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Felix ya llevaba veinte minutos esperando en el aeropuerto de Seúl.

El cielo estaba nublado pero no hacía frío, aún así tuvo que ponerse un abrigo para salir, a causa de su sobreprotectora madre.

Relamió por enésima vez sus labios, estaban un poco resecos, pero no lo hacía por eso; estaba nervioso.

O quizás ansioso.

Él volvía hoy a Seúl, la gira mundial había terminado. Fuentes confiables lo informaron sobre ello.

Lee Minho, mejor conocido por su nombre artístico; Lee Know, era el más grande ídolo en la vida de Felix. Hasta se estaba convirtiendo en el único.

La admiración de Felix hacia aquél artista era indescriptible; esa sensación de tener el pecho vacío y lleno a la misma vez, le asustaba, pero no podía parar.

O tal vez no quería.

Lo era todo. No supo en que momento se volvió tan esencial en su vida. Seguirlo en redes, disfrutar su música, apoyar su trabajo, poco a poco todo aquello se volvió insuficiente. Quería más, siempre quería más.

Minho lo hacía sentir bien con el simple hecho de existir, se sentía felíz, completo.

Pero su codicia no tenía límites.

Perseguir lo que le hace felíz era normal para él, inclusive hasta tenía cierta lógica en su cabeza.

Hoy la expectativa de Felix ante la llegada del próximo vuelo es mucho mayor que la de otros días. No era su primera vez esperándolo ni mucho menos, pero esta vez estaba decidido a llegar un poco más allá.

Tampoco era la única persona ahí, esperando. Enormes cantidades de adolescentes iban y venían por todo el lugar, agitados por toda la emoción.

Supuso que tal vez sí era la primera vez de algunos de ellos, porque tan pronto gritan como cuchichean, se atropellan entre ellos... en conclusión; hacen un gran alboroto.

Tuvo el deseo de mandarlos a todos a callar, podrían molestar a las demás personas y los guardias tendrían que intervenir, realmente no quería eso, así era mucho más difícil poder acercarse a Minho.

Revisó por tercera vez la batería de su cámara. Estaba llena, pero tenía que hacer algo para ignorar la presión en su pecho al ver la gran cantidad de admiradores que tenía. No era el único.

Pero era distinto a los demás, o al menos eso era lo que se decía a si mismo para intentar calmarse.

Era especial, tenía que serlo. Sino ¿por qué Minho le sonrió de aquella forma la última vez que lo vió? Generando pequeñas arrugas alrededor de sus ojos, casi cerrándolos.

Esa sonrisa le dio un vuelco a su corazón y le hizo saber que no era igual a todas las otras personas.

Que por cierto, a ese punto, ya lo habían invadido todo. Ellos no eran ni más ni menos que una plaga. Una muy molesta plaga.

Los fantásticos se acercaron a las puertas de vidrio que limitan el aeropuerto con el campo de aterrizaje. Allí observaron expectantes a la llegada de su ídolo.

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⏰ Última actualización: May 08, 2019 ⏰

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