No puede ser. 13 de agosto de 2014. El día que tanto temía que llegase, ha llegado. Nada volverá a ser lo que era, mi vida sufrirá un giro de ciento noventa grados y lo más importante, las personas a las que quiero y con las que he compartido mi vida no estarán allí para verlo.
La despedida ocurrió anoche, en el Violet's Club. Me organizaron una fiesta sorpresa, bueno lo cierto es que tan sorpresa no era, ya que a la bocazas de Sammy se le había escapado la idea casi antes de que yo cumunicase mi ida. Pese a que tuve que esforzarme y finjir una cara de entusiasmo, que por cierto, en mi opinión no la creyó ni el más tonto de los allí presentes, todo fue sobre ruedas.
Besos, abrazos, sonrisas entristecidas, regalos, un film reuniendo todas mis fotos con ellos, mis amigos de siempre, ruegos para de desistiese en mi opinión de marcharme y alguna que otra lágrima. Yo por mi parte me mantuve fuerte en todo momento y aunque me emocionaron bastante de las cosas que me dijero o vi, no se me escapó ni una sola lágrima. Quizás eso pudo parecer un poco frío, pues estaba dejando de lado todo lo había sido mi vida hasta ahora. Pero ya tenía bastante asimilado todo. Ya sabía que este día llegaría y había rociado lágrimas por el como para llenar cuarenta y ocho piscinas municipales. Va, como de costumbre exagero, cuarenta y ocho son demasiadas, pero como mínimo cuarenta y siete y media.