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Mi nombre es Olivia, no quiero empezar esta historia como he empezado otras, no me levanté en ninguna mañana soleada de un doce de diciembre y me encontré con mis amigas para almorzar. Cuando comenzó todo, justo ese día, me desperté sola, en el pequeño departamento que me alquilan mis padres en la capital de la provincia en la que vivo para que pueda estudiar psicología, puse la ropa en el bolso y viaje a la terminal, doscientos kilómetros parada al lado del bebedero del colectivo ya que vivo en un país (Argentina) que no se preocupa mucho por sus habitantes, o al menos siento que no lo hace lo suficiente, el viaje se hizo largo pero llegué a tiempo para poder cenar con mi mamá, me hablaba mucho y sólo tenia ganas de mirar la televisión pero no la veía hace un tiempo largo y se merecia que le ponga más atención de lo normal.
Al otro día, (este si era un día soleado) decidí ir al cementerio a visitar la tumba del único amigo que siento que tuve, ya se fue pero lo extraño todos los días de mi vida, no soy una chica que tenga una relación cercana con sus familiares así que genero vínculos realmente estrechos con mis amistades, ellos siempre son los que me contienen, siempre están para lo que necesito, o eso creo. Cuando termine de hacer la visita me sentía un poco angustiada así que decidí ir a lo de Sebastián, el otro amigo de toda la vida, el que sabe todo de mi, siempre tuve muchas dudas acerca de cuáles son nuestros lazos ya que nos conocimos por darnos un beso en los asientos traseros del auto de Pablo, el chico con el que perdería mi virginidad más adelante, lo que hizo que la relación entre Seba y yo sólo se quede ahí, en la estima. Los años pasaron y su posición nunca se corrió de la de ser el "pibe bueno" que siempre te trata bien, a pesar de sus defectos que hoy considero aberrantes, gracias a que la época contemporánea pudo despertarme y ver que el machismo y la homofobia son la malaria de las vinculaciones socializadoras, porque con sólo esas dos palabras puedo definir como es él.
Llegué y me recibió igual que siempre, con un saludo carismático y lleno de cariño, nos sentamos a charlar de cómo me estaba yendo en la universidad y de cómo le estaba yendo en el trabajo, cuando nos vemos siempre hablamos por horas, podemos estar solos y no nos vamos a aburrir jamás. Por eso siempre lo consideré un gran amigo, o al menos hasta ese día.

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⏰ Última actualización: Nov 06, 2018 ⏰

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