Solo han pasado dos meses desde mi ruptura con Iván, pero se me hace eterno olvidarme de él. Todavía sigo sin creer lo que me hizo ¿Cómo fue capaz? le veía casi imposible hacerme daño. Aunque la verdad, tampoco sé como no me dí cuenta antes, pensándolo ahora era algo tan obvio que era casi imposible no verlo. Pero prefiero no acordarme de ello. Si Nath y los demás me oyeran decir esto me matarían.Pero creo que también lo tendría que hacer por mí, aunque ahora mismo no sé muy bien que es lo que tendría que hacer por mí. Pasando un poco de todo esto de momento, empecemos.
Eran las seis y media de la tarde. Nath, Carlos, Víctor y yo estábamos en el centro comercial dando vueltas como peri patéticos sin un rumbo fijo y aburridos.
- oye, yo tengo hambre ¿Vamos a comer algo? - preguntó Nath.
- sí, yo también tengo hambre la verdad - contestó Carlos.
- ¿Tú quieres ir a comer Eric? - preguntó Víctor.
- sí, me apetece un buen helado ahora - contesté con una sonrisa delicada.
Desde lo de Iván, Nath y los demás se habían vuelto muy sobre protectores conmigo, estaban todo el rato preguntando como estaba e intentaban llevarme a sitios para que me distrajese. La verdad, yo se lo agradecía, pero a veces eran un poco insoportables.
Decidimos ir a una heladería que estaba en el centro comercial. Nath y Víctor estaban hablando mientras que Carlos estaba a mi lado mirándome e intentando animarme.
- ¿Quieres dejar de estar cabizbajo? - me preguntó Carlos sonriendo y alzándome la cara.
- No me pasa nada , enserio Carlos - contesté devolviéndole la sonrisa.
- Sé por lo que estás pasando Eric y no es fácil, pero para eso estamos tus amigos. - dijo Carlos en un tono amistoso.
En ese momento quería darle la razón, pero él ya sabía que la tenía y no tenía porque dársela. Yo sonreí en señal de bienestar y para despreocuparle.
Llegamos a la heladería y Nath empezó a pedir.
- ponme dos helados de chocolate, uno de yogur y ¿el tuyo de qué lo quieres Eric? - me preguntó Nath.
- de vainilla porfa - respondí mirando a la chica del mostrador.
- yo lo cambio también por el de vainilla - añadió Carlos sonriendo.
Miré a Carlos con una mirada confusa y él me respondió con solo una simple pero agradable sonrisa.
- ¿Por qué has cambiado el helado? - pregunté extrañado.
- Me has dado envidia - contestó con la misma sonrisa que antes.
Pagamos los helados y nos sentamos en un banco que había cerca. Los cuatro dimos el primer lametazo a la vez y nos quedamos en silencio. Solo se escuchaba nuestras lenguas resbalando por la bola de helado. El calor se empezaba a notar, verano llegaba. Seguíamos en silencio cada uno con su sabor, en otra zona fría del mundo. Yo miraba al frente, a una tienda de electrodomésticos, con un sabor a vainilla en mi boca, hasta que por alguna razón algo me hizo girar la cabeza.
Aparté la mirada de mi punto fijo y miré a la izquierda. Había mucha gente con bolsas de la compra, parejas de la mano, niños corriendo y gente que solo paseaba, pero había alguien; alguien que desde mi punto de vista destacaba por encima de todas esas parejas, personas y niños. A poco más de tres metros había un grupo de cuatro chicos que caminaban en la dirección en la que estábamos nosotros. Eran de nuestra edad y venían andando entre carcajadas. ¿Y que fue lo que vi? Ese color amarillo, pero esta vez era una camiseta y no una sudadera. Le reconocí al instante, era Samu. La verdad es que había cambiado desde la última vez que le vi. En ese momento no supe si él me reconocería y me puse nervioso. Pasaron por delante de nosotros y solo giró levemente la cabeza para mirar quienes estaban sentados en el banco. Nath y los demás se quedaron mirándoles a la vez que seguían comiendo su helado.
Los cuatro chicos pasaron de largo y pensé que era verdad y no me había conocido, pero entonces el helado se empezó a derretir.
- ¡mierda!- me quejé al sentir las gotas del helado derretido caer por mi mano.
Me levanté del banco y empecé a chupar el helado antes de que se consumiese. Nath, Carlos y Víctor se rieron viéndome de esa manera, pero no fue el único. Me giré y vi que Samu se había girado. Habló con uno de los chicos con los que iba y se acercó a nosotros. Mis nervios se dispersaron por todas mis extremidades y empecé a temblar. ¿Por qué estaba nervioso? ni siquiera me gustaba y solo habíamos hablado una vez.
- ¡Hey Eric! ¿Qué tal? - saludó mirando las manchas de helado.
- Samu ¿verdad? - pregunté.
Sabía perfectamente que era Samu, solo quería hacerme el interesante.
- Sí - afirmó.
Miró fijamente mis manos encharcadas de helado de vainilla y rápidamente sacó un pañuelo del bolsillo. Lo cogí con toda la mano manchada e intenté limpiarme como pude.
- gracias - dije con una sonrisa amable a la vez que tonta-. Ah, ellos son mis amigos: Nath, mi mejor amiga, Carlos y Víctor. Él es Samu, un amigo - presenté.
- Encantado - dijeron Carlos y Víctor.
- Encantada - contestó Nath mirándome de reojo.
- Oye Eric, nosotros vamos a ir a ver la ropa, ¿Te vienes? - preguntó Nath con el cucurucho de helado en la mano.
- Sí, pero antes tengo que ir al baño a terminar de lavarme las manos, están pegajosas - contesté tocándome las palmas de las manos.
- Te esperamos allí, es que hay mazo gente y si no vamos pronto habrá mucha cola para la cola - añadió Víctor.
- Vale, pues entonces ahora después os alcanzo - contesté.
Los tres comenzaron a caminar por el gran pasillo del centro comercial, pero Carlos volvió.
- oye, si quieres te acompaño al baño - me ofreció Carlos mirándonos a Samu y a mí.
- No te preocupes, ahora voy yo, no vaya a ser que te quedes sin esa camiseta que te gustaba tanto por mi culpa - respondí sonriendo con una mirada tranquilizadora.
- vale vale, como quieras. No tardes - añadió con la misma sonrisa que siempre.
Carlos volvió con los demás y yo me quedé solo con Samu.
- Bueno, pues me alegro de haberte visto Samu, aunque no nos conozcamos tanto - dije soltando una pequeña risa.
- Lo mismo digo, pero si quieres te acompaño al baño, yo también tengo que ir al baño - dijo haciendo un pequeño gesto para voltear la cabeza y mirar hacia atrás.
Los amigos de Samu se habían ido y parecía que el resto de la gente también. No sé que pasó que ninguna persona excepto nosotros andaba por ese pasillo.
- Menudos amigos que tienes ¿no? - dije mirando por detrás de su hombro.
Él se giró y contestó.
- ya, son así - contestó con una pequeña risa.
Los dos nos dirigimos hacía al baño. Todo estaba en silencio, no sabíamos que tema de conversación sacar. Él sacó el móvil y yo solo podía ver los escaparates de las tiendas al no poder sacar el móvil con las manos pegajosas. Llegamos al baño y Samu fue a mear mientras que yo abría el grifo y cogía un poco de jabón. Me sequé las manos y esperando a Samu me puse a mirar el móvil. Abrí Instagram y tuve la mala suerte de verlo. Suspiré fuertemente sin dejar de mirar a la pantalla. En ese momento Samu salió del baño y oyó mi intranquilidad.
- ¿Pasa algo? - preguntó con cara de extrañeza mientras se lavaba las manos.
- no, nada, una historia del gilipollas de mi ex - contesté apagando el móvil.
- Los ex son todos gilipollas. Te dejó por otro ¿verdad? - preguntó sin ningún tapujo.
- sí, el idiota me trató como una mierda - contesté en un tono más serio.
- ¿Cómo que él? ¿Era un chico? - preguntó algo sorprendido.
- Sí ¿pasa algo? - respondí extrañado.
De pronto la cara de Samu cambió. Confusión y lo que parecía una pequeña sonrisa aparecieron como gestos en su cara. Miré sus manos y estaba temblando, ¿Qué le pasaba a Samu?
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Luces entre miradas: oasis
Teen FictionEric todavía no ha superado su ruptura con Iván y sus amigos se preocupan por él. Un oasis parece haber llegado tras una venganza acompañada de mentiras y secretos, pero no todo será luz. En esta parte podrás conocer la nueva historia de Eric y los...