Hace millones de años se había escrito una historia en un lenguaje desconocido en pergaminos que habían sobrevivido milenios enteros sin ser descubiertos siquiera, pero en los que se sellaba una de las historias de amor más antigua, algunos creen que se produjo cuando la tierra estaba conformado por un solo gran continente llamado pangea.
En este gran continente existían criaturas que al sol de hoy parecen de cuentos; inverosímiles a lo que hoy conocemos, escondidas, pero tan reales como lo son las especies que hoy caminan entre nosotros, algunos suponen que parte de esas criaturas fueron las que hoy inspiran grandes leyendas que hemos conocido y estudiado por siglos pero que ninguna se asemeja a la que vengo a contarles ahora; en aquella época la tierra era tan extensa, los mares tan grandes y desconocidos que ningún hombre se había aventurado aún a surcar el mar, eran pocas las aldeas y pueblos; las personas eran un tanto primitivas y inconsciente de muchas de las cosas que al día de hoy damos por sentado, contaban con lo que en ningun pueblo podía faltar, música y un lenguaje lo suficientemente amplio como para expresarse con soltura, no soñaban siquiera con la ciencia o con la gran cantidad de tecnología de nuestra era, simplemente era impensable.
En uno de los pocos pueblos que existían había una figura imponente y que era poseedor de todo el poder, era dueño de tierras extensas en las cuales regía sólo con su presencia, las personas le rendían su respeto y adoración por ser el señor y rey pero no era un humano, ni un animal, era prácticamente un dios en la tierra, era una criatura mítica y milenaria que escapaba a la comprensión de todos, era un dragón , uno de los más fuertes de aquel gran mundo, pocos hombres se habían atrevido hasta aquel entonces a enfrentarse contra el, con lamentable resultados para ellos.
El dragón siempre estuvo en ese pueblo y camino por esos senderos por generaciones convivía en paz con todos ellos siempre y cuando se encargarán de su alimento, el de hecho protegía a sus ciudadanos y mantenía la paz pues nadie se atrevía a caminar esas tierras con aires de altanería ya que sabían cual sería su cruel destino, los niños tranquilamente se acercaban a el para acariciar su escamoso cuerpo multicolor, pues cuando el sol chocaba con sus escamas las hacia brillar de una forma hermosa, en su piel parecían relucir miles de diamantes y gemas preciosas, en una tarde tan monótona como la mayoría de ellas el dragón simplemente desapareció de la vista de aquellos que lo habían observado desde niños y salió tranquilo y paciente por el pueblo hacia las afueras, hacia aquello que era desconocido para la mayoría pues nadie se aventuraba; se encontraba llenas de peligros, no sólo bandidos, guerreros y bestias peligrosas, a eso se le sumaba su completo desconocimiento, era muy simple perderse y más nunca volver, por lo que la mayoría nunca se había aventurado a salir de los límites de su pueblo, claro que ninguno de esos era problema para un dragón.
El dragón simplemente partió en busca de algo desconocido para muchos pero que en el fondo de su corazón llameante tenía la certeza de conocer, la primera noche reposo su pesado cuerpo en pastizales inmenso y miro con calma las estrellas el solo recorría las grandes distancias con calma, nadie que recordará había logrado oír al dragón emitir sonido alguno, desde hacía milenios guardaba silencio y miraba con amor a quienes con respeto se dirigían a él, pero aún así era curioso como desde que había partido de la aldea se había perdido mucho más en sus pensamientos y así pasaron varias noches, muchas de ellas tan tranquilas como la anterior, meditando internamente con sus dudas; aunque fuese el rey de la tierra no escapaba a sus propios cuestionamientos, muchas noches en las que nadie lo veía ni el veía a nadie pero que seguía perdido en su pensamiento, hubo noches de tormenta, del llanto crudo y sincero de los cielos negros de dolor; pero el siguió sin alteración alguna mirando el cielo, para un dragón el tiempo no transcurría tan deprisa como para nosotros, para el no había razón alguna de apuro, hubo noches de desierto de soledad y de áridas arenas que se colaban en sus escamas y lo hacían vibrar, hubo noches de paseos firmes en los que no hubo descanso para sus patas, pues aunque el tuviese alas nadie lo había visto usándolas, pero las distancias no eran iguales para un dragon así que porque habría de hacerlo, nadie sabe con exactitud cuantas fueron las noches, algunos dicen que miles otros dicen que unas cuentas solamente, tampoco se supo cuántos kilómetros recorrió ni de qué se alimento durante ese tiempo, pocos fueron afortunados de verlo pasearse por su aldea aunque sólo de paso, sus pisadas hacían temblar la tierra y alteraba a los animales, pero su imponente envergadura dejaba a todos atónitos y en un frío silencio, esa había sido su más grande lápida, todos le temían.
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Llamarada De Dragon
Historia CortaEste es un breve cuento en el que se habla de una curiosa historia de amor muy antigua, probando que puede vencer toda barrera