Sueño.

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Si alguien me hubiera advertido lo que pasaría con nosotros probablemente me hubiese reído en su cara, porque vos dijiste que ésto era para siempre, y yo estaba convencida de tus palabras.

—¿Y qué pasó? —Mia y yo caminábamos en la vereda, las dos descalzas con los zapatos en las manos—. Con el tipo ese, te vi, es mucho más grande. —Protestó, yo simplemente rodé los ojos—.

—Mia, soy grande, sé lo que hago. Y no pasó nada, solamente estábamos bailando y me pasó su número. Es simpático y en ningún momento intentó sobrepasarse. —Expliqué, bajando de la vereda para caminar sobre la calle, no quería pisar ninguna piedra, seguro lloraba hasta el dos mil veinticinco—.

—Sí, eso vi. También lo vi a Pablo bailar con esa chica, la rubia. —Chasqueó los dedos como si tratara de recordar un nombre—.

—Tu copia. —Mordí levemente mi labio para evitar reír—.

—Bue, pará conchuda, encima que te ayudo. —Solté una carcajada y la miré—.

—Es que no necesito ayuda, Mia. De todas formas, Pablo y yo no somos nada. Dejemos el tema de lado, ya está, vamos que me estoy re cagando de sueño. —Al estar frente a la puerta de mi casa, saqué la llave y abrí la puerta. Dejé los zapatos en la entrada y bostecé, caminé hasta la heladera y también la abrí—.

—¿Tenés algo para morfar? —Se acercó y miró, sacando una milanesa para empezar a comerla y volver al living. ¿Pintó fianza, rubia?—.

—Sí tengo, lo acabas de agarrar. —Reí, cerrando la heladera para abrir el freezer y sacar un poco de helado—. Mañana es la joda de Manuel, me quiero imaginar que vas a ir. —La miré, agarrando una cuchara para empezar a comer—.

—No sé, tengo que hablar con mi viejo. —Explicó, comiendo—.

—No podés depender siempre de lo que diga tu viejo, Mia. Tenés diecinueve años, ya sos grande, somos grandes. —Rodó los ojos, yo también lo hice—. No vas a poder depender siempre de lo que él diga o piense.

—Ya lo sé. Pero es mi viejo, la única familia que me queda y... Siento la necesidad de hablarle sobre todo, Marizza, no lo puedo evitar. —Asentí y solté un suspiro—.

—¿Vamos a dormir? Ya es tarde y me tengo que ir al laburo a la tarde. —Miré el reloj y eran exactamente 05:30hs. Ella abrió sus ojos en sorpresa y casi que me arrastra a la habitación y me tira en la cama. Me acomodé en la misma y ella se acomodó en la otra—. Hasta más tarde, rubia.

—Hasta más tarde, teñida.

Solté una última risita y me dediqué a cerrar mis ojos por completo debido al gran cansancio que estaba sufriendo. Sentía como mi espalda crujía un poco en cada movimiento, haciéndome chillar de vez en cuando.

—Que te duermas, pelotuda.

Le tiré una de las almohadas que no usaba y volví a acomodarme, esta vez sí trataría de dormir, lo más que podiera, lo necesitaba de forma urgente.

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⏰ Última actualización: Nov 24, 2018 ⏰

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Poison ➳Pablizza.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora