Era domingo, y empezaba a sentir la pesadez de toda la semana retrasada.
Algunas veces solía dormir todo el día para dejar que pasarán las horas sin necesidad de sentirlas eternas.- ¿Despertando un domingo temprano? ¿Me explicas está atrocidad? - Dijo mi madre mientras me acercaba a la cocina.
- Buen día para ti también, mamá.
El timbre sonó.
Al abrir la puerta me encontré con una chica y un chico, ella llevaba en sus manos una canasta llena de galletas.- Buenos días... somos los vecinos, somos nuevos, Yo soy Elena. - la chica sonrió y esperó a que el chico se presentara. Después de unos minutos de incómodo silencio, habló.
- lo que dijo mi hermana, y soy Evan. - sonrió intentando imitar a su hermana.
- Bienvenidos... Soy Caroline. - sonrisas van, sonrisas vienen.
- Carolina - dijo Evan.
- Caroline - sonreí.
- Es lo mismo, sólo que está en inglés - su hermana se veía llena de vergüenza.
- Sí, pero me pusieron Caroline, no carolina. Así que agradecería que me llaman correctamente.
- No estamos en Estados Unidos - Continuó. Su hermana le dio un codazo y me ofreció una galleta.
- Espero que podamos conocernos mejor Caroline, fue un placer - Esa chica si se veía agradable.
Evan me miró de arriba a bajo detenidamente y levantó una ceja.
- Que tengas un dulce día, Carolina.