Me acordé de eso

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Para fines de esta narración tragicómica vamos a llamarla "Y"

A los dieciocho años yo era un tipo paupérrimo, o sigo siéndolo pero hoy en día con otros matices (quiero creer), me gustaba creerme especial y diferente ya que era ávido a la lectura de novelas y poemarios que hoy en día no le recomendaría a nadie porque me parecen abiertamente lateros. Pasaba poco tiempo en la biblioteca de mi colegio eso sí, era más bien un lugar al que se iba porsiacaso, de hecho la señora que atendía era una mujer cultísima pero muy desagradable, de cara tosca y rasgos duros que fruncían el ceño ante la mayoría de las preguntas que los alumnos le hacíamos. Profería yo también por esa época un romanticismo que hoy me parece recalcitrante, basado en ideas nada reales sobre el amor, las relaciones de pareja y las mujeres. Evidencia de esto es que durante toda la educación media no logré que ninguna compañera se fijara en mí, aunque hubieron algunos acercamientos con algunas pero fueron, breves, etéreos, nada concretos y con besos bastante mal dados, lo que provocaba en mi un lamentable estado de ánimo en cuanto a mi capacidad para relacionarme con las mujeres de mi edad se trataba. Y tristemente sigue siendo así, pero hoy entiendo que no sólo es producto de mi timidez, mi fealdad y mi nula capacidad para ser interesante para una mina. Pero yo sé que no estoy solo, que hay caleta de cabros de mi edad en la misma situación que yo: no eres virgen pero sí tienes un montón de problemas para acercarte y relacionarte correctamente con las minas que llaman tu atención. Ella era mi compañera de curso por ese entonces y debo confesar que desde que la vi quedé estúpidamente embobado por ella (no digo enamorado, en mi diccionario esa palabra es demasiado grande) y debió ser porque era difícil no estarlo, tenía una mirada preciosa, muy expresiva, en este momento me cuesta recordar (trato de no hacerlo, en general mi pasado me produce rechazo) y una cara amable, con pecas, cejas preciosamente definidas, frente a juego y una sonrisa como para mirar todo el día (le di color). Su personalidad era también muy opuesta a la mía, por eso me llamaba la atención en mi timidez de la época; siempre alegre, con un optimismo constante y una emocionalidad a flor de piel, yo sentía que había algo en ella, una fuerza, un espíritu hermoso y muy extraño para este mundo (otra vez le di color). Claramente nunca me pescó, claramente nunca nos vimos fuera de la sala de clases. O bueno, una vez la vi con su pololo de la época (no me vieron). Pero desde mi interpretación estúpida de las cosas yo creía, a veces, que sí había onda. Esto por algunos pequeños gestos como sonrisas tibias, mensajes de "¿cómo estás?", ayuda con respuestas de pruebas o materias que me resultaban complicadas y conversaciones breves en el recreo en torno a un café de pésima calidad y un pan con mortadela, conversaciones algo cripticas y que duraban muy poco ya que yo no lograba retener su atención por más de cinco minutos dado que nuestros demás compañeros de curso eran personas bastante divertidas (menos yo). De todo esto surgió un sentimiento de asco, un rechazo a mí mismo en torno a su figura producido por mi incapacidad para que se fijase en mí. (Quiero dejar en claro que lo expresado acá no busca de ninguna forma caer en el machismo ni la cosificación de la mujer, yo apoyo el feminismo desde la trinchera personal que es mi cabeza y desde ahí trato de luchar reflexionando acerca de las conductas normalizadas que el machismo implica, algo así como un feminista de biblioteca ((por favor no me leseen por eso)). La cosa es que se acabó cuarto medio y nuestras vivencias finales resultaron algo dramáticas pero también con un lado muy bonito. Por ejemplo, cuando se dio eso de escribirse mensajes en el uniforme con plumón indeleble ella me escribió "Algún día serás capaz de resolver: Raíz de X elevado a -clásico dibujo de un pene-", esto haciendo alusión a mis escasas habilidades matemáticas. Yo, por el contrario. Escribí en la parte trasera del cuello de su blusa "que seas como seas, mientras seas tú". Qué hueá más asquerosamente cursi y chupamedias. Puta que hice el ridículo en ese tiempo. Bonito igual. Por esos días, más tarde, me contó que cuando llegó a su casa a leer detenidamente todos los mensajes dijo que el mío fue el que más la emocionó. Qué bonito debió ser. También fue súper bonito el abrazo que nos dimos entre lágrimas al salir de la ceremonia de licenciatura, osea no lágrimas pero si ella tenía los ojos llorosos y mientras nos abrazábamos me dijo dulcemente al oído "Cristian, me encantó todo lo que dijiste, gracias, gracias de verdad" refiriéndose al discurso de licenciatura realizado por mí y mi amigo Pablo Cartes. (Ahora siento que ese discurso era sin darnos cuenta un momento antipoético). Lo que no fue bonito si fue la fiesta de gala, la vi medio borracha bailando sobre el escenario con el hueón que más odiaba y no me pescó en toda la noche. Esa misma noche pero en una película de Woody Allen hubiera finalizado así:

Cristian se encuentra en un rincón oscuro apartado de la fiesta durmiendo en una banca cuando de pronto se escuchan los tacones.... Tac tac tac tac

Y: Cristian, ¿por qué estás aquí durmiendo?

C: aah, hola, tú de nuevo, solo quise tomar una siesta, ¿es un delito tomar una siesta a las tres de la mañana?

Y: No, pero esto, te he notado distante esta noche, ¿estás molesto por algo? ¿Tienes celos porque estaba bailando con Felipe?

C: es que... oh.... Felipe te quiere por tu físico, yo te quiero por más cosas...

Y: Y me he dado cuenta Cristian, y también quiero contarte que cuando estuvimos en casa de la Kika y entramos en una pieza yo sé que tú pensaste que tuvimos sexo pero no, la verdad me sentía muy incómoda...

C: Todo esto pasa porque tú y yo somos de mundos distintos, yo soy del mundo de los pernos, los libros y todas esas cosas, todos los chicos quieren estar contigo, vamos, tú podrías rechazar y tener a quien quieras.

En ese momento ella comienza a acercarse más y se miran fijamente, (empieza a sonar de fondo Your love is King de Sade) ella lo besa suave y dulcemente e interrumpe el beso para decir: "Si quieres... podemos irnos a otro lugar... ahora."

¿Bonito no? El cine de Woody Allen es una hueá casi mágica.

La cosa es que el Jueves pasado me junté con mis amigos en la casa del Juanca y dormimos todos juntos (con ropa) en la cama King que tiene el Lagos, dormí súper bien pero mis amigos no tanto porque de hecho al día siguiente me decían "Cristian hueón roncai demasiado, opérate de esa hueá porfa" y vino a mi memoria un recuerdo fugaz de la gira de estudios de cuarto medio: Ella, sí, ella misma, despertándome a las cinco de la mañana en la habitación que compartíamos esa noche con dos compañeros más (no sé si tengo que decir que no pasó nada) y me miró con sus ojos hermosos con unas ojeras todavía más hermosas y sus labios perfectos que se movieron ante toda mi debilidad para disparar la siguiente frase: "Cristian... eh... ¿te puedes ir porfa? Roncas demasiado, zorry."

Y en efecto: me voy a operar de eso

Me acordé de esoWhere stories live. Discover now