2° parte

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Una semana, llevaba una maldita semana recorriendo pastelerías y visitando a cocineros independientes todos y cada uno de ellos autoproclamándose los mejores en su rubro, y en todos obtuvo las mismas respuestas y excusas: es demasiado trabajo para tan poco tiempo, estamos demasiado atareados con encargos importantes. Ni siquiera estaban dispuestos a hacer las pequeñas miniaturas para las amigas de su sobrina. Y como si no fuera suficiente la negativa, se vio obligado a degustar varios de los productos elaborados por esos cocineros, lo cual lo disgustaba aún más porque le resultaban demasiado empalagosos. Así que otra vez se encontraba maldiciendo su suerte y su gran bocota.
Ya era sábado, y con la excusa de tener algo de trabajo pendiente, se disculpó para no asistir a la casa de su madre. Solo le quedaban visitar dos pastelerías y un supuesto genio pastelero. Si ellos no aceptaban el encargo, y aunque odiara con toda su alma ver la tristeza y la decepción en la cara de su sobrina no tendría más remedio que aceptar que había fracasado.

  Tratando de recuperar un poco de calma, ya que la frustración lo estaba empezando a superar, ingreso a un pequeño café. Entre tanto ir y venir no había estado ingiriendo la cantidad de cafeína que su sistema necesitaba y eso solo estaba contribuyendo a que su humor se agriara aún más.
Apenas se acomodó en una de las mesas más alejadas de la gente, aunque solo había un par de personas en ese momento, una jovencita de cabello castaño oscuro se le acerco a tomar su orden
-un expreso, y unos biscochos salados por favor. -
-en unos minutos se lo traigo, señor- y la jovencita se marcho

Tal y como dijo había tardado poco más de 7 minutos en regresar, esa rapidez le dejaba un poco de duda sobre la calidad de lo que estaba por ingerir, en la mayoría de los locales donde habituaba tomar café nunca se demoraban menos de quince para entregarle una taza medianamente aceptable, aunque podría justificarlo por el lado de que esos locales siempre estaban demasiado llenos y en este había poco movimiento.
Cuando levanto la vista vio su taza y junto a ella dos platillos uno con los biscochos que había solicitado y en el otra había dos leoncitos, uno parecía rugirle y el otro parecía dormido. Algo extrañado por eso y viendo que la muchacha aún no se había alejado más de dos pasos, la volvió a llamar.
-disculpa, pero ¿para qué son estos muñequitos? Yo solo pedí los biscochos, -
- disculpe señor, casi se olvida explicarle. No son muñecos son unas galletas glaseadas que estamos entregando a todos nuestros clientes a modo de muestra, si tienen buena aceptación serán incluidas en la carta. Por favor pruébelas y denos su opinión antes de irse- sin más se retiro
Reborn estaba asombrado de que fuesen de verdad galletas ya que tenían una cantidad de detalles impresionantes. Algo intrigado y para comprobar que realmente eran comestibles las probo, aunque le daba un poco de pena el arruinar semejante trabajo. Solo basto una pequeña mordida para quedar fascinado por el sabor, era una mezcla suave de vainilla y limón, además de que el glaseado tenía una cantidad de dulce mínima. La otra era una combinación de nueces y chocolate amargo. Estaba encantado con el sabor. Y no solo eso el café también era exquisito. Mientras degustaba los biscochos se preguntó si quien había hecho las galletas se animaría a hacer lo mismo en un pastel. Al terminar de consumir todo lo que tenía en los platillos, decidió acercarse a la caja para pagar y tratar de averiguar por el artífice de las galletas, por preguntar no perdía nada. Para su suerte la misma chica que le sirvió era la que estaba en la caja.
-disculpa ¿podrías cobrarme? Y si es posible me gustaría saber si puedo hablar con quién elaboro las galletas-
- ¿para que lo necesita? ¿acaso las galletas no fueron de su agrado? Si es así me disculpo
-para nada, los leones estaban exquisitos y eso que no me gustan las cosas dulces-
- si es así, entonces ¿puedo saber para que necesita a nuestro cocinero? - la jovencita no estaba muy segura de dejar a ese desconocido hablar con su compañero, aunque tenía un pequeño presentimiento de que no sería tan mala idea de que se vieran, que tanto el azabache como su amigo podrían salir bien beneficiados de ese encuentro.
-solo quiero hacerle una consulta sobre sus elaboraciones. Necesito conseguir un pastel bastante particular, y quería ver si había alguna posibilidad de que lo haga para mí. -
La muchacha pudo notar un poco de desesperación en la vos de su cliente, lo que la convenció de buscar a su amigo.
-deme un minuto veré si puede atenderlo, estaba preparando unos bollos hace unos minutos-
-Muchísimas gracias. Y no te preocupes, no tengo ninguna prisa, si es necesario que espere hasta la hora de cierre puedo hacerlo sin ningún problema. - realmente quería tener una respuesta antes de llegar a su casa.
Apenas termino de decir eso, la chica se perdió por la puerta que estaba detrás del mostrador, y en menos de un minuto regresaba con una sonrisa.
-Tsuna dijo que no tiene problemas en hablar con usted, pero necesita unos minutos ya que está por terminar de meter unas masas al horno. –
- esperare el tiempo que necesite, me quedare en una de aquellas mesas. De nuevo muchas gracias. – sin más palabras se fue a sentar en una de las mesas que daba a los ventanales. Mientras esperaba y observaba a los transeúntes avanzar por la calle, rogaba a todas las deidades habidas y por haber en el mundo que en esta ocasión le dieran una respuesta positiva, además se juraba a sí mismo no volver a hacerle una promesa a su sobrina sin antes tener todos los detalles y requerimientos además de los pro y contras de sus pedidos.
Mientras todo eso cruzaba por su cabeza un joven que no aparentaba tener más de 22 años, cabellos de un bonito castaño y demasiado rebeldes como para que se mantuvieran asentados se acercó a él. Cuando ya estuvo a su lado y viendo que estaba muy distraído, decidió darle un par de toquecitos suaves en el hombro para llamar su atención.
-disculpe señor, mi nombre es Tsunayoshi. Soy el cocinero del café. Haru me dijo que quería hablar conmigo sobre un pastel -
Al enfocar la mirada sobre el castaño Reborn había perdido el habla por varios segundos, pues el muchacho que tenía frente a él se le antojaba demasiado lindo, especialmente esa mirada de un tono miel que lo hacían ver muy dulce. No, no, no Reborn concéntrate no estás aquí para coquetear, al menos por ahora, tienes que tratar de convencer al cocinero que haga el pastel, ya luego le sacas el número de teléfono, dirección y grupo sanguíneo y talle del traje de bodas, aunque tal vez sería mejor un vestido. Así que con un cachetazo mental se obligó a comportarse y responder.
-un gusto Tsunayoshi, mi nombre es Reborn y si en algunas semanas será el cumpleaños de mi sobrina y me pidió un pastel bastante peculiar. Quiere que tenga la forma de unos personajes que le gustan, pero no he podido encontrar a nadie que acepte hacerlo. Cuando vi las galletas que estaban dando de muestra pensé que tal vez tu si podría hacerlo- y mientras hablaba saco de su bolsillo las imágenes que le había entregado Uni.
-oh, así que quiere una torta de my Little pony, y si me guio por estas marcas quiere que sean de Twilght y sunset no? – y le sonrió al azabache
Reborn no sabía que lo había embobado más, si la encantadora sonrisa que el chico tenía en el rostro o que conociera esos dibujos y tratara su petición como si fuese algo de todos los días.
-la verdad no sabía sus nombres pero si son la de tonos lilas y la de tonos naranjas- y con una clara esperanza en sus ojos quiso confirmar su respuesta - ¿crees que puedas hacerla? -
-Primero necesito saber cuántos invitados serán, para saber la proporción de la torta, además de para cuando la necesita, y que tipo de relleno es el que quiere. -
Ante esas preguntas el azabache estaba más que emocionado, pues a todos los que visito antes apenas escuchar que tenían que modelar el pastel le daban una rotunda negativa.

Formas DulcesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora