Caminaba por las calles con pasos tambaleantes y el cuerpo pesado. No sabía que le pasaba. Tal vez había tardado mucho en conseguir alimento pero, no podía evitarlo. Lo que le quedaba de alma le exigía que conservará aunque fuera un poco de humanidad. No sabía si la tenia, tampoco si es que era humano pero se negaba a ser un monstruo.
No tenía nombre. No, Tetsurō, Kuro Tetsurō era su nombre. ¿Como lo sabía? Ese era el nombre de su primera víctima.
Había despertado en el bosque confundido y sin saber de su origen. Su cuerpo era extraño con extremidades largas, cubierto por una extraña piel negra y cuernos alargados. Sus ojos. ¿Esos eran ojos? Solo veía cuencas negras en su rostro con un completo vacío.
Pobre hombre. Seguro no se había imaginado que terminaría así cuando pensó ir de campamento. Después de alimentarse de su carne y lanzarse a la pena por haber acabado con una vida investigó sus posesiones. No sabía si tenía esposa, hijos o familia pero se convirtió en é,l usurpando su nombre, su identidad y su apariencia.
Hace tantos años que había pasado eso que le daba cierta melancolía. Que ironía que en ese momento en que experimentaba la misma sensación que al devorarle lo recordara como un déjà vu al alimentarse de una víctima más.
La sensación no desaparecía. No, esta era diferente. Siguió deslizándose entre los callejones moviéndose entre las sombras. No debía llamar la atención; el pueblo donde vivía le gustaba mucho.
Divisó al final del callejón una pequeña figura. Pobre alma desdichada que tenía el des fortunio de encontrarse con semejante criatura. Se acercó lentamente aunque sus piernas aún flaqueaban; no entendía el porque de esa sensación.
Agudizó su vista para observar bien a su objetivo y sus ojos se abrieron casi por salirse de sus cuencas cuando la reconoció.
Resbaló derribando unos botes de basura y llamando la atención de aquella figura que al notar el ruido dio un salto por el susto y se acercó para ver el origen del ruido. Mira que error más fatal.
— ¿Hay alguien ahí? — cuestionó una voz débil y temerosa
“ No aléjate ”
— ¡Oh, dios mío! — exclamó al descubrir al “ hombre ” que se son tenía de la pared — ¡Señor! ¿Que le ha pasado? ¿Se encuentra bien?
“ vete no te acerques ”
— ¡No puede ser! — chilló horrorizada al descubrir aquella figura con sus ropas rasgadas y sucias — ¿Pero quién le ha hecho esto?
“ No me mires, vete ”
— Necesito ir por ayuda
— ¡No! — exclamó por fin con la poca voz que le volvió — estoy bien, esto es sólo un simple rasguño — comentó alejando las temblorosas manos de la chica que intentaba socorrerlo
— Pero si está lleno de sangre, permítame ayudarle
— Estoy bien, no te preocupes. No deberías estar fuera de casa tan noche, no es seguro. — agregó suave intentando levantarse del suelo.
Y vaya que no era seguro, menos con algo como él rondando por las calles.
— No se preocupe, Kuro-san. Vivo aquí, así que no estoy lejos de casa
Sabía su nombre. Eso no se lo esperaba.
— Lo siento no quise ser descortés. Soy Yachi Hitoka trabajo en el café como camarera y le he atendido un par de veces
No era necesario que la chica se presentara. Kuro sabía perfectamente quien era.
Había llegado al pueblo hace un par de meses. Una chica de ciudad buscando la calma en un pueblo de montañas como lo era ese. Al principio cuando la vio, estuvo acosándola por semanas. Una chica sola y sin familiares cerca era una excelente presa. No habría investigación y nadie la echaría de menos pues sólo creerían que volvió a la ciudad pero, por alguna razón no pudo satisfacer su hambre con la chica pues aunque intentó emboscarla muchas veces terminaba desistiendo. Había algo de ella que le atraía e hipnotizaba cuando la veía y la sensación que le hacía sentía cuando le llevaba su orden lo hacía sentir vivo.
Había sido la primera persona en el pueblo que lo trataba con esa calidez. Sonreía indiscriminadamente a los clientes, el incluido, llevando desayunos y café todo el día.
Quería satisfacerse con su carne y sentir el dulce sabor de su piel pero, le gustaba lo que sentía cuando ella estaba cerca y no quería que eso acabara; al menos quería seguir así por un tiempo más.
— Ah, eres tú la chica rubia que aceptó el viejo Ukai — fingió indiferencia
— Sí — respondió suave rompiendo un pedazo de tela de su viejo vestido para parar una hemorragia que tenia en el brazo — esto hará que deje de sangrar pero necesita ver un doctor, señor
Miró su brazo y recordó que el vagabundo con el que se alimentó intentó defenderse. Bueno, los intentos siempre eran inútiles. — Estoy bien pequeña, sólo es un rasguño
— ¡Pero es mucha sangre!
— No es mía, estoy bien.
— ¿Estaba con alguien cuando lo atacaron? ¡Debemos ir a ayudarle !
— Soy cazador, revisaba unas trampas a orillas del pueblo cuando un lobo intentó robarse una de mis presas. — mintió — sólo rodé colina abajo pero me salpicó con la sangre del venado que se llevó.
No era del todo mentira. En verdad era cazador en ese pueblo. De esa forma se ganaba la vida y pasaba desapercibido cuando entre su día se daba la oportunidad de alimentarse y llegaba a traer rastros de sangre en la ropa.
— Oh, lo siento. Creo que exageré. ¿Puede ponerse de pie?
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Wendygo
FantasyEsto es un OneShot que hice para cumplir en el concurso #HistoriasterroríficasHA