Algunos rayos de sol se colaban por la enorme ventana de la habitación anunciando que ya pasaba de medio día; el quejido de un joven rubio que estaba acostado en la enorme cama se escuchó en la habitación y con un pequeño ademán de su mano hizo cerrar la cortina.
- Así está mejor.
El rubio se acomodó nuevamente, pero unos brazos lo rodearon por la espalda lo que hizo que despertara de golpe.
- ¡Que rayos!.- dijo molesto.
- ¿Sucede algo Bill?.- comentó la morena moviéndose haciendo que la sábana dejara al descubierto sus senos. El joven demonio se relamió los labios.
- Ah sí, ya me acordé.- Una pequeña sonrisa se formó en su rostro.- Nada preciosa, no sucede nada. Ven aquí.
Los labios del rubio aprisionaron a los de la chica, por instinto sus brazos se posaron sobre la cintura de ella atrayéndola y atrapándola bajo su peso; la morena hizo un pequeño berrinche porque nuevamente le tocaba ser la pasiva durante el acto. Bill se movía habilidosamente por el cuello de la morena arrebatándole uno que otro gemido <<me encanta escucharte>>. La mano del demonio jugueteaba con uno de los pezones de su fémina, le encantaba mirar la expresión de la chica cada vez que rozaba esa parte tan sensible de ella.
- ¿Podrías ser gentil esta vez?.
El rubio soltó una carcajada al escuchar la petición de su chica, entrelazó sus dedos con los mechones de ella acariciando su cuero cabelludo; posteriormente jaló violentamente de su cabello provocando que la morena gritara por el dolor, Bill se acercó lentamente hasta quedar a escasos centímetros del rostro de ella.
- Ni lo sueñes perra.
Ni tiempo le dio de respingar a su juguete de ese día ya que Bill se hundió en ella de una sola estocada y comenzó a adquirir un ritmo rápido; las manos del demonio se aferraron a las caderas de la chica preocupándose únicamente por su placer, poco le importaban las quejas de la mujer que si bien al inicio comenzaron como súplicas para que parara, ahora mismo le suplicaba que no se detuviera.
- Ahhh......amhh... Bill más, más.
- No me digas que hacer dulzura.
El demonio continuo con su labor, la chica estaba perdida en aquel vaivén de caderas del rubio que la volvían loca; ella posó su miraba en el rostro de Bill y se acercó para poder besarlo unos segundos; acarició el rostro del Bill y cuando su mano roso la tela de ese molesto parche que llevaba su pareja, intentó quitárselo.
- Quítate eso cariño.
- ¡No te atrevas!.- contestó el demonio tomando la muñeca de la chica.
- ¿Pero qué te pasa?.- preguntó confusa.
La morena sintió un ardor terrible en su mejilla tras recibir una bofetada del rubio, el llanto de ella no se hizo esperar y eso hizo enfurecer aún más a Bill haciendo que las puntas de su cabello comenzaran a volverse rojizas conforme aumentaba su enojo. Ella intentó zafarse del agarre del demonio pero lo único que logró fue que éste aumentara su fuerza.
- ¡ANOCHE INTENTASTE HACER LO MISMO Y TE DIJE QUE NO ME QUITARAS EL PARCHE ESTÚPIDA!.
- Yo.... yo, quería que... que....- el llanto no dejaba que la chica se pudiera expresar bien.