Capitulo 1

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Vacío, eso es lo único que sentí cuando me desperté en aquella camilla de hospital. Me dolía todo el cuerpo, sobre todo la cabeza. Cuando me dijeron que  mis padres y  mi hermano no habían sobrevivido, fue como caer por agügero de oscuridad del que no podía salir. Yo por ese entonces iba a un instituto que me pillaba al lado de casa. No me solía quejar pero era una mierda, la gente se reía de mí porque siempre iba con la misma ropa. Esto tenía una explicación, yo quería estudiar en una de las universidades más caras de la ciudad y el dinero no aparecería solo. Mis padres no se podían permitir eso, mi madre estaba en paro y mi padre ganaba unos 2000$ al mes. Ahorraba todo lo que podía, el aguinaldo de la abuela, los regalos de navidad eran dinero y los de mi cumple tambien. Quería ser pianista, desde pequeña lo tocaba siempre, y teníamos uno en casa. Era del abuelo, me lo regaló cuando yo tenía unos 4 años y desde ahí me empezo a enseñar a tocar. 
Un día cuando íbamos al parque  a da un paseo, el coche de mi padre se cruzó con otro y ocurrió la desgracia. Yo iba en el asiento de atrás con mi hermano, yo me salvé, pero ellos no.

Después del accidente de mis padres mi abuela se haría cargo de mí. Al final mi abuela habló con la asistenta social que me habían mandado. Sacaron conclusiones de que lo mejor para mí sería que me metieran en un internado con los ahorron que yo había recaudado toda mi vida. No podía hacer nada, la habían lavado el cerebro. Mi destino sería el internado Alion, un internado que estaba aislado de la ciudad. 

Me puse a hacer las maletas, metí lo imprescindible. A parte de los ahorros de la universidad que irían destinados a el internado, yo tenía guardados unos 3000$ por lo que pudiera pasar. Los metí en la maleta, en la parte donde tenía la ropa interior, así nadie miraría. 

Estaba enfadada con la abuela, pero de que serviría seguirlo estando si no la iba a volver a ver en meses, o quien sabe, podían ser años. Me despedí de ella y me monté en el autobús que dejaba más cerca del internado. Tenía un folleto del internado en las manos, me dispuse a abrirlo. Lo típico que ponen en todos los folletos de propaganda. Grandes instalaciones, con habitaciones independientes, salón de música. Lo último es lo que menos me disgustaba, al menos podría tocar. 

Cuando el bus paró me di cuenta de que habíamos llegado. Cogí la maleta y me bajé. Era un edificio muy antigo con enredaderas en la fachada. Una señora me estaba esperando a fuera, era una mujer alta, rubia y  que se le debía haber tenido que caer un bote de gomina en el pelo.

- Buenos días, soy la señorita Marlene. Soy la directora del internado Alion. Tu debes ser Elayne. Tu abuela me ha dicho que vendrías hoy.

- Si.

- Perfecto, pues si te parece vamos a entrar y te enseño nuestras instalaciones.

- Vale. 

Después de un largo tiempo rondando por los pasillos del internado, por fin me dejan en mi habitación. Es una estancia pequeña, lo suficiente como para dormir y estudiar. Tiene una ventana en una de las paredes, en la ventana hay una especie de asiento con cogines para mirar a través de ella. 

La directora me ha explicado dónde debo ir después, se supone que a las 11 me toca ir a la clase de música. Cojo los cuadernos que me han dado y me bajo para llegar a el aula.  Llamo a la puerta y me abre una señora delgada con gafas. El aula es muy luminosa, en medio hay un piano de cola, se me van los ojos hacia él. 

- Tu debes de ser Elayne. Tu historial académico es buenísimo.

- Si. 

- ¿Tocas algún instrumento? 

- Sí, soy pianista, solo me falta el título.

- ¿Nos harías el favor de hacernos una demostración?

Yo no la respondo, dejo las cosas en uno de los escritorios y se me cae uno de los cuadernos al suelo. Alguien lo recoge y me lo da, levanto la cabeza y veo un rostro hermoso, parece que lo han esculpido a mano. Su cuerpo no se queda corto, es alto y tiene una de las sonrisas más bonitas que he visto jamás. 

A pesar de lo guapo que és le trato como a los demás, solo me molesto en coger de su mano el cuaderno

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A pesar de lo guapo que és le trato como a los demás, solo me molesto en coger de su mano el cuaderno. Me dirigí hacia el piano, me senté y me puse a tocar Moonligth de Beethoven. La gente me miraba con la boca abierta. Yo estaba concentrada en el piano. Cuando terminé, todos me aplaudieron efusivamente. Yo solo me digné a sentarme en mi sitio, aparte del mundo. Cuando terminó la clase, era la hora del patio. Recordé a mis padres y me dieron ganas de llorar. Me fui a los jardines y me senté debajo de uno de los árboles para estar sola. Pero parece que no lo conseguí, se acerca el chico de clase, con los que parecen ser sus amigos. 

Yo en seguida me levanto y me voy rápidamente, estoy empapada en lágrimas. Me siento en el borde de el gran lago, sola, pensando en lo feliz que estaría muerta. Seguro que hubiera sido mejor que acabar sola en el mundo.  Sin pensarlo, me tiro al lago, tal vez así consigo lo que quiero, la muerte. 

AMOR EN UN INFIERNODonde viven las historias. Descúbrelo ahora