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Sus ojos captaron la bella figura expuesta ante él, del otro lado de la puerta que, actualmente, yacía abierta, haciendo que sus orbes tuvieran la oportunidad de deleitarse con la hermosa melodía que creaba aquel instrumento de varias teclas en tonos blanco y negro. Ah, ¿Cómo alguien que no puede escuchar el propio sonido producido a través de un instrumento, puede tocarlo tan bien?

Era como si tratara de comunicarse de alguna manera, dado que la melodía le transmitía un fuerte sentimiento de nostalgia y a la vez tristeza ante la simple melodía de hoffnungslos en aquel piano.
Observó sus dedos moverse con suma delicadeza, como si temiera lastimar aquel instrumento, pero a la vez, parecía como si sus dedos se movieran en una danza, siguiendo la melodía que él mismo provocaba.

Aquella bella escena quedó plasmada en su mente, si bien, era algo que no olvidaría, aseguraría de que ni muerto podría olvidar como aquellas lágrimas cristalinas se deslizaban por sus mejillas, mientras que una sonrisa surcaba su rostro, como si estuviera recordando algo que lo alegrara, pero que a la vez le doliera.

Sus visitas a aquel lugar en los recesos se volvieron contantes, añorando día tras día que aquel chico de bella sonrisa se encontrara en el lugar, tocando las hermosas melodías que escuchaba diariamente. Se sentía atraído, sin embargo, no era algo superficial, sinó que se sentía así hacia la melodía y el sentimiento, hacia su sonrisa, la que mostraba sus hileras de blancos dientes que se asemejaban a los de un lindo conejito.

Otra vez, se encontraba suspirando en su puesto, leyendo, mientras se le escapaba una sonrisa ante lo ansioso que se encontraba por verlo nuevamente y escuchar la preciosa pieza que, supuso, tocaría hoy en el receso más largo.

— ¿Qué haces? — Escuchó una aguda voz a su lado, en un tono curioso al ver el libro que llevaba leyendo desde hace unos días.

— ¿Ah? ¿Esto? — Salió de su ensoñación y levantó un poco el libro que llevaba entre sus manos, haciendo entender que se refería a ello. — Es solo un libro que pedí en la biblioteca hace unos días. — Mostró su característica sonrisa cuadrada y volvió su vista al libro.

— ¿En la biblioteca? — No se molestó en ocultar su desconcierto ante aquella palabra, Taehyung no era alguien que leyera mucho exactamente, mucho menos ese tipo de libros.

— Sí. — Asintió con una sonrisa, volviendo a mirarlo. — Jimin, necesito un favor. — Pidió, suplicante.

— Bien, bien. — Aceptó luego de unos segundos, riendo leve por la súplica de su amigo.

— ¡Gracias! — Lo abrazó, levantándose de su asiento, provocando que las mejillas del rubio se tiñeran de un suave carmín. — ¿Puedes entregarle esto al chico nuevo de segundo? — Le preguntó, extendiendole un sobre de color verde.

— Claro. — Sonrió, ocultando su sorpresa ante aquello, sin embargo, se encargó de cumplir con su petición más tarde.

Luego, en su hogar, comenzó a poner en práctica lo que había leído, siguiendo lo que las imágenes que aquel gran libro contenían, sonriendo cada vez que memorizaba algo nuevo. Aguantaba el dolor y la frustración de equivocarse o el esfuerzo de las acciones.

¿Valía la pena hacerlo?

Lo valía cada maldito segundo. Cada vez que lo veía pasar por los pasillos sentía la necesidad de acercarse y hablar con él. Estaba ansioso por verlo nuevamente y poder comunicarse con él, pero para ello necesitaba un poco más, solo un poco más... Lástima que ese "un poco más" se transformaron en meses.

Like a flower [TaeKook]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora