Después de clase ; Jungkook y tú.

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Jungkook.

Al salir de clase y llegar a casa, como siempre, me encontré a mi madre. Apresurada, me dijo que tenía que salir en busca de mi hermana. Al parecer había sufrido un golpe en el colegio y, aunque no parecía ser nada grave, iba a llevarla al hospital. Tras las innecesarias instrucciones de mi madre, me quedé solo en casa, pues mi padre no llegaba de trabajar hasta la noche.

Desde el primer momento fui consciente de la situación y un ligero cosquilleo se había instaurado en la boca de mi estómago. Pero no fue hasta que mi madre salió por la puerta cuando realmente decidí lo que iba a hacer. La erección no tardó en aparecer. Frente al espejo del cuarto de baño, me bajé los pantalones y los calzoncillos y observé la empalmada, símbolo de la excitación que me desbordaba. Al acariciármela comprobé la excesiva dureza, una rigidez que nunca antes había alcanzado y que era provocada por ___(TN) y la tranquilidad de saber que estaba solo.

No necesité la revista, con páginas pegadas unas a otras, que me había dejado un amigo, ni la baraja de cartas con fotos de chicas semidesnudas. Únicamente cerré los ojos y vi con claridad a ___(TN) acercándose a mí lentamente mientras se despojaba de sus ropas. Primero desabotonándose la blusa, mostrando un sostén, que cubría unos considerables pechos, y un vientre plano. Una vez a mi altura, desabrochó el sujetador, dejándolo caer y enseñándome sus preciosos senos. Me los imaginé tal y como los de las fotos de las cartas que tantas veces había visto.

El líquido preseminal que había salido de mi verga se había mezclado con mis dedos, que se deslizaban con frenesí a lo largo del durísimo tronco, desplazando el prepucio que cubría el sensible glande. Movía la mano tan rápido como podía, sintiendo que estaba a punto de perder el control. Sin embargo, quería que ___(TN) llegara más lejos y aminoré el ritmo de la masturbación.

-Déjame ver lo que tienes ahí… - me soltó melosamente.

Yo, aún con los ojos cerrados, le contesté en voz alta, aprovechando que nadie podía oírme.

-¿Quieres verme la polla, Profe?

___(TN) rio lascivamente en mi imaginación y asintió con la cabeza.

-Lo estoy deseando…

El estropicio fue monumental. Completamente descontrolado, con el corazón desbocado, comencé a soltar chorros de semen que mancharon más de lo que hubiera deseado. El cristal, el pequeño mueble donde guardábamos las cosas del baño, el suelo y, lo que era peor, una de las toallas que estaba colgada.

Tras la corrida, volví a mirarme en el espejo. Observé mi miembro enrojecido y sentí cómo palpitaba. Me habría vuelto a masturbar para continuar lo que había dejado a medias en mi imaginación, pero me obligué a limpiar las manchas de esperma que había desparramado por todo el cuarto. Aunque no era mi toalla, decidí usarla para secarme tras la ducha. No se me ocurrió nada mejor para que no me pillaran, así que fingiría haberme equivocado, suponiendo que mi madre la pondría a lavar sin demasiadas preguntas.

Una vez bajo el agua, me dispuse a darme un baño. Puse el tapón y dejé llenar la bañera hasta que, una vez tumbado, el caliente líquido me cubriera hasta el cuello. En esos momentos tenía una nueva erección. Me agarré la sumergida verga y volví a cerrar los ojos.

___(TN) ya estaba completamente desnuda. Su pubis estaba poblado por una abundante mata de pelo negro. La treintañera, llena de curvas, me asía la polla, masturbándome al ritmo que yo mismo me estaba pajeando. En mi cabeza, le acaricié un seno, imaginando un tacto blando y excitante. Mi profesora se acercó a mí, poniéndose a horcajadas sobre mi cuerpo y abriéndose de piernas encarando mi tiesa verga hacia su sexo. Tenía el coño exactamente igual a una de las mujeres que salían en la revista porno de mi amigo.

Debido a mi reciente corrida, la masturbación bajo el agua fue mucho más duradera y controlada. Llevaba un buen rato dándole placer a mi profesora cuando oí cómo alguien entraba en casa. Maldiciendo, me apresuré a terminar. Un pensamiento genérico me ayudó a eyacular. En mi mente, el semen corría por el interior de Maya mientras que en la vida real mis espermatozoides nadaban en la bañera de casa. Rápidamente abrí los ojos y quité el tapón en el momento que mi madre entró al cuarto de baño.

-¿Aún estás así? ¿Cuánto tiempo llevas en el agua? – se quejó.

No contesté. Simplemente me limité a darle la espalda por si era apreciable la hinchazón de mi pene a través de la cortinilla de la bañera.

-¿Qué haces con esta toalla? – mi madre la asió al darse cuenta de que la había dejado preparada para secarme.

Mi intranquilidad se disparó. No sabía qué decir, ni cómo reaccionar. Me habría gustado ser borde con ella por inmiscuirse en mis cosas, por cortarme la magnífica paja que me estaba haciendo y…

-Bueno, no tardes – concluyó, volviendo a dejar la toalla donde yo la había colocado y alejándose del cuarto de baño – Por cierto, tu hermana está bien.

Un ligero alivio me sobrevino, acompañado de una sensación de vergüenza. Supuse que mi madre se había dado cuenta de la evidente mancha pringosa de la toalla y, entendiendo la situación, se había marchado.

Mi obsesión por ___(TN) iba poco a poco en aumento. Con el tiempo me di cuenta de que no era el único que la veía con otros ojos. La mayoría de compañeros de clase la considerábamos una mujer imponente, pero ninguno parecía sentir lo mismo que yo, que profesaba algo más por ella.

Después de clase. Jungkook y Tú +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora