unica parte.

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Aquella doncella, aquella luz que iluminaba con su presencia la única banca de aquel parque.

Por alguna extraña razón nunca la había visto ni había reconocido anteriormente, pues como cada mañana, siempre repaso mi trayectoria hacía mi jornada de trabajo.

Chica enigma, de cabellos secos y oscuros como la noche que ya necesitaba aparecer como su rutina diaria, manos de muñeca de porcelana, que desde lejos se esperaba su aterciopelado tacto, o tal vez solo era yo quien pensaba eso. Al alzar la mirada hacia los arbustos inquilinos del lugar, se apreciaban unos azulejos marinos que llenaban de belleza mi atmósfera, ojos cristalinos cielos, más que la mañana en cantos de pájaros en primavera esperando cercana mente al verano.

Así eran, así los veía, así los refrescaba, y solo de un segundo, aquellos océanos se contemplaron con mis párpados, nuestra conversación visual fué detalladamente intacta, comprensible y tranquila, era todo lo que quería en ese mundo; mi condición física fallaba hasta esperar a decaer por aquel acto mutuo. Tal vez solo tenía que esperar a que tal criatura fantástica me llevase a la terminal de mi jornada terrenal.

La inercia de mi cuerpo correspondía por el mismo, que rápidamente me dí cuenta que mis pies se movían solos a dirección hacia aquella majestuosidad de belleza pura y viva, del aro directo a la vida y la muerte.

El grato Ángel solo veía inocentemente a aquella portada del libro que contenía entre sus lastimosos tactos que se deseaban recargarse entre mi cuerpo. Pero únicamente sostenían aquel libro de piel.

Solo sentí el frío del metal que provenía del asiento público del lugar permanecido, y sin más que pedirlo, aquella criatura de mis sueños despiertos deambuló sus ojos de cascadas en mis manos, no comprendí, adorar aquella pieza de noche y solo me ve lo que no.

–Espero se encuentre de la mejor manera, dulce caramelo de flor.– reafirmé sigilosamente hacia su mirada que aún se encontraba entre mis manos. Esperé por el límite delinuto su respuesta, con ansias deseaba escuchar su voz, su áspera o dulce voz, era mi soñado.

Nada, la nada era el sonido, solo las hojas esperando a formar la forma de un pequeño tornado. Mi mente sugirió seguir mi camino, ya que, últimamente, el amor era mi mala suerte, tal vez debía ya de creer en la buena y mala suerte, me lo merezco.

–Fué un gusto poder involucrarme en su mañana, tanga buenas usted.– me despedí con desprecio y angustia.

De algún segundo que no noté llegar, aquella bella criatura humana, me sostuvo entre sus brazos, ásperos como supuse, su brillo entre sus mentolados dientes me hicieron sobresaltar en mi conciencia, sabía que tan brillantes eran, pero no del todo. Aquella cicatriz en la parte superior de su mandíbula me hizo detener mis pensamientos. Era profunda, y provenía del cuello en la parte de la oreja izquierda hacia el lado derecho de su cráneo.

Me tomó por sorpresa que me haya agarrado de esa manera, daba terror saber de más, pero ahí me encontraba.

Me volví a acomodar en aquel objeto de metal frío, junto al rompecabezas que se encontraba a centímetros de mí.

Sacó rápidamente su libreta que se encontraba dentro de su mochila de colores pasteles que estaba contra mi vista; junto a una pluma empezó a escribir en letra demasiado cursiva, arte visual, su delicadeza era lo que contenía de mi admiración, no podía ser menos. Sostuvo por casi medio minuto aquel instrumento de diálogo sobre su regazo y sin más, solo arrancó la hoja que contenía aquellas maniobras ágiles de contemplar, tenía las ansias hasta el cielo, no había alcanzado ni el primer escalón para poder alcanzarlo, pero lo logré, aprendí a seguir por mi misma, y solo, tan solo por ella.

Rápidamente alcancé la hoja y leí con desespero la cursiva.

"Lamento tratarte de esta manera, la ternura reinó en mi, ya que como supones, soy sorda."

Una punzada llena de culpa en ella me contuvo, era de razonar, porque eso es lo que nunca llegue a suponer, pero con tal manera, sentía un amor por esas conclusiones, ya que si no fuera por mí, todo se hubiera vuelto al vuelco.

"Eres demasiada bella, gracias."

Sin más, dejé aquella nota de despedida dentro de su libreta, y le señalé, aquel número que me pertenecía.

Era un enigma, aquella persona que sin pensarlo sus ojos de océano me contuvieron por una mañana, y esperaba encontrarlos nuevamente, no en mis pensamientos, ni en mis sueños, en un paseo, en una conversación, en una admiración, en besos, abrazos y mimos, que es todo o más que podría darte, pequeña. Ojos oceánicos, ojos de alma.

Ocean Eyes (EDITANDO) [Lukanette] One ShotDonde viven las historias. Descúbrelo ahora