Desde que yo era una pequeña niña tuve una pregunta que recorría mi solitaria mente: ¿Será que se me tiene permitido vivir? Así pensé casi toda mi miserable vida. No sabía si yo debía vivir y seguir causando problemas a este mundo o si dejarme atrapar para morir por quienes me juzgaban. Una criatura tan monstruosa como yo no debería existir, debería ser una historia que cuenta un marinero alucinando o un borracho que va caminando por las costas en las madrugadas. Un monstruo, todos veían mis defectos. La gente cuando iban por la noche describían como mis grandes e intensos ojos Amarillos se veían sobresalir del agua y cuando la luz del faro me apuntaba ya no encontraban nada. Los niños que jugaban cerca de la playa veían una larga aleta que se notaba que no pertenecía a algún pez por estar hecha de huesos con forma de lanzas muy filosas puestas una junto a la otra, también a veces veían esos largos cuernos color sangre en mi cabeza y mi cola con 3 picos en la punta que parecían ser de un tridente, la cual era más un aterrador adorno que una parte útil de mi cuerpo. De las veces que salía del mar la gente gritaba al ver como una chica podía tener la piel cómo la de un pez de color azul como el mar bañado de gris en mi estómago, piernas y brazos. Mis grandes garras en las extremidades de mis dedos unidos por una delgada capa de piel cómo una aleta parecían como las de un oso u otro gran animal carnívoro. La parte más aterradora de mi cuerpo para los pueblerinos era mi cara, una lastimado cara con extrañas orejas alargadas, mis branquias que iban por la mayoría del cuello hasta la cabeza haciendo que además de respirar en tierra pudiera respirar en el mar, los cuernos de un demonio de la noche y esa sonrisa que tenía 2 cicatrices, cada una partía una de mis mejillas desde mi boca hasta el final de estas, entonces cuando abría la boca se veía mi gigantesca y espantosa mandíbula compuesta de miles de delgados alfileres. La gente definitivamente le tenía miedo a ese monstruo que parecía sacado de una historia de terror contada por una madre para que sus hijos le hicieran caso. Aunque lo único bonito mío siempre ha sido mi pelo, es un tesoro resguardado por un monstruo. Fue un viaje de sentimientos, ya que no todo empezó tan mal, pero lentamente se volvió en una tragedia indescriptible, déjenme les cuento.
Mi vida empezó de la forma más trágica que se podía. Mi madre se encontraba regada entre las piedras de la playa, ella había sido atacada y fue reducida a un montón de carne sin forma, lo único que quedaba de ella con forma eran sus largas y bonitas manos agarrándose entre ellas como si guardaran algo preciado. Ya era de tarde y un marinero iba de regreso al muelle, cantando sus desdichas cómo si fuera el hombre más solitario de todo el mundo, recordando como era su hermosa esposa, Victoria, antes de que se muriera en un naufragio hace 6 años, la tragedia fue tan grande que dejó de socializar con sus alrededores ¡Él realmente era el hombre más solitario de este mundo! Así iba este marinero hasta que pasó al frente de las rocas y vio esa terrible escena. Estaba asqueado por el terrible olor, pero al escuchar el llanto de un bebé se dio cuenta que debía hacer algo antes de que le pasara algo a este indefenso bebé.
El marinero desembarcó en el muelle como de costumbre y sus compañeros de profesión todos lo saludaron. Aún así Martín nisiquiera los volteó a ver y fue directo a la montaña de rocas en la costa, dónde el mar rugía con fuerza e ira al chocar con las filosas rocas, aún así ahí se encontraba el viejo marinero, en el fin del mundo caminando poco a poco cuidándose de no resbalarse. Iba poco a poco hacia lo que creía que era un cadáver de una ballena. Aún escuchaba los llantos pero no sabía de a dónde provenían, buscaba por todo el lugar hasta que vio las gigantescas manos que no parecían ser humanas. El viejo hombre se asustó y chocó contra una de las rocas mientras tenía miedo de la escena con la que se encontró, pero al escuchar que los llantos provenían de ahí intentó separar esa manos de 3 metros cada una. Sus intentos eran inútiles por la dureza de las tiesas manos y por su débil figura por sus años. Siguió y siguió hasta el atardecer, después de más de 30 intentos logró abrir las manos, era el hombre más feliz hasta que se dio cuenta que el bebé atrapado era una criatura azul con cuernos rojos y esas cicatrices que iban de nacimiento, el viejo se asustó de nuevo. Él tenía miedo de que hubieran más de los monstruos que eramos nosotras dos. Después de pensarlo el viejo llegó a una conclusión, que esa criatura no podría adaptarse a ninguno de los 2 ambientes. Los seres humanos nunca verían a este capricho de la naturaleza cómo alguien igual y hasta le tendrían miedo al nivel de buscarla para matarla. Tampoco podía devolverme al mar porque al estar yo sola es cuestión de horas para que muera de hambre ya que nadie de mi especie me recogería y me amaría.
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Fisher's Island
FantasyEl pasado a veces es difícil de recordar, más si fue lo único bueno que te pasó. Esta es la tragedia de un ser que perdió quienes la comprendían y como fue perseguida por el resto de su vida.