"When I was a child
I heard voices.
Some would sing and some would scream.
You soon find you have few choices.
I learned the voices died with me....
When I was 16 my senses fooled me
Thought gasline was on my clothes
I knew something would always rule me
I knew this sin was mine alone."
El primer golpe fue un rebote, el segundo, a diferencia del primero que ha sido un empujón, es un choque mas violento, esta vez la mano se aferró a su cabello y ejerció una presión rabiosa, manteniendo su cabeza contra el ladrillo de la rustica pared, logrando que los grumos del concreto seco se entierren en su tierna piel. Después del tercero, es incapaz de contar las veces que su cráneo impacta contra contra la pared. Frenética, la mano no da tregua y arremete contra la superficie sólida con violencia.
Crack.
El sonido de su cráneo al agrietarase era estremecedor, en conjunto con el sonido de su piel al desgarrarse llegaba a ser nauseabundo. Olía a sangre porque sangraba, y aunque llegado un punto su cráneo se hubo roto en pedazos, la mano no le dejó en paz y siguió empujando, convirtiéndo su cabeza en una obra maestra del terror: hueso, carne, cabello y materia gris se mezclaban en un cóctel grotesco, homogeneizado por la sangre.
Para entonces ya debería estar inconsciente, pero seguía consciente del sonido, del dolor, del ardiente liquido chorreando por su piel.
Crack. Crack.
-Wilson.
Otro golpe y sintió cómo los glóbulos oculares saltaban de las cuencas como dos resortes que ya no soportan la presión.
-Wilson. -repitio la profesora y él la miró al fin, aun con un pie en la fantasia.
-¿Si?
-¿Cuál es el peso atómico del oxigeno?
-Dieciséis. -respondió cerrando los ojos por el dolor de cabeza.
La profesora no le prestó atención luego de que supiera responder.
La fantasia era una de las más comunes, la vivía casi a diario, y la mano y los golpes eran imaginarios, pero el dolor era real. La migraña era consecuencia de su locura, y quizá era eso lo que estaba empeorando la misma.
Gruñendo, se hizo el dormido sobre su escritorio y regresó a su imaginación, reanudando la sesión con el primer golpe. Era la única forma de mantener el control. Tenía un monstruo que alimentar, al monstruo le gustaba el dolor.
Wade tenia catorce años y era muy joven como para tener monstruos.
♠
La superficie de su escritorio asemejaba las paredes de las cámaras de gas utilizadas por los nazis. Como un gato, arañaba la madera de forma inconsciente sin medir la fuerza, hasta el punto en qué sus uñas se doblaban en la parte blanda y las yemas de sus dedos sangraban a causa de las astillas que se les clavaban.
En ocasiones pateaba las paredes con los pies descalzos, y los dedos se le hinchaban y se tornaban morados.
Momentos mas tarde, más lúcido, se dedicaba a sacar las astillas de sus dedos y a ponerse pomada en los pies.
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Fuego en un frasco || Wade Wilson
FanfictionWade era un monstruo que sólo el fuego conseguiría aplacar. •Historia corta. •Género: Psicológico.