Prólogo.

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Seúl, Marzo 2015.

¿Cómo había llegado aquí?

¡Oh

Ya recuerdo, inicio aquel día...

—¡No quiero casarme con ella padre! —le dije. No podía explicarle el porqué aquella idea causaba tal repulsión en mí.

—No, tú solo quieres hacer musica, ¿verdad? Esto es importante para la compañía, incluso Jungkook y la hija de los Chang lo entienden, tú eres el único que cree poder ir tras un estúpido sueño. ¡NO SIRVES PARA NADA SEOKJIN, ESTA FAMILIA ES LO ÚNICO PARA LO QUE PUEDES TENER ALGO DE VALOR Y ESTÁS BUSCANDO DARNOS LA ESPALDA!

—No estoy dándole la espalda a la familia, se la estoy dando a tu estúpida compañía. Es que, ¿acaso tu hijo es menos importante que eso? —tragué el nudo en mi garganta y apreté los puños a los lados sin permitirme llorar frente a él.

—Esa estúpida compañía como tu lo llamas, es la que te dio el tipo de vida que llevas, si sigues ignorando lo que se te manda y mantienes esa absurda idea de ser músico puedes marcharte en este momento, ya no eres mi hijo —en aquel entonces esas palabras me hicieron retroceder por el dolor, y eran las mismas que también me empujaron a salir de aquella casa.

—Querido... —la voz de mi madre sonaba rota y estrangulada, jamás me perdonaría el que ella hubiera llorado de la manera en que lo hizo.

—Déjalo, madre, no necesito que una persona que no me comprende, como él, se haga llamar mi padre —subí a mi cuarto tomando la primera maleta que encontré, tiré tanta ropa en ella como fue posible junto al dinero que llevaba tiempo guardando.

Liberarme de la mano temblorosa de mi madre para cruzar aquella puerta me destrozó por dentro y fue una de las cosas más doloras que debí hacer. Hasta el día de ayer que envié un mensaje a Jungkook para despedirme de ellos.

Sabía muy bien al salir de casa que tendría tropiezos, sin embargo, fue más que eso, la gente que llegué a conocer se empeñó en destruir cada parte de lo que yo era.

"Eres demasiado inocente para el mundo real, hay que remediar eso" Fue lo que dijo el primer idiota que me embriagó y abusó de mí.

Al despertar al día siguiente de eso a dolorido y sintiendome completamente ultrajado, supe que no volvería a ser el mismo. Bebía tratando de olvidar eso e ignoraba lo violento que me estaba volviendo para defenderme de más imbéciles, sin duda ya no era inocente y conocía lo que podía ser el mundo real.

En un año en la calle aprendí más de lo injusto de la vida que lo que habría aprendido en mi vida como un miembro de la prestigiosa familia Kim.

No valía la pena seguir viviendo de aquella forma, rodeado de violaciones, droga, productores falsos y dueños de bares que buscaban meterme en su cama antes de aceptar dejarme cantar en un escenario. Sin dudas me habían dejado claro que no servía para el canto y que obtendría algo más solamente abriendo las piernas.

Mis sueños se habían acabado igual que mi dinero, me habían roto, pero no le permití a ninguno corromper mi cuerpo tanto como aquel hombre.

Así había llegado aquí, a estar sentado sobre el borde de la pared de contención del puente Han, las palabras de mi padre anunciando mi fracaso resonaban en mi mente, tras ellas una pequeña voz que suplicaba por que no lo hiciera. Que me pedía bajar de allí, tragar mi orgullo y regresar a casa, al mundo de lo que era bueno, correcto y seguro.

A mi familia. A los brazos de mi madre, a los de Jungkook.

Cerré mis ojos listo para bajar de allí e ir a casa, seguro de que jamás olvidaría la sensación de vértigo que me provocaba el vacío bajo mis pies. Luego de ese breve momento en que me permití sonreír todo pasó de manera tan rápida que no tuve tiempo a reaccionar, unas manos me empujaron con tal violencia que no tuve oportunidad de sostenerme, giré mientras caía y reconocí su sonrisa aun bajo la sombra de la capucha, el vacío me envolvió y vi lo corta que había sido mi vida.

—¡¡¡HYUNG!!!

¿Ese era Jungkook?

Y entonces, todo se volvió oscuro.

***

Seúl, Febrero 2018.

Hubo una vez en que la persona que estaba golpeándome en este momento, solía ser mi más grande modelo a seguir. Cada vez me era más difícil recordar esos momentos del pasado, pero sabia que ellos existían. Solo que estaban enterrados tal y como mi alma y yo lo estábamos siendo.

Si me ponía a reflexionar, algo había ocurrido, algo muy grave cuando yo tenía seis años, desde ese día todo cambió. Mi vida dio un completo giro de 180° grados desde ese momento. Desde allí las risas, los momentos preciosos con mi padre, llegaron a su fin. Al igual que las sonrisas y que mi admiración por él.

Ya no quedaba rastro del hombre bien vestido y trabajador, de aquel hombre amoroso que daba los mejores abrazos de oso del mundo. Algún impostor había cambiado su alma podrida y la había almacenado en el cuerpo de mi padre, haciéndome ver desde muy de cerca ese lado.

Sí, algo había ocurrido doce años atrás, pero yo no tenía idea de qué era ese algo. Solamente esperaba a que mi verdugo llegara y me impusiera su castigo que recibiría como todas las veces anteriores, sin luchar.

Y es que, ¿de qué me habría servido luchar a pesar de la capacidad que tenía para hacerlo? No servía, nadie estaba de mi lado, ni siquiera mi madre, a ella la entendía sin embargo, ella era lo único valioso que me quedaba, era mi más grande tesoro, ella nunca había cambiado su forma de ser conmigo, pero cada vez que mi padre llegaba a casa oliendo como a una botella de sojú andante, ella se encerraba en su habitación hasta que él terminara conmigo. No la culpaba, sino era yo, mi padre se iría contra ella.

Y yo prefería que él me lastimara a mí.

No es que lo mereciera tampoco, pero todas las personas que entraban a mi vida me demostraban lo poco que podía valer. Y justo ese día que descubrí que el amor de mi vida me engañaba con todo aquel que se le ofreciera, solo lo confirmó.

Yo no valía nada como hijo, como novio, como persona. Probablemente tampoco estaba destinado a nacer, así que, ¿qué mas daba? Morir no sonaba tan mal después de todo.

—¡Eres una porquería, Namjoon! —gritó mi padre, azotando el cinturón en la carne enrojecida de mi espalda. Me encogí y sin poder evitarlo, solloce. Eso ardía como el infierno—. ¡No sirves para nada! ¿Entiendes? ¡Eres el peor error que pude haber cometido! ¡Maldito! ¡Tú...., maldito bastardo!

Sonreí apenas, con el tiempo, había memorizado su diálogo a la hora de golpearme. Él me insultaría por al menos veinte minutos, mientras golpearía cada parte de mi desnudo cuerpo y luego me enviaría a comprar sojú dándome ropa de algún vagabundo al que le intercambió mi ropa por la suya. Sólo que esta vez no duró veinte minutos, sino una hora entera, incluso derramó sojú en mis heridas abiertas, dejando debajo de mí, un charco de sangre descolorida.

Así que, cuando me entregó las ropas y el dinero, estaba apunto de desgarrarme la garganta de tanto gritar. De algún modo, logré vestirme y salir camino hacia la tienda.

La maldita tienda estaba a doce cuadras de casa, riendo para mis adentros y sintiendo mi cuerpo más adormecido que nunca, me dispuse a caminar. Las heridas abiertas en mi piel se adherían a mi ropa, provocando ardor y dolor, pero nada podía dolerme más que el alma. Me sentía tan roto, al borde de la locura, sentía que ya no podía más, que estaba a punto de desmayarme.

Estaba más que listo para rendirme.

El puente Han, al que tantas veces había visto sus profundidades con tanta admiración en los últimos años, él y yo, por fin nos reuniríamos para siempre.

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Hola corazones!

Aquí Ahn y Sawu, estamos felices de traerles el primer capitulo de esta obra que trae los sentimientos y la emoción de ambas por volver a encontrarnos con ustedes de esta manera que tenemos de interactuar...

Muchas gracias por estar aquí y esperamos reunirnos pronto, no olviden dejar sus comentarios, siempre nos animan a seguir. 💕

Oculto. |JinNam|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora