Qué Estupidez... [ShibaKou]

>Tonto<

Poco o nada había pasado desde aquel día, aquel día en que todo lo que rodeaba la relación entre ese par de chicos se convirtió en una estupidez, una divertida, disfrutable y linda estupidez, todo en un simple almuerzo escolar. Los alumnos de segundo año de la preparatoria Sakuragaoka estaban ansiosos por salir a almorzar, y obviamente Ken, Koudai y Kotarou no eran la excepción. Justo cuando el timbre sonó, todos salieron corriendo, ya sea a la tienda, el patio o la azotea, cosa que era el caso para los llamados 'trío de idiotas' por cierta chica de cabellos naranjas, ya que los tres se dirigieron a su lugar de siempre, la banca junto a la esquina del lado derecho del tejado.

-Hmm, creo que el examen estuvo bastante fácil, definitivamente lo paso.- inició el de ojos castaños oscuros mientras desempacaba el pan dulce que había traído de su casa para luego darle un mordisco.

-Meh, yo no sé, a la próxima debería pedirle a la señorita Hayasaka para estudiar, si no probablemente baje el promedio.- respondió Shibasaki ante su comentario.

-Ay, me hubieras dicho, Natsuki y yo estudiamos ayer, te hubiera invitado.- al rededor de cinco minutos duró esa charla sobre el examen que tuvieron en su última clase, hasta que dirigieron su charla hacia el tercer integrante del grupo.

-Hey, ¿a ti cómo te fue?- el chico peliazul levantó la mirada de su libro como si no hubiera puesto mucha atención a su charla, pero sí a la pregunta que se le hacía.

-No recuerdo muy bien qué puse, sólo espero pasarlo.- su tono sonaba algo frío pero de todas formas interesado, cosa a la que ya todos se habían acostumbrado, pero de todas formas, era el momento de que el de ojos ambas rechistara como siempre.

-Vamos, dí algo más, no tengo más temas de conversación.- dicho esto, arrebató el libro de sus manos para dejarlo fuera de su alcance a pesar de que el aludido fuese más alto que él.

-¡Hey, devuélvemelo!- exclamó Yamamoto con claro fastidio, tratando de alcanzar el dichoso libro sobre el Shogunato Tokugawa, pero sin éxito dado a la fuerza de Ken.

-No, debes sacar la nariz de tus libros ¿Si no, cómo vas a conseguir novia?- sonrió pícaramente mientras trataba de alejar el libro de su propietario, el cual parecía que ese comentario le había molestado. Ante eso, Kotarou se mostraba sólo mirando divertido a lo que parecía ser una discusión más entre ellos gracias a sus contrastantes personalidades.

-¡No uses eso como excusa, sólo déjame leer en paz!- exclamó el de ojos grises tratando de recuperar su libro, pero al contrario, en un movimiento rápido, Shibasaki le quitó los lentes, cosa que sabía que haría que si vista se tornara borrosa.

-Bueno, si así quieres ponerte a leer, eres bienvenido.- dicho esto, le devolvió el libro, pero obviamente no podía leerlo sin lentes. Ya harto, cerró las manos con furia, dejando de lado su clásico semblante calmado.

-¡Ya basta, el hecho de que me gustes no te da derecho a fastidiarme todo el tiempo!

-Ay, no te enojes, sólo estaba bromeando, tonto.

Un segundo...

Dos segundos...

Tres segundos...

Kotarou comenzó a toser bastante, como si se hubiera atragantado con la bebida que tomaba, cosa que sacó a sus dos amigos de su burbuja.

-¿Q-qué acabas de decirle?

-Le dije que el hecho de que me gusta no le da derecho a...- a medida que hablaba, se daba cuenta de lo que había dicho.

Literalmente, acababa de confesar sus sentimientos sin querer.

-¡Mi-mierda, me voy!- se le alcanzó a escuchar antes de que saliera corriendo hacia cualquier lugar que no fuese en el que ambos chicos quedaron extremadamente atónitos.

-¿Qué...?- murmuró Ken, dejando caler los lentes al suelo, con suerte de que no se rompieran.

>TtTtTtTtTtT<

Koudai corrió y corrió por los pasillos y escaleras, sin tener claro su destino hasta notar que estaba cerca de su sala de clase, pero antes de poder entrar, casi chocó con alguien, teniendo que tomar de los hombros a aquella persona para evitar que se cayese.

-¡Hey, ten cuidado!- se quejó la persona aludida, que luego de fijarse en quién lo sostenía de los hombros, se confundió.- ¿Yamamoto? ¿Qué pasó con tus lentes?

-¿Akuutsu?- lo llamó el más alto al reconocer su voz más que su apariencia, pero en su respuesta habló bastante rápido.- Lo lamento, larga historia, debo irme ¡Adiós!

Dicho esto, volvió hacia su escritorio, dejando a Kaname bastante confundido por lo que pasó, pero sin darle mayor importancia. Ya sentado ahí, tampoco es que pudiese hacer mucho, ya que los libros y en general todo se veía borroso, así que no podía hacer nada para disimular sus nervios, y hablando de nervios, en ese momento recordó algo muy importante.

Shibasaki y él estaban en la misma clase.

En la misma fila.

Justo estando uno detrás del otro.

En ese momento se sobresaltó un poco, pero luego tuvo una idea, una idea un tanto rara, pero que de seguro le serviría parra evitar al castaño claro por al menos ese día, si es que el maestro de la última clase no lo retaba por eso antes. Así que sin titubear más, retiró unos cuantos libros de la mesa y hundió su cabeza en sus brazos, como si estuviera dormido, o durmiéndose en realidad, sin importar si la clase empezaba o no, ya que al ser la última hora, y de paso, al ser bastante alto, estar sentado en la parte de atrás del salón, el maestro no lo vería fácilmente.

estando así, el chico de ojos grises comenzó a repasar toda la escena recién vivida en su mente. Estaba leyendo sobre el decline de Shogunato Tokugawa, pero luego aquel libro fue retirado de sus manos, como siempre ¿Pero entonces por qué soltó justamente esas palabras? ¿Habrá sido por la rabia? ¿Habría estado estresado por que sabía que le había ido muy mal en ese examen? ¿O simplemente eso era lo que realmente pensaba?

"El hecho de que me gustes-"

Ya el resto de la frase parecía no tener importancia, era sólo algo redundante que merodeaba por su cabeza cada vez que se juntaban los tres, pero en el fondo, no era una molestia.

Ya eso dejó de ser la mayor molestia...

Pero definitivamente tenía algo claro: Ya no había vuelta atrás, se había declarado accidentalmente a su mejor amigo y no había nada que hacer salvo aceptarlo. Pero de todas formas, eso sería algo difícil de enfrentar.