni siquiera sabían el nombre del contrario, pero se veían casi a diario para satisfacerse. Compañeros de escuela. Yoongi llegó a tenerle tanto afecto y amor que lo único que quería era conocerlo y cuidarlo como si fuese un pequeño bebé.

Él no sabía cómo declararse, cómo decirle que lo amaba, que lo necesitaba más allá que de sus propias necesidades. Al poco rato se enteró que Hoseok amaba los clichés (qué cliché, ¿no?). Así que tomó un pequeño papel y comenzó a escribirle todo lo que sentía.

Dejó la carta en su casillero y se fue, esperando a que el moreno la leyera. Tal y como él lo quiso, el pelirrojo la leyó con tanta ternura a pesar de ser pequeña.

Hiciste que ocho calles se unieran de forma extraña. Hiciste que al mirarte, pensara en las musarañas. Hiciste que la luna se muriera cuando brillas y la hiciste renacer tras matarme de cosquillas. Me hiciste dibujar tu nombre en el cristal que empañas.
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𝐂𝐚𝐫𝐭𝐚 𝐈𝐈.

Ambos eran una pareja tan linda, era una sorpresa que sus padres no se hayan negado ante esa relación y la hayan aceptado; pero era más por el hecho de que pensaban que sería un amor adolescente y se olvidarían de eso.

Cierta noche, Yoongi no podía dormir, se sentía mal; el menor se había cambiado de casa, se veían muy pocas veces al mes. El castaño le mandó un mensaje, pero no era uno normal, sino, que era poema.

Me hiciste ver mi cuerpo bello, mientras el cuello me arañabas. Hiciste que mi voz caminara de puntillas. Me hiciste confiar en mí, borrar lo que me daña. Me hiciste amarte a ti, en lo más profundo de mis entrañas. ✔ ✔

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𝐂𝐚𝐫𝐭𝐚 𝐈𝐈𝐈.

Ambos se encontraban abrazados con amor en un mirador. Las estrellas podían tenerle tanta envidia a los chicos porque ellos podían abrazarse y amarse a más no poder.

Yoongi metió su mano a su bolsillo algo nervioso. Se paró frente a su pequeño sol para acto seguido arrodillarse y abrir aquella caja hecha de plástico.

Hoseok aceptó sin siquiera pensarlo y comenzó a besar sus labios de una forma tan dulce. Al separarse Yoongi comenzó a recitarle un pequeño poema sobre sus labios.

“—Me proclamaste Dios, encontrándome hecho astillas y hoy es ese mismo Dios, el que te reza de rodillas. Y amo el dulce de tus labios en mis noches más amargas y un mensaje a medianoche, cada noche que me importas. Él es la inspiración. Cuando pisa, suena el eco del disparo de un cañón, porque sabe a ciencia cierta que ha venido a dejar huella. Es el gato del tejado al que envidian las estrellas y cada vez que lo miro, tengo claro que era él...
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𝐂𝐚𝐫𝐭𝐚 𝐈𝐕.

Hoseok estaba posando frente al espejo y a su hermana, el traje le quedaba perfecto, al igual que el peinado y el maquillaje, pero seamos sinceros, a Hoseok le queda bien todo.

La ceremonia ya había terminado y era hora de la fiesta. Todos bailaron, rieron, jugaron y lo más importante, le celebraron a los novios. Era hora de las palabras, lo que más esperaba Yoongi. Comenzó a decirlas mientras miraba los ojos de su amado esposo, estos mismos se cristalizaron por la felicidad que sentía.

“—Porque él vino al mundo y puso todo al revés. Dejó a Chichen-Itza temblando bajo sus pies. El Taj Mahal entero envidió el tono de su piel y en mitad de sus talones, se estancó la torre Eiffel. Ya quisiera el Coliseo que Roma fuese su espalda. Y hasta el Cristo Redentor lo llama Dios si le hace falta. El gato que maullaba en mi tejado solo al cielo. Tomó las Maravillas y las dejó al ras del suelo.”

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𝐂𝐚𝐫𝐭𝐚 𝐕.

Hoseok se encontraba entre las piernas de Yoongi, recargando su cabeza sobre su pecho. Su panza ya era muy grande, faltaba poco tiempo para que el bebé naciera.

El mayor abrazó el gran vientre de su esposo, acariciándolo con las yemas de sus dedos, tarareando una canción que inventó de repente. Se lograba sentir las pequeñas patadas del hermoso bebé, al que estaban esperando con ansias.

“—No sé explicar cómo me siento si me mira, con esas ganas de besar el suelo por donde camina él. Él es el motivo de mi fuerza en días flojos y yo que odiaba el café, hasta que probé tus ojos. El chico de los labios rojos, en las tardes frías. La sonrisa de las 12, que hizo renacer la mía. El niño que sabía que en su mano me tenía y prefería darle vida a todo, manterme en línea.”
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𝐂𝐚𝐫𝐭𝐚 𝐕𝐈.

Como todo, su relación no era color de rosa. El día de hoy era un claro ejemplo de a lo que me refería. Sus dos pequeños se encontraban hechos una bolita en su cuarto tapándose los oídos. Era la segunda vez en la semana que sus padres peleaban.

Los gritos al igual que los insultos se hacían presentes. La relación se desmoronaba lentamente, el trabajo del mayor lo mantenía muy ocupado y al pelirrojo le molestaba, que no estuviera en su casa ni en momentos tan especiales como el primer cumpleaños de su segundo hijo.

Yoongi fue a su estudio, cerrando su puerta con fuerza. Se sentía fatal y si algo le calmaba, eran sus poemas y canciones. Tomó un papel y comenzó a plasmar todas su ideas en él. El más alto estaba todo el tiempo en su mente.

“Y esa línea tan delgada entre el cariño y la necesidad, la cruzó como él quiso, pidió paso sin piedad. Y aquel niño que emanaba timidez, la perdió a base de besos y nunca la volvió a ver, se volvió aquel hombre al que el mundo envidiaría. El que puede cambiar todo en el momento que sonría. El que puede hacer que todo arda y a la vez enfría. El que enseña mil lecciones, y a la vez te desvaría.”

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𝐂𝐚𝐫𝐭𝐚 𝐕𝐈𝐈.

Ya llevaban 50 años de casados y 60 años de conocerse. Ambos sabían que eran el uno para el otro, con 2 hijos y 5 nietos, un inmenso amor hacia los mencionados.

Si algo amaban, era cantar y bailar, pero con la edad ya no era lo mismo. Pusieron una balada algo lenta hecha por el más bajo y ambos se pararon de sus sillones.

Entrelazaron sus arrugados dedos mientras cantaban al unísono. Esa era una de las muchas canciones que le había dedicado a su hermoso sol.

“—El hombre al que le haría un monumento si pudiera, pero no sé hacer un monumento de otro que existiera. Por lo tanto me retracto, hago lo que necesito y dejo en constancia su leyenda por escrito. Su cuerpo sigue siendo el templo que me lleva lejos y por eso, ahora rebato la teoría del Principito. No es verdad que lo esencial es invisible a los ojos, porque yo veo cada día al hombre que necesito. Es el gato del tejado al que se que necesito...”

𝐅𝐢𝐧.

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⏰ Última actualización: Apr 25, 2021 ⏰

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