—¡Toma, llévate a mi hija! Así cobraré la deuda que te debía. —Suplicaba aquel hombre.
—¿Eres capaz de convertir a tu hija en una puta por tres míseros euros? —Rió el que llevaba atormentando a la familia Denver desde que Tom Denver se endeudó con un mafioso para pagar sus dichosos vicios y prostitutas con la que engañó a la señora Denver durante años.
–Tiene quince años, sabrá cuidarse sola.
El mandado rió aún más cuando escuchó a la muchacha implorar, y rió aún más cuando aquella niña se encontraba gritando dentro del coche, temiendo lo que a partir de ese momento le iba a ocurrir.