Prólogo

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Él era un chico muy extraño... casi nunca hablaba o sonreía, no era muy notorio, sin embargo, yo observaba y era consciente de que él estaba siempre ahí, supongo que no era muy seguro, o no tenía una gran autoestima, se notaba en la forma tan retraída en la que caminaba o como solía guardar sus pulgares en los bolsillos delanteros de sus ajustados jeans negros, como cubría su rostro con su cabello azabache, tal vez sentía que así las personas no tenía acceso a sus pequeños y expresivos ojos profundos, o solo no le gustaba que las personas se entrometieran en su vida, la verdad aún no lo puedo descifrar.

¡Vaya que se veía lindo! Lucía como el típico chico rudo con cara de pocos amigos, aunque yo estaba segura de que no era más que un gran caparazón que adoptaba para ocultar su timidez e incomodidad de interactuar con los demás.

En ocasiones parecía odiar que le hablasen, odiar las personas, odiarse a sí mismo, era una pena que un apuesto chico se sintiera así. No sé por qué, pero era evidente su adicción por la música, adónde iba llevaba puestos sus auriculares, yo solo podía hacerlo de camino a casa, pues dentro de la escuela muchas personas me hablaban, no tenía idea que era lo que escuchaba todo el día, pero nunca dudé de que fueran hermosas melodías, no esperaba menos de ese joven, en fin, el tener el sonido en sus oídos parecía ser lo único que aliviaba la tensión de su rostro, y al parecer también de su mente y alma... Lo peor o lo mejor, ahora no lo sé, era que yo entendía perfectamente, las cosas no son fáciles para todos, y siempre fui de pensar que la tristeza o la alegría son muchísimo más bonitas con música, y sí, lo dice la chica que siempre estaba sonriendo y observándolo desde la esquina trasera del lado derecho del enorme salón. Todas sus acciones, sus ademanes, su suprema seriedad, a mis ojos eran simplemente perfectas.

Siempre disfruté mucho el hecho de estudiar, amaba llegar a la universidad y abrir mi cerebro a todas las cosas nuevas que podía aprender, era mi lugar favorito después de mi habitación, claro está, pero en cuanto lo vi a él, deseaba ir con muchísima más energía ansiaba durante mis sueños que mi despertador hiciera su característico ruido al despertarme, para poder ir a verlo, no sabía si me gustaba en realidad, pero adoraba al cien por cien el momento en que ese hermoso chico de piel pálida atravesaba las puertas de salón de clases hacia su lugar al lado izquierdo del recinto.

El posiblemente no sabía de mi existencia, a pesar de ser una chica popular, no era la típica rubia delgada con auto último modelo y bolsas de lujo, todo lo contrario, (puedes poner aquí tu descripción, yo puse la mía) era de tez más bien morena, un poco curvilínea, con cabello negro un poco más corto de lo que me gustaría, eso sí, no era bajita medía un metro con setenta centímetros, nada mal para ser latina, amaba con el corazón estar a diario impecable y bien organizada, aunque mis cosas no fueran de las más costosas o elegantes , siempre me halagaban por mi buen gusto entre lo formal e informal, aunque eso lo llevaba sin mucho cuidado, era mi naturaleza, pero a él no parecía importarle nada de esas cosas , era mucho más que eso, estaba en su mundo, luchando consigo mismo, evadiendo el universo y sus alrededores con su música.

A pesar de que no era muy dedicado en los estudios, yo sabía que era bastante inteligente pues cuando debía inevitablemente hablar durante las clases, lo hacía con una soltura muy propia de personas intelectuales, es como si supiera a cerca de cualquier tema que quisieras preguntarle, sin embargo nunca me atreví a dirigirle la palabra, me sentía sumamente avergonzada con su presencia; no me imaginaba una situación en la que yo le cuestionara algo de cualquier materia y el me respondiera con su grave pero armoniosa voz, era sencillamente seductora, quizá eso explicaba por qué muchas chicas trataban de acercarse a él durante el descanso en la cafetería, o en el patio trasero de la universidad, aunque suene cruel, disfrutaba mucho el ver como llegaban con una gran sonrisa a donde él estaba, a veces iban con regalos o cartas, no es que fueran malas chicas tampoco, es solo que me divertía cuando se alejaban con una gran cara de resignación o enojo, nunca pude escuchar que les decía el sin expresión alguna, a veces ni siquiera respondía, solo las ignoraba, pero me hacía mucha gracia ver como despreciaba a su antojo.

En cambio, yo, simplemente me limitaba a hacerme feliz en mi silencio y transparente sonrisa al darme cuenta que estaba embelesada con su belleza, hasta que algo me traía de nuevo a la realidad, no importaba si estaba en clase, o con mis amigos, el siempre estaba presente físicamente o en mi pensamiento.

COLD  M.YGDonde viven las historias. Descúbrelo ahora