Limites (TakanoxRitsu)

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Ya estaba mucho más allá de sus límites ¿y cómo no? No había tenido sexo en dos largas semanas por culpa de las fechas de entrega, además del apuro constante de su tirano jefe, que para su fortuna y desgracia era su pareja que vivía a un lado de su departamento en el mismo edificio; se movía intranquilo sentado en el suelo del departamento de su vecino mientas que editaba algunas escenas románticas de un nuevo manga.

-¡Onodera! ¡Onodera! ¿Me estás escuchando? Regresa a la realidad –retó el varón de cabellos obscuros al menor que llevaba más de cinco minutos perdido en su mundo.

-¿Eh? L...lo siento Takano-san, estaba pensando en algunas cosas –alegó en su defensa el ojiverde.

-Deja de pensar y sigue trabajando que aún falta una pila más de hojas que revisar- señaló las hojas al mismo tiempo que sentenciaba el pelinegro al menor.

El castaño soltó un suspiro al ver el resto del trabajo que les esperaba, a ese paso no llegaría a dormir tal y como lo deseaba. Regresó su concentración a las hojas que sostenía para terminar de editarlas antes de dárselas a su jefe y que él las revisara. No se había dado cuenta de que ya tenía un buen rato mordiéndose el labio inferior, sino hasta que sintió dolor allí.

-Tsk... itai- protestó mentalmente el castaño llevando uno de sus dedos a su labio lastimado, sintiendo el claro ardor de la herida.

Al ver lo que hacía su subordinado, Masamune le robó un buen beso al chico de ojos verdes para aliviar el dolor de sus labios, aunque no era más que una simple excusa para besarlo.

Onodera correspondió el beso durante algunos minutos antes de empujar el cuerpo de su jefe hacia atrás para alejarlo de sus labios. Su sonrojo no se hizo esperar, automáticamente apareció en sus mejillas.

-¿Y...y eso? –preguntó el castaño sonrojado.

-Fue un beso, idiota, sigue trabajando –mandó el mayor de los dos.

-Tsk... ya sé que fue un beso –masculló un tanto molesto el ojiverde volviendo a tomar las hojas con las que estaba trabajando.

El dueño de los orbes marrones estiró uno de sus brazos hacia el mentón del castaño, sujetándole en cuestión de una fracción de minuto. Le hizo girar la cabeza para mirarlo a los ojos de manera fija.

-¿A caso no te gustó que te besara? –cuestionó el azabache sin quitarle la mirada al menor; quería saber la respuesta a eso.

El castaño se sonrojó en cuanto escuchó las palabras de su jefe, pero más que por ello, fue por la cercanía que había entre ellos; desvió su mirada de los ojos marrones que tenía frente a sí. Era lógico que hubiera disfrutado del beso, pero por obvias razones no iba a pregonarlo a los cuatro vientos. Sin darse cuenta se encontraba mordiéndose el labio inferior de nueva cuenta.

-N...no es como si me hubiera desagradado –alegó para así no tener que aceptarlo de forma directa.

-¿Entonces por qué no lo admites? –presionó un poco más el azabache sin quitarle la mirada de encima.

Onodera buscaba una forma de zafarse de la mirada del mayor, pero al ser sujetado no tenía demasiadas opciones. Sintió de nuevo el dolor en su labio por lo que soltó otra vez su boca antes de tener realmente una marca allí.

-Y...ya te lo dije Takano-san a...ahora suéltame ¿quieres? –pidió el más bajo de estatura esperando a ser liberado del agarre.

En vez de obtener el resultado que esperaba, Onodera fue besado una vez más. Sus ojos se quedaron abiertos durante algunos segundos antes de cerrarlos y corresponder el nuevo beso que recibía. Aquellos labios con más experiencia le hacían mover los propios y corresponderle. Se quedó unido a ese beso de forma voluntaria, aun cuando ya no tenía debajo de su mentón la mano que le mantenía sujeto y cerca.

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⏰ Última actualización: Jun 29, 2015 ⏰

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