Una historia sin título

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( Esta historia se desarrolla en Motril una ciudad pequeña donde vivo)

Un nuevo día despierta en mi vida, los pájaros cantan, las flores florecen, en sábados como éstos... yo estoy durmiendo plácidamente en mi cama.

Como cualquier niña de diez años me desperté muy tarde para... bueno, hacer la supuesta rutina matutina. Después de desayunar, me puse a hacer los deberes del fin de semana y un relato corto de Lengua para un concurso de La Palma. Al llegar la tarde, podía decir que mi "relato" no era lo que se dice bueno, pero era lo que había. Mi imaginación había estado corta últimamente por lo que no esperaba ganar el primer premio. Hasta que...

- ¡Julia! ¡Te llama tu amiga Sara, dice que si quieres bajar a la plaza! -dijo mi madre-

- ¡Vale, ahora voy mamá! ¿Puedo llamar a Ricardo? -dije yo-

- Vale. Y corre que te está esperando Sara abajo -me recordó mi madre-

Al acabar la conversación me fui a buscar a Ricardo, quien aparte de ser mi compañero de clase también era mi vecino. Bajé al primer piso y lo llamé.  Quinientos años más tarde... me abrió la puerta (ya que es un poco torpe abriendo puertas especialmente la de su casa) y le dije:

- Oye, Ricardo ¿vienes a la plaza? Sara está esperando abajo -pregunte-

- Ok, ¿por qué no? de todas formas no tenía nada que hacer -dijo él-

Luego, fuimos al portal con Sara donde ella nos esperaba impacientemente.

- ¡Hola chicos! -dijo Sara alzando la mano para saludarnos-

- ¡Hola Sara! -dijimos casi al unísono-

- ¿Vamos a la plaza? -pregunté-

- ¡Siiiiiiií! -respondieron rapidamente los dos-

Ya en la plaza, empezamos a hablar de todo. Porque Sara vivía en el puerto y aparte de en las clases del colegio solo podíamos verla los viernes o sábados, cuando subía a la ciudad.

- Chicos, ¿cómo os va con el cuento? -dije yo intentando cambiar de tema-

- Yo, si te digo la verdad, no lo he empezado -dijo Ricardo, siempre tan sincero-

- El mío... quiero que sea sorpresa -dijo Sara, casi avisando de que no lo había empezado-

- Bueno yo si os puedo  hablar sobre el mío. El problema es que no tiene título -dije algo distraida intentando pensar en un título-

- Si quieres te ayudamos a ponerle título -dijeron Ricardo y Sara-

- ¿De que va? -dijeron los recien mencionados-

- Bueno, va de tres amigos que van de excursión al campo y...-dije sin poder terminar-

- Ya sé, ya sé, ¿por qué no se llama "Una excursión al campo"? -dijo Sara con una sonrisa-burlona.

- ¡DÉJAME EMPEZAR! -dije furiosa-

- Cómo iba diciendo, tres amigos van de excursión al campo y ven una mansión abandonada. De repente empieza a llover a cántaros y no hay manera de volver al refugio, así que deciden quedarse en la mansión...-proseguí sin llegar a terminar-

- Mmmm... ¿Por qué no "Una mansión en el campo"? -dijo Ricardo-

- ¡No! Y dejadme terminar para poder ver el por qué, ¡por favor! -dije callándolos-

- Esa mansión, como ya dije, estaba abandonada así que no había nadie, solo las almas de los que habían fallecido allí. El caso es que ellos no lo sabían y entraron a la mansión como a cualquier casa. El tiempo pasaba y la lluvia continuaba sin cesar. Ríos de agua se formaban en el camino impidiéndoles salir de allí.

- ¿Y qué ocurrió? -preguntó Sara-

- Entonces decidieron pasar la noche allí. La pareja, ya que dos de ellos eran novios, eligieron la habitación más grande y el soltero, otra que quedaba libre justo al lado. Aunque la mansión se veía abandonada por fuera, por dentro todo estaba extrañamente impoluto. No había ni una mota de polvo en los muebles y en el frigorífico había alimentos suficientes para una semana.

- Entonces,... ¿había alguien más allí? -dijo Ricardo-

- Tranquilos, tranquilos, todo a su tiempo -dije y continué explicando-

- Decidieron tomar algo para cenar antes de ir a la cama, así que tomaron un poco de arroz que encontraron en la despensa, lo hirvieron y lo acompañaron de unas salchichas que parecían estar en buen estado dentro del frigorífico. Encontraron también algunos refrescos de naranja y decidieron tomarlos. Después de cenar, se fueron a sus respectivas habitaciones.

- ¿Y consiguieron dormir? -preguntó Sara- Yo no sería capaz de pegar ojo. -añadió ella-

- Pues sí, -continué explicando– y al día siguiente se despertaron y por alguna razón, olvidaron cómo habían llegado hasta allí. Olvidaron porqué estaban allí. Lo olvidaron todo.

- Lo que se llama amnesia total, ¿no? –dijo Ricardo, con su total sinceridad-

- Efectivamente. De modo que el soltero empezó a decir: "¿Qué hago aquí?" y mientras trataban de averiguar qué estaba ocurriendo, no dejaban de dar vueltas por toda la mansión. Y así estuvieron varios días hasta que el soltero se dio cuenta de que la mansión les ofrecía alimento y cobijo si eran agradecidos, es decir, si cuidaban de la mansión, limpiaban lo que ensuciaban y se comportaban bien en ella. En cambio, si hacían lo contrario, como los novios habían empezado a hacer al descuidar la casa, dejando todo por medio, la mansión como castigo, les haría permanecer allí de cualquier manera, olvidándolo todo y siendo olvidados, tal y como le había pasado a la propia mansión.

- Vaya... pues es bastante buena tu historia. El problema es que ahora no sé qué título ponerle -dijo Sara quedándose sin palabras-

- Yo igual -dijo Ricardo acortando su respuesta-

Después de eso, mi madre me llamó para que subiera a casa.

- Bueno, chicos, debo irme a casa. ¡Hasta el lunes! -dije yo-

- ¡Hasta el lunes! -dijeron Ricardo y Sara alzando la mano en señal de despedida-

Y cuando llegué seguí intentando ponerle un título a mi cuento, pero no pude, por alguna extraña razón no se podía. Durante todo el domingo seguí dándole vueltas a la historia, pero al final del día tuve que dejarla sin título.

Cuando llegó el lunes, conté en mi clase lo del "relato" y entre todos me ayudaron a bautizar mi historia como "Una historia sin título". De todas formas, cualquier título que hubiera puesto habría quedado en el olvido, ¿no creéis?.

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⏰ Last updated: Nov 26, 2018 ⏰

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