Días de fiesta

62 1 0
                                    

De verdad tenía mucha hambre, esa hambre que te entra a cierta hora de la madrugada estando de fiesta después de haber bebido lo suficiente. Decidí no luchar contra mi estomago y me escabullí para ir al kiosco más cercano y pedirme unas patatas con ketchup (era una de esas cosas que solo apetecen y se pueden comer estando de fiesta), pagué y me disponía a comer cuando vi su figura detrás de mi y me robó una de mis patatas. Inmediatamente me dí la vuelta y entré en guardia para que ese crimen no se volviera a cometer (si quería patatas que se las comprara, no soy tan amable como para compartir las mías).

-Hola, porque será que no me sorprende verte aquí sola comiendo?-dijo con su tono de burla.- Aaah sí, porque eres tú.

-Y eso que se supone que significa?- dije pensando en algo novedoso que decirle- Espera no contestes ya lo sé. Soy tan genial que te da envidia que yo pueda comer así y tu no.

-Jajaja no. - dijo mirando una vez más mis patatas.

-No te pienso dar, así que deja de mirarlas. -dije temiendo por ellas.

-Vale vale, egoísta. Bueno me quedaría hablar más contigo sobre tus patatas pero.. no quiero morir de aburrimiento, para que mentir. Nos vemos pequeña tonta. - dijo él mirándome con esa rara sonrisa suya y se fue sin más.

Os preguntaréis quien era él y quien soy yo. Y seguro pensáis también que está es una de esas historia de amor-odio que tanto gustan. No diré nada por el simple hecho de que sigáis leyendo. Lo que si puedo deciros es quienes somos.

Me llamo.. mm.. en realidad tampoco quiero decir mi nombre, por ahora.

Hablaré de él. Ese tio que acababa de arriesgar su vida por una patata se llama Leo y le conozco desde hace mucho, es un idiota despistado (ya os daréis cuenta de porque) pero no me caía mal.. si se puede decir así.

En fin, una vez acabé de comer decidí volver a la fiesta. Bueno todo el pueblo estaba en fiesta, la zona estaba llena de jóvenes y no tan jóvenes, incluso había policías que tampoco ponían mucho empeño en ejercer su trabajo.

Me acerqué a mis amigas que estaban sentadas en un banco, muertas del asco como siempre ocurría después de pasado un tiempo. No era que fueran aburridas ni amargadas (bueno no mucho) sino que después de tanto días de fiestas y de siempre hacer lo mismo, todo acababa aburriendonos. Nuestra rutina era, primero que nada, unos chupitos de tequila-lima para entrar en calor, seguido de bailar y bailar, luego más chupitos y así. Hasta que nos cansabamos y decidíamos sentarnos quejándonos del frío que hacia en pleno verano. También había otras personas pero primero hablaré de ellas. Empezaré por Pandora, si si si como la caja de pandora, la mujer que traía desgracias a los hombres, respecto a mi amiga, bueno ella también esconde un mundo de cosas en si misma al igual que esa caja, y no la alabaré para que os caiga bien, en vuestra decisión si le cogéis cariño o no. Pero puedo decir que tiene una forma de ser extraña que quieras o no acabas echando de menos.

Mi siguiente amiga es Minerva, si como la diosa griega de la sabiduría y la lucha, y no le viene nada mal. Ella es de las personas más listas que he conocido pero también de las más locas, porque sí, esta loca, pero tiene ese tipo de locura que se te contagia.

Nombres raros verdad? pero les vienen que ni pintado. Ellas entran en esa clase de amigos que ya no son amigos sino familia. Un poco cursi cierto.. pero la verdad ante todo.

En fin, volviendo al tema, llegué donde estaban sentadas y me hice un sitio en el medio de las dos, como siempre hago.

-Donde te metiste? pensábamos que te habían raptado.- dijo Minerva con un tono de voz nada preocupado.

-Fui a comer.. el hambre pudo más que mis ganas de bailar. - dije mientras bostezaba, con ganas de estar ya entre mis mantas calentita.

-Fuiste sin nosotras?! bah.. porque no me sorprende. Tus ganas de comer son superiores a tu sentido de la amistad.- dijo Pandora con su mirada impasible pero divertida.

Me eché a reír, eso no era cierto. O si?

-Bueno vaale, fallo mio, la próxima os llevo conmigo. Ahora nos vamos ya o queréis ir a bailar un rato más?- pregunté.

-Vámonos ya. Estoy cansada.- dijo Pandora.

-Y hace frío.- Concluyó Minerva.

-Bien, pero antes una foto, porque sí.- dije viendo sus caras de fastidio. Era algo pesada con las fotos pero me gustaba capturar momentos.-Listo. Podemos irnos.

Y así nos despedimos de todos, cuando ya estaba por subir al coche miré a Leo apoyado en la pared, tenía esa mirada de querer decir algo pero que nunca conectaba con su boca. Nos hicimos un movimiento de cabeza a modo de despedida y entré al coche, a veces su mirada me dejaba con una sensación rara de que nada era como debía ser.

Una mirada más.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora