Mi abuelo era un fiel servidor de reyes que protegían todo su oro a cambio de de un poco de agua y 2 panes por cada enemigo que matara. Sin poder resistirse, manchaba sus manos con las ultimas gotas de recuerdos ajenos que se iban en el suelo junto la dignidad humana que fue esparcida en el campo de batalla.
Ya terminada la batalla, que vale decir que era una fiel mentira para la gracia del triunfador, mi abuelo no vio la recompensa que se le prometió y termino en el abismo donde ni siquiera sé si nombre, solo su historia.
Mi padre, que nunca conoció a su padre, fue un fiel defensor de los derechos del otro. Sin embargo, la falta de apoyo familiar, que fue asesinada inocentemente por la avaricia del patrón, provoca la inhibición de todo contacto con su necesidades afectivas no satisfechas, que a consecuencia de aquello termino abandonando todos los amigos que tenía, incluyéndome.
Por mi parte, estoy aquí encerrado tratando de arreglar generaciones muertas, intentando arreglando el mundo sin preguntas ni respuestas. Por otro lado, me auto destruyo sin darme cuenta muchas veces en la compañía de recuerdos y mi sombra, nada mas.