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YUTA

Iba caminando por los pasillos principales en dirección al gran jardín. El aire entraba entre los huecos de las ventanas abiertas, despeinando su flequillo. Eran las ocho de la mañana y ya había revuelo por palacio: los jardineros igualaban los arbustos y regaban las flores; las sirvientas limpiaban cuadros y candelabros; los caballeros se reunían para la práctica matutina... Todo iba como siempre.

— ¡Señorito buenos días y feliz cumpleaños! —le gritó Taeil, el jardinero jefe, desde lo alto de la escalera.

Yuta le devolvió una ligera reverencia como agradecimiento. Después de él, todos los demás sirvientes le copiaron el saludo. Uno a uno, les fue devolviendo con esa inclinación.

Eso es, todo iba como siempre, pero no era un día cualquiera: el príncipe cumplía los 20 años, edad clave de su vida, ya que debía contraer matrimonio antes de los 21 y todavía no había dado señales de estar interesado en ninguna doncella.

Llegó a su destino después de más de veinte reverencias, cada una más desinteresada que la anterior. El joven príncipe abrió las grandes puertas de la sala del trono, viendo a su padre sentado en el centro, hablando con varios guardias y nobles.

— ...La celebraremos hoy mismo, ya hice mandar hace cinco días las invitaciones y está todo listo. —pudo oír Yuta mientras caminaba por la alfombra púrpura, a juego con las largas cortinas— Los invitados comenzarán a llegar a medio día... ¡Hijo mío buenos días! —le saludó su padre al verle tras los nobles.

— Buenos días padre. —se inclinó por vigésimo octava vez.

Los nobles, al igual que los sirvientes, le saludaron y felicitaron. Aprovechó la multitud para solo agradecer una vez, cansado de tener que aguantar lo mismo de todos. Tras esto, fue hacia su padre y se sentó en la silla de al lado destinada a su madre, que seguía en cama.

— Estaba comentando a estos caballeros que tu fiesta se celebrará hoy, y que han llegado invitaciones a todos los reinos aliados, que la mayoría tienen princesas no comprometidas. Espero que hoy des todo de ti, porque los Lores deben salir de aquí queriéndote en su familia, ¿entendido?

— Sí padre. —el muchacho asintió sonriendo, dejando satisfecho al Rey.

— Hasta el mediodía puedes hacer lo que quieras, pero te quiero preparado en la puerta antes de que comiencen a llegar los invitados. —colocó una mano en el hombro de su hijo y apretó afectivamente— Luego nos vemos.

Yuta puso su mano sobre la de su padre y sonrió de nuevo. Su sonrisa era la mejor arma que poseía, y él era plenamente consciente de ello. Salió por donde había entrado y se dirigió al patio de combates, donde los aprendices practicaban con los guardias y caballeros mayores. Todos le saludaron y felicitaron, como era de esperar, y le pidieron que se uniera a ellos en el entrenamiento, mostrando sus habilidades a los más jóvenes.

Tras un par de horas, decidió retirarse ya cansado, despidiéndose educadamente de todos los allí presentes. Emprendió el camino hacia su habitación, pasando por la cocina. Decidió entrar a por algo de picar. Las ayudantes de la cocinera, ruborizadas por su presencia, le hicieron un rápido bocadillo con zumo natural de mora. Yuta les mandó llevárselo a su habitación: no quería pasar más tiempo allí. Al salir por la puerta se chocó con alguien que cayó al suelo, tirando las cazuelas que llevaba en las manos.

— ¡Ten más cuidado! —gritó cabreado masajeándose el pecho golpeado por las cazuelas.

— ¡LO SIENTO, NO LE VÍ! —se disculpó el muchacho recogiendo los trastos del suelo.

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⏰ Última actualización: Nov 18, 2018 ⏰

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For the Crown♛ (nct ot8)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora