Prólogo. Historias de fogata

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Era una fresca y tranquila noche de finales de verano en aquella comarca perdida en una de las zonas más septerional de las tierras verdes, una zona especial para los que han vivido ahí por generaciones, y de la cual numerosos relatos han salido no solo ha oídos de sus pobladores, sino inclusive a naciones tan distantes que incluso en una vida sería difícil de alcanzarlas.

La calma reinaba mientras el viento hacía danzar las llamas de una hoguera encendida a pocos metros de una casa comunal perteneciente a una familia de pescadores que proporcionaban de alimento fresco a la aldea cercana, la cual a propósito fungía como una suerte de centro administrativo en la región, pero eso no nos concierne aquí. Frente a la llama, un hombre de tes morena y aceitunada, cejas densamente pobladas y una mirada melancólica y misericordiosa miraba con detenimiento las acciones de sus dos nietos más jóvenes, los cuales yacían en el piso mirando las estrellas, tratando de discernir uno de los eventos especiales que sucedían por aquellas épocas, sin mucho éxito a propósito, por lo que con resignación y tras un rato de intentos infructuosos se dirigieron a su abuelo, quien les ofrecía una amable sonrisa de compasión por el conocimiento previo de aquel sentimiento.

    – Abuelo, ¿Cuéntanos una de esas historias de tu juventud? nunca las hemos oído y... quisiéramos saber si en verdad en esta noche podremos ver en el cielo a la Llama dorada–
 El anciano, de nombre Darj, acercó su mano con cuidado para acariciar el cabello del más joven, quien le había preguntado. –Claro, sin ningún problema, pero escuchen con atención, pues muchas de estas historias dicen otras lenguas que son puros inventos, incluso palabrerías con las que solamente alardeo, pero debo decirles que cada una de estas historias son ciertas–
 Dijo con aire solemne, y una chispa de vida se encendió en sus ojos conforme las memorias se alistaban para ser relatadas. 

Los dos jóvenes se sentaron en el piso frente a Darj, observándolo con sus grises ojos, expectantes al inicio de la que pasaría a ser una noche de transición para ello, pues entre los suyos, cuando los más viejos de sus casas familiares les relataban experiencias propias a sus miembros más jóvenes, representaba como la transición a la vida adulta, y así era. Dren y Job, dos hermanos nacidos del segundo hijo de Darj habían nacido el mismo día y el mismo año, pues eran gemelos y aunque en apariencia idénticos, Dren era más aventurero, mientras que Job más analítico, pero ambos compartían la misma curiosidad por el mundo que les rodeaba, y con sus 17 años, este cada vez los llamaba más a un destino poco común, el cuál comenzaron a añorar inconscientemente tras oir las primeras historias.

    – Bueno pequeños, comenzaré con la historia la cual yo me gané la fama entre la gente del pueblo, y por la cual he sido nombrando Darj el navegante...–
 

   

 

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⏰ Last updated: Nov 19, 2018 ⏰

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