Parte Única

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Un fuerte llanto hizo eco por todo el lugar, un grito de un pequeño recibiendo la luz de la lámpara, llenando sus pulmones de aire así mismo provocando sonrisas de alegría de todos aquellos que se encontraban en esa sala después de seis horas  del parto.

Así es una niña había nacido, una pequeña de ojos celestes que brillaban por las lagrimitas que bajaban por sus niveas y rojizas mejillas y su cabello castaño similar al de su padre, era  tan frágil pero estaba sana, el parto había sido difícil pero al final los doctores lograron su cometido traerla a la vida.

El pelirrojo aún dormía profundamente en aquella mesa donde el médico en jefe cerraba la incisión de su abdomen, donde quedaría una  cicatriz de gran tamaño pero que también era la marca del nacimiento de esa criatura que cambiaría la vida de él y de su pareja. 

Los minutos transcurrían, los familiares y amigos de aquel paciente esperaban angustiados, esperando que salieran y les dieran una noticia que los reconforta, así como si sus súplicas hubieran sido escuchadas una enfermera aún con un cubrebocas ocultando la mitad de su rostro salió mencionando que la menor nació sin ninguna complicación al mismo tiempo que el mafioso dormía profundamente,  sólo era cuestión de que los  enviarán a un cuarto para su pronta recuperación y en donde podrían verlos todos los que permanecían en la sala de espera. 

Osamu era el más preocupado, ver en ese estado a su excompañero y ahora pareja lo había dejando con miles de temores, verlo llorar de dolor, lleno de sangre y sin poder hacer algo para calmarlo lo tenían bastante nervioso, sabía que no soportaría una vida sin el amor de su vida y el fruto de ese amor tan sincero, real,  por eso escuchar las palabras de esa mujer hacían que su corazón volviera a su ritmo normal junto a un profundo suspiro de alivio y agradecimiento tanto a los doctores cómo al Dios en el que nunca creyó.

Cuando finalmente los dejaron entrar observó en medio de la blanca habitación a Nakahara aún descansando, con una máquina y suero conectados a su cuerpo  esperando a que la anestesia pasará y ver finalmente sus ojos, la expresión en su mirada al tener finalmente a su hija entre sus brazos.

La niña permanecía en una cuna transparente llena de cobijas y edredones con un listón en la muñeca para su identificación llevando el nombre que escogió su madre para ella grabado -Mizuki-

Su padre era el más emocionado de verla, sus manos eran tan pequeñas, sus piecitos, sus dedos, todo en ella se veía tan frágil temía cargarla y romperla aunque la mujer de cabellos rojos le animaba a hacerlo, era su abuela y como todos sólo esperaban el momento para conocer a esa pequeña que se convertiría en la luz y unión de la  Port Mafia y la Agencia Armada de Detectives.

Después de largos y eternos minutos que se volvieron horas el pelirrojo despertó, el llanto y gritos que reconoció desde el primer momento que los escucho fueron lo que lo llamaron, su hija llamaba por atención aún si su padre la abrazaba, mecia y hablaba para detenerla pero no era suficiente, ella exigía a su madre.

-Dazai ... -llamó con voz entrecortada y débil al mismo tiempo que intentaba sentarse sobre ese cómodo colchón impulsandose con ayuda de sus brazos aunque estos no parecían ayudar -damela... yo la cargare-

-Chuuya... - el castaño parecía haber quedado pasamado al ver y escuchar a su amado pelirrojo.

-que esperas damela, también quiero cargar a mi hija - intento llamar la atención del mas alto una vez más para poder tomar a la recién nacida que no paraba de llorar

-eh... Si perdón - con delicadeza y completo cuidado el detective la entregó, la colocó en los brazos del menor para que pudiera sostenerla sin lastimarla tal y como la enfermera le había enseñado -despacio la anestesia aún no pasa -

-estoy bien... puedo cargarla - en su rostro una ligera sonrisa hizo aparición sobre sus niveas mejillas, no podía creer que un ser tan hermoso y pequeño se había formado durante nueve meses en su interior y que apenas hace un día los dolores de parto habían comenzado -es hermosa, se parece a ti - alzó la mirada dejando que sus ojos se crucen con por orbes color avellana del contrario los cuales brillaban como dos estrellas alumbrando el  cielo nocturno

- Si es hermosa, tiene tus ojos - paso su diestra por sobre la mejilla del pelirrojo acariciando su suave piel con las yemas de sus dedos -gracias chuuya, me has hecho tan feliz... gracias por darme esta oportunidad de formar una familia.

-Dazai - en ese momento no lo noto sino hasta que sintió las lágrimas bajar por su barbilla, el pelirrojo no podía evitar llorar por la felicidad que sentía además del dolor en su vientre ya que la anestesia local se había ido y comenzaba a doler la herida -también soy tan feliz contigo, gracias  -

Ambos padres volvieron la mirada a su pequeña quien había dejado de llorar y que ahora sólo los veía, reconocía la voz de ambos no hubo momento en el embarazo en el que no le hablarán o le recordarán lo mucho que la amaban, el castaño paso sus brazos alrededor de los hombros del mafioso para que se recargara sobre su pecho  y descansará sobre su hombro ya que sabía que aún se encontraba cansado

-te amo mi chuchu - un beso sobre su mejilla fue suficiente para demostrar los miles se sentimientos que estaban presentes, sentimientos que sin importar los años que pasarón y todas las adversidades a las que se enfrentaron permanecían latentes y sólo crecían con el pasar de los días. 


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Si han llegado hasta aquí gracias por leer, espero que les haya gustado este pequeño one shot que no pude evitar escribir al ver la imagen que se encuentra al inicio del capítulo.
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El Fruto De Nuestro AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora