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PAST DAYS, NUMBER ONE.

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minatozaki sana se encontraba trabajando a las afueras de osaka, su tierra natal. apenas tenía diecisiete años, trabajaba a tiempo parcial en una pista de patinaje. por la mañana, se dedicaba a ir al instituto y, por la tarde, iba a aquel lugar para ganar un poco de dinero extra para su familia. se encontraba aburrida leyendo un manga en donde una muchacha joven se enamoraba de un chico que no le hacía caso y, en una sala de patines, se le declaró.

sana cerró los ojos y suspiró enamorada. esa historia le encantaba por el simple hecho de que se parecía a la que tenía ahora mismo con myoui mina, una chica un poco menor que ella que frecuentaba aquella pista de patinaje todos los martes y viernes. y sí, aquel día era martes. lastimosamente, no era el último día de entre semana, cuando el establecimiento se encontraba abierto un par de horas más, haciendo que la mayor pudiese admirar a mina más tiempo.

sana era tan tímida para hablarle que solamente se veían dos días a la semana, por un par de horas; los mejores momentos de la semana se producían, sin duda alguna, ahí.

el reloj marcó las 18:30, la hora en la que mina solía ir allí hasta las 20:30. la campanilla que indicaba la entrada de alguien al local sonó y sana, por instinto, alzó su cabeza. allí se encontraba la de cabellos oscuros, con su cara fría característica, la cual era solamente una capa para esconder su interior honesto y amigable.

—hola, sana —habló myoui. los colores subieron a la cara de la mayor, ¿que debía de hacer? sin duda se encontraba muy nerviosa, demasiado—. hoy quería algo distinto a lo de otros días.

—¿e-el qué es? —un escalofrío recorrió la columna de la de cabellos rubio ceniza. ¿qué se supone que deseaba la chica que le gustaba?

—me gustaría que vinieras a patinar conmigo. ya sabes, para conocernos más y eso... —mina le brindó una pequeña pero brillante sonrisa, de ésas que podrían iluminar hasta el último de sus días.

—oh, estaré encantada de patinar contigo. aunque... debería esperar a otros clientes.

—¿no se supone que hay turnos? —cuestionó la menor con su voz suave que cautivaba los oídos de sana—. hoy pide que alguien te cubra el turno.

—está bien, deja que vaya un momento a hablar con el jefe... —sana desapareció por una puerta que había allí.

después de un par de minutos, de la puerta salieron sana y otra chica, alta, con cabello largo y oscuro y los ojos negros como la noche.

—ya estamos, mina —sana sonrió—. bueno, tzuyu. quisiera reservar para dos, por dos horas.

—está hecho —habló la menor de todas y comenzó a hacer las cuentas de cuánto saldría.

—toma —dijo mina y le extendió el dinero a la taiwanesa. ésta iba a agarrarlo pero, antes de eso, la mayor de todas apartó con delicadeza el brazo de la de cabellos cortos y le dio el dinero a su compañera de trabajo.

—hoy te invito yo —habló con una sonrisa y, por alguna razón, el color subió hasta las mejillas de mina.

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después de casi dos horas llenas de diversión, risas, resbalones y muchos momentos que la mayor atesoraría en su mente, el reloj al fin marcó las 20:30.

—oh, ya acabó nuestro turno... —dijo mina con melancolía en su voz.

—sí... —respondió la de cabellos más claros con el mismo tono—. pero el viernes volverás, ¿cierto?

—¡claro! bueno... —mina acabó de guardar los patines que siempre portaba en su mochila y cargó ésta a su espalda—. hasta el viernes, minatozaki.

la menor comenzó a alejarse y su figura se desvaneció cuando, después de salir, el reflejo se difuminaba con las ya oscuras calles de las de osaka.

—¿qué tal con tu enamorada? —preguntó divertida tzuyu cuando vio que su mayor regresaba de la pista sin los patines puestos y con una mirada que decía que ya extrañaba a mina.

—¿eh? —preguntó la japonesa y se sonrojó levemente—. ¡no es mi enamorada! a ver, sí me gusta, pero yo no le gusto a ella...

—¿y cómo estás tan segura de eso? —cuestionó la menor.

—ni siquiera nos conocemos, tzuyu... yo me enamoré de ella a primera vista y con unas pequeñas charlas y hoy, mi corazón comenzó a latir con más fuerza si cabe.

—entonces, si vos te enamoraste de ella a primera vista... —hizo una pausa—. ¿cómo sabes que ella no lo hizo también?

sana meditó las palabras de la más alta—. tienes razón... debería hablarle, conocernos más.

—viene los martes y los viernes, ¿no? —sana asintió—. pues el viernes le pides su número de teléfono para conoceros más.

—parece fácil, pero no estoy segura de que lo sea... —la taiwanesa le dedicó una mirada de "¿me estás jodiendo?" a su mayor—. ok, ¡ok! lo haré.

—lo sabía —y, después de eso, ambas rieron al unísono—. me debo de ir con momo.

—¿quién es momo? —sana comenzó a pensar en ese nombre—. ¿la hija de los hirai?

—ésa misma.

—oh, le conozco. bueno, que te vaya bien. yo recogeré para irme a casa ya... —dijo la mayor.

—¡gracias! adiós, sana —tzuyu agitó levemente su mano de un lado a otro como gesto de despedida, el cual sana correspondió de igual manera.

la japonesa simplemente recogió sus cosas y se marchó del lugar, no sin antes apagar las luces de aquel pequeño local.

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⏰ Última actualización: Dec 11, 2018 ⏰

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✧; ❛everyday i love you❜ ( jp.line )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora