𝐇𝐄𝐀𝐑𝐓 𝐒𝐎𝐍𝐆 | 𝐡𝐨𝐩𝐞𝐠𝐚

ᥙ́ᥒιᥴo

Hey, cariño. Tengo mi ojo en tí, estando ahí, en la avenida Baker.

Había salido a despejarme un rato, relajarme y desactivar un poco todo el lío que se forma frecuentemente en mi cerebro. Con toda la mierda que suelo pasar día a día, a veces me hace sentir un poco mejor salír a caminar.

Caminaba sin rumbo, muchas veces hasta trato de perderme para así ocupar mi mente en tratar de encontrar el camino de vuelta a casa, logrando sólo concentrarme en eso y dejar de pensar por un corto tiempo sobre mi mediocre vida.

Estuve andando un largo tramo metido en mis pensamientos, tanto que no noté cuando me encontraba en un lugar que conocía pero que sólo una vez en la vida se me ocurrió pasar. Ya antes había pisado estas calles las cuales se me hacían de las más aburridas y menos interesantes, por lo que no tenía idea de qué demonios me trajo hasta ellas. Hasta que te ví.

Estabas parado ahí, frente a mí en la avenida Baker. Lucías tan atractivo pero a la vez tan arrogante, que talvéz eso fue lo que captó mi atención.
Te veías tan bien. Un rostro tan varoníl, con una mandíbula prominente, unos labios tan bonitos que me daban ganas de ir corriendo a besarlos; una naríz bastante respingona, casi perfecta. Unos cabellos castaños, que se veían tan sedosos y suaves, pareciendo un poco rojizos en las partes donde la luz del atardecer los acariciaba.
Tu piel lucía preciosa, con un bronceado leve bañando las partes de tus brazos y cuello expuestos.
Esa camiseta blanca con garabatos te sentaba de maravilla. Con esos jeans negros entubados y esos tiradores, derretías a cualquiera que te viera. Te hacían lucír maduro, mas la gargantilla que llevabas puesta le daba el toque necesario y justo para demostrar que parecías ser bastante jóven.

Estabas con tu móvil en mano. En ningún momento volteaste tu cabeza hacia mi dirección, pero la razón era que estabas bastante entretenido con ese aparato.

Estoy caminando muerto. Sí, he sido disparado. El amor a primera vista no está jugando.

A paso lento, y no muy decidido, me acercaba a tí.
Parecías estar en tu mundo, riéndote despreocupadamente.
Había algo bastante gracioso en el celular, ¿no?
Te veías tranquilo, hasta habías dejado de verte arrogante. Eras un jóven despreocupado, con una bonita sonrisa.

Cada paso se me hacía más difícil. Tenía miedo. Miedo de no saber que hacer, de congelarme, de quedarme viéndote como un estúpido. Miedo a si notarías mi secreto y cómo reaccionarías a él.

Estaba a medio metro de llegar hasta donde tú estabas, y justo volteaste a verme. Traté de hacerme el indiferente, como si tu mirada no me afectara, pero lo hacía. No sabes cuánto.

Iba a pasando a un lado de tí, trataba de ignorarte. Estaba decidido a hacerlo. Seguía mi camino cuando me tomaste del brazo, haciéndome voltear a verte.
Me diste un papel que se me había caído, sonriéndome y haciéndome ver que estaba perdido. Incluso me atrevo a decir que te veías más bonito de cerca.

Te agradecí utilizando mi voz más aguda, tartamudeando y agachando la cabeza, sintiéndome demasiado minúsculo para sostenerte la mirada.

Me dijiste que nunca me habías visto por esas calles, me preguntaste si era de por allí, a lo que yo negué.
Dijiste que yo era de pocas palabras, pero que deducías que era una persona tímida. No lo soy. Nunca suelo serlo. Pero algo en tí me ponía tan nervioso que me sentía intimidado.

Me preguntaste que cómo había llegado hasta ahí. Levanté la cabeza para mirarte, no te veías incómodo al hablarme.
Te fui sincero. Te respondí diciéndote que salí a despejarme y que de la nada, sin darme cuenta, había llegado hasta la avenida.