—Kristal, ¿qué sientes por mí?
—Ya te dije, ya lo sabes.
—No, no a la cara.Kristal suspira cabizbaja y por más que trata de ocultar su vista, los ojos de la menor que parece haber robado su corazón, la atrapan. —No estoy enamorada de tí, pero te amo.
Amalia, al oír sus palabras como punzadas directo al corazón, ríe de manera sarcástica y, ciertamente, esconde cierta tristeza detrás de sus ojos.
—No estás enamorada de mí, pero me amas. —Dirige la vista para repasar detenidamente los rasgos de la chica que realmente amaba, para así no olvidarlos cuando recordara todo esto y se encontrara melancólica a altas horas de madrugada. Busca mentiras en sus hirientes palabras, busca en su rostro algo que le hiciera saber que lo que estaba diciendo no era así.Pero quizá lo era.