–¿Te puedes creer que ese chico está aquí otra vez con otra chica? –Shayla observó desde dentro al comedor y negó con la cabeza–. ¿Esas chicas son estúpidas?
– ¿A lo mejor no les importa? –me encogí de hombros, indiferente a cuántas citas diferentes traía al restaurante el Sr. Propinas Grandes todas las noches de los viernes.
–O no lo saben –ella puso lo ojos en blanco mientras preparaba dos ensaladas de jardín para su último cliente–. Pero en serio, ¿cómo pueden no saberlo? Una mirada te dice que ese es un chico que no va a ser fiel.
–Shayla –me reí mientras ordenaba montañas de cubertería y doblaba conjuntos de ellos dentro de servilletas–. No puedes juzgar a un libro por su portada.
–¿Así que irías a una cita con él si te lo pidiese?
–Oh, diablos, no –me reí y miré hacia fuera al alto y guapo deportistucho sentado en una de mis mesas. Su nombre era Zane Beaumont y ha estado frecuentando Lou’s Burger Joint cada viernes por la noche en los últimos tres meses con una chica diferente cada vez. La cita de esta semana parecía tan insulsa como las otras chicas que había traído previamente a cenar. Pero ya no estaba sorprendida, no como lo estaba Shayla, él siempre entraba con una chica nueva. De hecho, hubiese estado más sorprendida si entrase con la misma chica dos semanas seguidas.
– ¿No crees que es guapo? –Shayla se giró hacia mí y contoneó sus cejas antes de irse a entregar sus ensaladas.
–Oh, de acuerdo, él es guapo –me reí otra vez y lo miré, estudiando su rostro de forma clínica–. Pero tiene que ser el mayor jugador de Miami –Zane era todo lo que quería evitar en un chico. Era demasiado guapo para ser un chico bueno, con esos ojos celestes y cabello castaño oscuro ligeramente demasiado largo. Su cabello siempre estaba perfectamente espinado con un mechón en su rostro que peinaba con sus dedos para darle una apariencia enmarañada. Su rostro era cincelado y clásicamente hermoso, y siempre tenía una mirada ligeramente petulante y superior. Había algo en su imagen que te atraía instintivamente. Pero sabía que no había forma que alguna vez procediera según la atracción que sentía, no que él fuera a estar interesado en mí de alguna manera.
–Deberías ir a por ello, chica –María, la otra camarera trabajando esa tarde, contoneó sus cejas en mi dirección cuando terminó de contar sus propinas–. Siempre se sienta en tu mesa. Apuesto a que está deslumbrado por ti, chica.
–Gracias por el voto de confianza, María, pero lo dudo –me reí fácilmente mientras un cálido rubor corría por mi cuerpo–. Incluso si estuviese interesado, que no lo está, nunca tendría una cita con alguien como él. No hay manera en que él se ciñese a mis reglas.
–Ay dios mío –Maria puso los ojos en blanco–. ¿Estás hablando de esas reglas otra vez. Olvida las reglas. Sólo déjate llevar.
–Tú sabes que no puedo hacer eso, María –suspiré–. Creé esas reglas por una razón. Ya no quiero ser sólo una compañera en la cama de algún chico. Me estoy salvando a mí misma del problema real.
–Si tú lo dices –ella metió su fajo de billetes en su bolso y se levantó–, pero estoy segura de que él sería dinamita en la cama si cambiases de opinión –ella se rió y yo tuve que asentir para mostrar mi concordancia. Había algo en la forma en la que Zane Beaumont se movía que era rítmico y sexy. Además, sus manos eran grandes, cálidas y masculinas. Me sonrojé al recordar el shock de electricidad que sentía cada vez que nuestros dedos se tocaban cuando recogía sus pagos.
–Adiós, María. ¿Te veré mañana?
–No, chica, Pedro y yo vamos a ir a un baile de salsa –ella sonrió e hizo un par de pasos en la cocina.
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The Last Boyfriend
SonstigesLucky Morgan ha quedado devastada cuando su novio la deja después de haber dormido con él y se jura a sí misma que no la volverán a utilizar. Decide que el próximo chico con el que quede y duerma será su único y verdadero amor. Zane Beaumont es el h...