Cuando él me amaba.

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Cuando él me amaba.




Todo a mi alrededor parecía de colores, podía ver la felicidad en cada lugar al cual iba, podía sonreír a pesar de que no era común para los de mi especie hacerlo. Con él, no me sentía una mascota, no me sentía un cambia forma que debía vivir encadenado a un humano que lo cuide, porque ellos ignoraban nuestra parte humana, y nos seguían tratando cual animales.

Pero con él, con él todo era diferente.

El lluvioso día en que me encontraron sus padres, en aquella caja abandonada en el parque, fue mi salvación. Me encontraba solo, mis hermanos me habían dejado al verse envueltos en brazos ajenos, que los alejaban de mí, con miedo en nuestros ojos, pues sabíamos que podríamos nunca volver a vernos en nuestra vida, nos habíamos pasado el tiempo acurrucados juntos en la esquina de aquella caja, temblando con lágrimas en los ojos, no deseando que nos separaran, deseando vivir como unos hermanos humanos, y poder convivir día a día como cualquier familia.

Pero en cuanto vi como se llevaban a mi último compañero, conocí la soledad. La caja de repente se veía demasiado grande, fría y vacía ante mis pequeños ojos de cachorro inocente. Me arrinconé muy bien, echo bolita para mantener el calor, y en cuanto vi a esos dos adultos asomarse, me asusté demasiado, pero eran mi única vía de escape, así que con todo el valor que un cachorro podía tener, me acerqué tímidamente a ellos, haciéndoles ojitos mientras chillaba.

Su mamá era todo un ángel de sonrisa hermosa, que en cuanto notó mi corazón herido, me acogió en sus brazos, tapándome con el suéter que vestía, acariciando mi cabeza con cariño. Y su padre, con una sonrisa fraternal me miró a los ojos, y asintió con una sonrisa a la petición de la bella mujer.

Para cuando me di cuenta, ya estaba con un listón rojo amarrado al cuello, dentro de otra caja, esperando a algo, pero yo no sabía el que. Hasta que pude oír voces, voces lejanas de humanos que felicitaban a alguien por su cumpleaños, él estaba cumpliendo sus 10 años. Cuando los escuché más cerca, me puse ansioso, quería que me sacarán de esa caja molesta, y cuando al fin vi la tapa quitarse para dejar entrar la luz. Lo conocí.

Sus ojos curiosos no dejaban de verme, su sonrisa inocente iluminó la oscuridad que había sentido en mi corazón, y rápidamente sentí mi colita agitarse, soltando ladridos emocionados por sentirlo cerca de mí.

Me acurrucó entre sus brazos, mientras agradecía a sus padres, y yo solo me dedicaba a lamer donde podía, intentando llegar a su cara.

- Es un cachorro cambia formas, tendrás que cuidarlo muy bien, Se Hun – le había dicho su madre con voz cariñosa, mientras revolvía su cabello, y le daba un collar, un tierno collar de color azul pastel, con una placa en forma de corazón – Tienes que ponerle un nombre, cariño.

Le miré pidiendo su atención, y con todo mi corazón noble, le di un lengüetazo en su boquita rosa, guardando esa sensación en una caja fuerte en mi alma. Su carita me vio, y con toda la confianza del mundo el soltó;

- Transfórmate, pequeño bebé – me pidió, dando caricias en mi cabecita, y sin hacerme del rogar, recuerdo que me transforme en un pequeño niño de 5 años, con su cabello castaño claro todo revuelto, unos ojitos inocentes ante las miradas curiosas y una desnudez angelical, él me cubrió con su chaqueta, y me dio un beso en mi cabeza – Dime tu nombre, por favor.

Cuando él me amaba ✒ SeBaekWhere stories live. Discover now