¿Como te conocí?
Esa es una buena pregunta.
La respuesta sencilla es, te hable, me hablaste y nos hablamos, pero fue más que eso.
Llevaba tres meses observándote, todo lo que hacías era algo nuevo, un descubrimiento de mi parte acerca de ti.
Te miraba en el transporte, íbamos tan cerca y tan lejos a la vez, tan simple y tan inefable.
Dos asientos alejada de mi veía como tus regordetas mejillas se inflaban coloradas por un leve carmín cuando hacías un puchero a la par que tus ojitos se achicaban un poco mientras hablabas con tus amigos, yo solo te observaba.
Verte era una de mis cosas favoritas, nunca me arrepentiré de hacerlo, incluso ahora.
Después de ver de lejos tus gestos, muecas y como tu pelo rojizo se alborotaba por los vientos helados me arme de valor para hablarte.
Fue la charla más ridícula de mi vida, nunca me imaginé tartamudeante o colorado.
Pero ahí estaba, frente a ti con las mejillas rojas, las pupilas probablemente dilatadas, las manos sudorosas, tembloroso y con una traba al hablar.
Me miraste con tus grandes, brillosos y tiernos ojos verdosos, tu rostro se veía calmado, como si con el intentarás calmarme a mi."M-mucho gu-gusto, me llamó A-Angel" Una pequeña risita escapo de tus rosados labios, no te veías incómoda, todo lo contrario.
"Mucho gusto A-Angel, me llamó Adriana" Reíste un poco sin afán de burlarte de forma cruel, rei contigo.
Reímos juntos y no comprendía porque, pero tu risa me encantaba.
Desde ese día comenzamos a hablar, cada vez más. La gente decía que éramos inseparables, yo les creía.
Salíamos juntos, compartíamos el almuerzo, charlabamos de la escuela o simplemente nos abrazabamos.
Tus ojitos tan lindos me miraban a mi o eso quería creer.¿Porque te comencé a desconocer?
Sería sencillo decir que te volviste otra tu, pero no fue tu culpa, fue culpa de él.
El que decía quererte y lo aceptaste...
El que decía que esa cachetada que te dio era por amor.
El que aceptó haber hecho los moretones que abundaban en tu cuerpo.
El que decía amarte y solo quería terminarte.Él que te entregaba simples promesas vacías.
Cuando el se fue, quedaste desconsolada.
Con el tuyo, ya había dos corazones rotos, destrozados, irreparables.
El primero fue el mío, por preferirle a él antes que a mi.
Y el segundo fue el tuyo por descubrir que el solo te quería para poderse divertir.
Hoy te escribo esta carta para decirte adiós, me hiciste muy feliz antes de el y quiero que sepas que no te culpó de nada y que te perdono por dejarme abandonado tantas veces.Por tirarme en la profundidad de tu mente llamada olvido y por destrozar los recuerdos vividos.
Esta carta es para darte el definitivo adiós, adiós a seguir sufriendo a tu lado, adiós a tu dolor.
Adiós a Adriana.
Con cariño, Ángel.
En la habitación blanca como la crema yacía en medio un castaño de ojos color zafiro, con una larga camisa blanca y pantalones de mezclilla semi rasgados, el chico escribía una carta de nuevo.
"¿Cuantas van ya? ¿24?" Pregunto la chica rubia mientras veía al chico en la habitación.
"¿Puedes culparlo? El vivía una vida miserable, se enamoró y terminó con el corazón peor que roto. incluso cuando Adriana era tan joven, ella... "la peli azul calló, sus palabras se apagaron como velas en una noche de ventisca.
Adriana se había suicidado hace un año y medio con ayuda de una caja de pastillas para el sueño.
Ya no pudo aguantar las extorsiones de su ex pareja y decidió finalizar el dolor, dejando atrás a un chico roto, más roto que un espejo al ser golpeado.
"Esta será la última carta, el será capaz de olvidarla gracias a ella créanme" Dijo la mujer de bata blanca y anteojos rojos mirando directamente como Ángel terminaba la carta poniéndola en un sobre por completo blanco.
"¿Crees que pueda recaer en el trauma?" Pregunto la peli azul pues quien estaba allí adentro no era cualquier persona para ella, era su hermano.
"No, talvez Adriana no se salvo, pero el si lo hara" Las sonrisas de las tres mujeres hicieron acto de presencia mientras veían al castaño levantarse y acercarse a la puerta entregando a la mujer de bata la carta por una rejilla mientras lágrimas traicioneras surcaban su rostro.
"Adiós Adriana, te amo" Y la carta callo al otro lado de la puerta dando un final y a la vez, un inicio.
ESTÁS LEYENDO
La tu inefable y Él
RandomLa última carta, los últimos momentos, el último adiós, duelen más de lo que uno piensa.