Único capítulo

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Los tres jóvenes entraron a la casa cansados y sudorosos, con sus camisetas hechas un asco y el humor por los suelos. El rubio quien era dueño de la casa cerró la puerta principal de un golpe, llamando la atención de los dos chicos que venían con él y de su madre que se acercaba desde la cocina.

- Hola hijo, chicos... ¿cómo están?. - la madre de Jimin se acercó mirando de forma sospechosa a su hijo mayor.

Jimin no había cambiado su ceño fruncido desde que terminó el partido, un partido que habían perdido injustamente y debido a eso el humor del rubio había caído por completo. Igual que un pequeño perrito rabioso pasó frente a su madre y se sentó en la mesa del comedor, viendo hacia la ventana abierta a su lado la cual dejaba entrar una calurosa brisa.

Los otros dos adolescentes se miraron unos segundos y luego compartieron la misma mirada con la madre de Jimin, de forma disimulada la mujer se acercó a ellos. Una lata de cerveza fría descansaba en su mano izquierda.

- ¿Qué ocurrió? ¿Perdieron otra vez?. - a pesar de que la pregunta había sido susurrada sólo para Yoongi y Jungkook, Jimin la pudo oír claramente.

- ¡Claro que perdimos! No hacemos otra cosa que enfrentarnos a equipos que juegan sucio. - resopló desde su asiento, volviendo a apartar la vista hacia la ventana y cruzando sus brazos.

Jungkook, el más joven de los tres, dejó salir un suspiro y se sentó en la silla frente al rubio. Claro que él también estaba enojado, indignado, pero el partido ya había acabado y no había nada más que reclamar.

- El equipo contrario cometió varias faltas de conducta que no sancionaron. - explicó hacia la mujer que los miraba apenada y confundida.

- Son sólo juegos amistosos, no hay porqué perder la cabeza. - Está vez habló Yoongi, caminando hasta la silla de Jungkook para apoyar la cadera en el respaldo de esta y así mirar al rubio. Jimin le devolvió una mirada intensa y fría.

- Claro, porque tu no eres el que juega. - Jimin estaba aún con el uniforme violeta del equipo de voley y probablemente no se lo quitaría hasta que el enojo se le fuera un poco.

Su madre suspiró y acabó su bebida de un solo trago largo, dejando la lata vacía olvidada en la mesa. De pronto una sonrisa se posó en el rostro de la mujer y los miró a los tres con dulzura.

- Se quedan a dormir, ¿cierto chicos?. - cambiando de tema repentinamente, los dos asintieron pero Jimin negó con su cabeza mientras se levantaba.

- Váyanse a sus casas... quiero poder lamentarme y enojarme todo lo que quiera... y en paz, si son muy amables... - murmuró malhumorado mientras se perdía en la cocina y abría la nevera.

- Sí nos quedaremos señora Park. - le aseguró Jungkook a pesar de lo que acababa de decir el rubio, y como siempre su madre le devolvió una sonrisa encantada.

- Está bien, iré a comprar para hacer la cena. - tomó su bolso y se colocó los zapatos. - ¿Algo en especial que quieran comer hoy?. - preguntó a los dos adolecentes en su sala.

- Langosta ¿puede ser?. - preguntó Yoongi mientras se le asomaba una sonrisa sarcástica.

- Claro. - respondió la madre de Jimin. - Ahora iré con mi Ferrari al chino de la otra calle a ver si les quedó langosta. - Le guiñó el ojo al mayor de los tres y Jungkook explotó en una carcajada sin lograr contenerse.

Segundos después Jimin salió de la cocina bebiendo una lata cerveza recién abierta y pasó directo hacia el pasillo rumbo a su cuarto. Los dos chicos lo miraron y su madre negó con un suspiro pesado.

- Cuiden que no se emborrache, por favor. Jungkook te dejo a cargo - dicho eso, les tiró un beso y salió de la casa con sus llaves y una bolsa de tela en la mano.

삼인조 | O.SDonde viven las historias. Descúbrelo ahora