Tiempo...

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¿Podría haber un hombre más estúpido en el mundo?

La respuesta es sí, su nombre: Cantaloupe.

Al menos eso pensaba de sí mismo mientras se abrazaba las piernas con fuerza sentado al filo del balcón de su habitación, la posición era peligrosa, pero parecía no importarle.

Lemon lo observaba en silencio detrás de la puerta, desde hacía dos horas. De hecho llevaba varios días así. 

Can parecía no saber de la presencia de su hermana que llevaba ahí un par de horas, desde que había llegado de su paseo con Chompoo, subió al ver que nuevamente no estaba Can en la sala con los brazos cruzados gritando porque la cena aún no estaba lista. Si no estaba en su habitación nuevamente sumido en sus pensamientos. Con los ojos húmedos e hinchados de tanto llorar.

 Avanzó unos pasos más hasta llegar a la cabecera de su cama y siguió con la mirada cada compás de respiración de su pecho. Pensó en asustarlo, pero descartó la posibilidad en cuanto lo vio en peligro, tal vez con el salto caería del segundo piso y no estaba lo suficientemente consciente como para detenerse.

"Can no es así" pensó Lay mientras movía sus dedos sobre su codo, logrando captar la atención de su hermano mayor, de su extraño hermano mayor. Can mantuvo su vista fija en ella solo por unos segundos y volvió a lo suyo, Lay chasqueó los labios con preocupación pero se mantuvo en silencio después de eso. No se atrevió a decir nada más en cuanto vio que Can bajaba la vista hacía su móvil. Salió de la habitación dejándolo solo como en los últimos seis días. 

Mientras tanto los recuerdos en su cabeza lo estaban empezando a marear, el beso que pidió estaba atacando sus labios, incluso juraba sentir los labios de Tin sobre los suyos, con ese cosquilleo peculiar y su lengua lamiendo su labio inferior... Se sentía tan frustrado.

Un grito liberado fue el resultado de eso, levantó la mano con la intención de estrellar el teléfono contra el piso, pero hasta eso era un recuerdo y prometió cuidar de el aquel día, en su primera cita. Apretó los dedos sobre el móvil con rabia para si mismo y estuvo a punto de gritar otra vez cuando su madre abrió la puerta con rapidez, tal vez temiendo lo peor.

Respiró con suavidad en cuanto lo vio llorando otra vez como un niño pequeño, como aquel día en que Gucci se perdió y lloró por el hasta que Lay regresó con él. 

Su madre avanzó hasta el balcón y enredo a su hijo en sus cálidos brazos, y pese a que se sentía bien, no era lo mismo, pero al menos logró llorar con más ganas. 

— ¿Se puede terminar algo que ni siquiera empezó? —pregunto a su madre mientras aún se encontraba recargado en su pecho —. ¿Se puede lastimar a alguien sin saber que también estoy saliendo lastimado aunque no sé porqué? ¿El niño rico de tus novelas perdonaría al niño pobre que le rompió el corazón? ¿El niño pobre es un estúpido?

— Can... —dijo su madre interrumpiendo su cadena de preguntas sin resolver. Acarició la cabeza de su hijo con ternura y besó sus cabellos. Creía saber por quien estaba así, el chico del veterinario era el mismo de aquella vez en la que vio a Can bajar de un BMW negro, pero sobre todo el beso que este le dio en cuanto logró alcanzarlo frente a la puerta del garage. Su corazón latió rápido pero no cometería el error de alejarlo solo porque su hijo tuviera su primera experiencia con un hombre —. Estoy segura que el niño rico todavía perdonaría al niño pobre por no saber que hacer. Sí has sentido que terminó, es porque si había empezado... ¿Lo amas?

Can suspiró... ¿Lo amaba? No sabía, ni siquiera sabía que era el amor, y eso era lo que más le dolía, porque Tin juraba que si lo amaba pero él no sabía que era eso. 

WITHOUT YOUWhere stories live. Discover now